En la Misa que presidió en la capilla de la Casa Santa Marta, con ocasión de la memoria de Nuestra Señora de los Dolores, el Papa Francisco señaló que la Virgen María nos cuida porque es madre de todos los cristianos y bajo su manto “no puede entrar el diablo”.
El Santo Padre recordó que los místicos rusos de los primeros siglos aconsejaban buscar refugio en el manto de Santa María, pues “es madre y defiende como una madre”.
“Luego el Occidente tomó este consejo e hizo la primera antífona mariana ‘Sub tuum praesidium’ (Bajo tu amparo), ‘Bajo tu manto, bajo tu amparo, oh Madre, estamos seguros’”.
Francisco precisó además que “nosotros los cristianos tenemos una Madre, la misma de Jesús. Tenemos un Padre, el mismo de Jesús. ¡No somos huérfanos!”.
El Santo Padre indicó que la Virgen María, al pie de la cruz de Jesús, “nos da a luz en ese momento con tanto dolor. Es un verdadero martirio”.
“Con el corazón atravesado”, dijo, Santa María “acepta darnos a luz a todos nosotros en ese momento de dolor. Y, desde ese momento, Ella se vuelve nuestra Madre, desde ese momento Ella es nuestra Madre, aquella que nos cuida y no se avergüenza de nosotros: nos defiende”.
Francisco recordó que, siendo Arzobispo de Buenos Aires, visitaba a los presos en las cárceles y se encontraba con una fila de mujeres que esperaban entrar. “Eran mamás. No se avergonzaban, su carne estaba allí adentro”, dijo.
El Santo Padre señaló que “estas mujeres sufrían no solo por la vergüenza de esta allí –‘¡Pero mira a esa! ¿Qué habrá hecho su hijo?– Sufrían también por las humillaciones de los controles que les hacían antes de entrar”.
“Pero eran madres e iban a ver a su propia carne. Así como María estaba allí, con su Hijo, con ese sufrimiento tan grande”, señaló.
El Papa indicó que mientras María se encontraba al pie de la cruz escuchaba cosas como “¡esa es la madre de este delincuente! ¡Esa es la madre de este subversivo!”.
“Y María oía estas cosas. Sufría humillaciones terribles. Oía también a los grandes, a algunos sacerdotes, a los que Ella respetaba, porque eran sacerdotes: ‘Si eres tan hábil y capaz ¡baja! ¡Baja!. Con su Hijo, desnudo, allí”.
“Y María tenía un sufrimiento tan grande, pero no se fue. ¡No renegó de su Hijo! Era su carne”, señaló.
Francisco indicó que “en un mundo que podemos llamar ‘huérfano’, en este mundo que sufre la crisis de una gran orfandad, nuestra ayuda es decir: ‘¡mira a tu Madre!’”.
“Tenemos a una Madre que nos defiende, nos enseña, nos acompaña; que no se avergüenza de nuestros pecados. No se avergüenza, porque Ella es Madre”, dijo.
“¡Que el Espíritu Santo, este amigo, este compañero de camino, este Paráclito abogado que el Señor nos ha enviado, nos haga comprender este misterio tan grande de la maternidad de María”, concluyó.