En el día de la Inmaculada el Santo Padre recuerda que la Virgen no dice: ‘Bueno, esta vez haré la voluntad de Dios, después veré…’
En este jueves frío y soleado del final del otoño en Italia, día de la festividad de la Inmaculada Concepción, el papa Francisco desde la ventana de su estudio que da hacia la plaza de San Pedro rezó la oración del ángelus junto a los miles de fieles allí reunidos.
El Santo Padre recordó que cada ‘sí’ a Dios da origen a historias de salvación para nosotros y para los demás. Y de nuestros ‘sí Señor pero…’ que nos alejan de Dios y nos llevan al no del pecado de la mediocridad. E invitó con generosidad y confianza como María, a decir hoy a Dios este ‘sí’ personal.
Texto completo del ángelus
“Queridos hermanos y hermanas ¡Buen día!
Las lecturas de hoy, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, presenta dos pasajes cruciales en la historia de la relación entre el hombre y Dios: podríamos decir que nos conducen a los orígenes del bien y del mal. Estos dos pasajes nos conducen en el origen del bien y del mal.
El libro del Génesis nos muestra el ‘no’ de los orígenes, el ‘no’ humano, cuando el hombre ha preferido mirarse a sí más bien que a su Creador, cuando ha querido hacer con su cabeza y ha decidido bastarse a sí mismo.
Pero así haciendo, al salirse de la comunión con Dios, justamente se ha perdido él mismo y ha comenzado a tener miedo, a esconderse y a acusar a quien le está cerca. Estos son los síntomas: el miedo, un síntoma de miedo a Dios, indica que estoy diciendo ‘no’ a Dios; acusar a los otros y no acusarme a mi mismo significa que me estoy alejando de Dios y esto hace el pecado.
Pero el Señor no deja al hombre a merced de su mal; enseguida lo busca y le dirige una palabra llena de temor: ‘¿Dónde estás?’. Como si digiera: ‘detente’. Es la pregunta de un padre o de una madre que busca a su hijo perdido: ‘¿Dónde estás?’. ‘¿En qué situación has terminado?’. Y esto Dios lo hace con tanta paciencia, hasta colmar la distancia que se crea en los orígenes.
Este es uno de los pasajes. El segundo pasaje crucial narrado hoy en el Evangelio, es cuando Dios viene a habitar entre nosotros, se hace hombre como nosotros. Y esto ha sido posible por medio de un gran ‘sí’; el del pecado era un ‘no’, este es un ‘sí’, un gran ‘sí’, es el de María en el momento de la Anunciación.
Por esto Jesús inició su recorrido en los caminos de la humanidad; lo inició en María, transcurriendo los primeros meses de vida en el seno materno; no apareció ya adulto y fuerte, pero siguió todo el recorrido de un ser humano. Se hizo en todo igual a nosotros, excepto en una cosa: ese ‘no’, excepto en el pecado.
Por esto ha elegido a María, la única criatura sin pecado, inmaculada. En el evangelio, con una palabra sola ella es llamada ‘llena de gracias’, o sea rebosante de gracia. Quiere decir que en ella, inmediatamente llena de gracia, no hay espacio para el pecado. Y también nosotros cuando nos dirigimos a ella reconocemos esta belleza: la invocamos ‘llena de gracia’, sin sombra de mal.
María responde a la propuesta de Dios diciendo: ‘Aquí está la esclava del Señor’. No dice: ‘Bueno, esta vez haré la voluntad de Dios, me vuelvo disponible, después veré…’.
No, el suyo es un ‘sí’ que es pleno y sin condiciones. Y así como el ‘no’ de los orígenes había cerrado el paso del hombre a Dios, así el ‘sí’ de María ha abierto el camino de Dios entre nosotros. Es el ‘sí’ más importante de la historia, el ‘sí’ humilde que derroca el ‘no’ soberbio de los orígenes, el ‘sí’ fiel que sana la desobediencia, el ‘sí’ disponible que derroca el egoísmo del pecado.
También cada uno de nosotros tiene una historia de salvación hecha de ‘sí’ y de ‘no’ a Dios. A veces pero somos expertos en los medios ‘sí’: somos buenos para fingir que no hemos entendido bien lo que Dios querría y la conciencia nos sugiere. Somos también astutos para no decir un ‘no’ verdadero y propio a Dios y decimos: ‘Pero discúlpame no puedo’, ‘no hoy pero mañana’, ‘mañana seré mejor, mañana rezaré, haré el bien…, mañana’. Esta astucia nos aleja de Dios y nos lleva al ‘no’ del pecado, de la mediocridad. El famoso ‘pero…’, ‘si Señor pero…’
Así cerramos la puerta al bien y el mal se aprovecha de estos ‘sí’ que faltaron. Cada uno de nosotros tiene una colección dentro, de ‘sí’ que han faltado.
En cambio cada ‘sí’ pleno a Dios da origen a una historia nueva: decir sí a Dios es verdaderamente ‘original’, no el pecado que nos vuelve viejos en nuestro interior. Han pensado que el pecado nos vuelve viejos en el interior, nos envejece rápidamente. Cada ‘sí’ a Dios da origen a historias de salvación para nosotros y para los demás.
En este camino de Adviento, Dios desea visitarnos y espera nuestro sí: pensemos… yo hoy qué ‘sí’ tengo que decir a Dios, pensemos, nos hará bien y escucharemos la voz del Señor en nuestro interior que los llevará a realizar un paso adelante, con el cual le decimos: “Creo en ti, espero en ti, te amo; se cumpla en mi tu voluntad de bien”. Con generosidad y confianza imitando a María digamos hoy, cada uno de nosotros, este sí personal a Dios”.
Después de rezar el ángelus Francisco pronunció las siguientes palabras:
“Queridos hermanos y hermanas, ayer un fuerte terremoto golpeó la Isla de Sumatra, en Indonesia. Deseo asegurarles mi oración, por las víctimas y por sus familiares, por los heridos y por todos los que han perdido su casa. El Señor dé fuerza a la población y apoye la obra de socorro.
Saludo con afecto a todos ustedes, peregrinos presentes hoy, especialmente a las familias y grupos parroquiales. Saludo a los fieles de Rocca di Papa con su procesión de velas natalicias, al grupo “Proyecto Rebeca” que se ocupa de niños necesitados, y a los fieles de Biella.
En esta fiesta de María Inmaculada la Acción Católica Italiana vive la renovación de la adhesión. Envío un pensamiento especial a todas las asociaciones diocesanas y parroquiales. La Virgen bendiga a la Acción Católica y la vuelva siempre más una escuela de santidad y de generoso servicio a la Iglesia y al mundo.
Hoy por la tarde estaré en Piazza di Spagna para renovar el tradicional acto de homenaje y oración a los pies del monumento de la Inmaculada. Después iré a Santa Maria Maggiore, a rezar a la Salus Populi Romani. Les pido que se unan espiritualmente a mi en este gesto que expresa la devoción filial a nuestra Madre celeste.
A todos les deseo una buena fiesta y un buen camino de Adviento con la guía de la Virgen María. Y por favor no se olviden de rezar por mi. ‘¡Buon pranzo e arrivederci!’”.
Fuente: es.zenit.org