Ser cristianos de sustancia y no de fachada, fue el reclamo del Papa Francisco a los fieles reunidos para el rezo del Ángelus dominical en la Plaza de San Pedro, a quienes también exhortó a ir a la raíz del pecado y a no insultar al hermano, pues quien lo hace, “le asesina en el corazón”.
“Que la Virgen María, mujer de la escucha dócil y de la obediencia alegre” –exhortó el Pontífice–, nos ayude a vivir más acordes al Evangelio “para ser cristianos ¡no de fachada, sino de sustancia! Y esto es posible con la gracia del Espíritu Santo que nos permite hacer todo con amor y así cumplir plenamente la voluntad de Dios”.
En sus palabras previas al rezo de la oración mariana, el Santo Padre se refirió a la relación que tiene que haber con el prójimo.
“No os insultéis, quien insulta a un hermano le asesina en el corazón”, advirtió el Papa Francisco. El Pontífice quiso explicar así que hay que evitar caer en el formalismo a la hora de interpretar los Diez Mandamientos, y que hay que ir a la raíz del pecado.
El Santo Padre explicó que “Jesús quiere ayudar a sus discípulos a realizar una reinterpretación de la Ley mosaica. Aquello que se había dicho en la antigua alianza era verdadero, pero no era todo: Jesús vino para dar cumplimiento y para promulgar de forma definitiva la ley de Dios, huyendo del formalismo, del: ‘esto puedo hacerlo, esto no puedo hacerlo. Hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo’”.
“En particular, en el Evangelio de hoy, Jesús examina tres aspectos: el homicidio, el adulterio y el juramento”, apuntó.
En relación al mandamiento de “no matarás”, Jesús “afirma que este mandamiento se viola no sólo cuando se produce un homicidio efectivo, sino también cuando tenemos un comportamiento que ofende la dignidad de la persona humana, incluyendo las palabras injuriosas. Es cierto que esto no tiene la misma gravedad que el asesinato, pero se sitúa en la misma línea debido a que comparten las mismas premisas y revelan la misma malevolencia”.
En este sentido, el Pontífice advirtió que los insultos comparten naturaleza con el homicidio. “Estamos habituados a insultarnos. Resulta ya como decir ‘buenos días’. Y eso está en la misma línea del asesinato. Quien insulta al hermano, asesina en el corazón al hermano. Por favor, no os insultéis”, pidió.
Otro aspecto examinado por Jesús en el Evangelio es la ley matrimonial. “El adulterio estaba considerado como una violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. En cambio, Jesús va a la raíz del mal. Al igual que se llega al homicidio por medio de las injurias y de las ofensas, así se llega al adulterio a través de los deseos hacia una mujer que no es su esposa. El adulterio, como el robo, la corrupción y todos los demás pecados, primero se producen en nuestro interior y, una vez que se produce en el corazón la decisión equivocada, se sitúan en un acto concreto”.
Por último, recordó que “Jesús dice a sus discípulos que no juren, en cuanto que el juramento es un signo de la inseguridad y de la duplicidad con que se desarrollan las relaciones humanas. Se instrumentaliza la autoridad de Dios para dar seguridad a nuestros asuntos humanos. Más bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, entre nuestras familias, entre nuestra comunidad, un clima de claridad y de confianza recíproca, de tal manera que podamos confiar en los demás sin necesidad de recurrir a la intervención superior para ser creídos”.
“No os insultéis, no miréis con ojos posesivos a la mujer del prójimo, y no juréis. Son tres cosas que pide Jesús. Es muy fácil”, finalizó.
Fuente: ACI Prensa