En la Audiencia General de este miércoles celebrada en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Papa Francisco explicó que la esperanza cristiana es sólida y no defrauda, porque está fundada en Dios mismo que es amor, un amor que da paz a la vida de quien en Él se confía.
En este sentido, el Santo Padre propuso esta jaculatoria: “Dios me ama, estoy seguro de que Dios me ama”. Explicó que esta frase puede ayudar a reflexionar y comprender mejor el sentido de la esperanza cristiana, una esperanza “que no defrauda” porque está fundada en Dios mismo.
“Es fácil decir, ‘Dios, te amo’. Eso es fácil, todos lo hacemos. Pero, ¿somos capaces de decir: ‘¿Estoy seguro de que Dios me ama? Eso no es tan fácil decirlo. Y sin embargo, es verdad. Es un buen ejercicio, decirse a uno mismo: ‘Dios me ama, Dios me ama’. Esa es la raíz de nuestra seguridad, la raíz de la esperanza. Deberíamos repetirlo como oración: ‘Estoy seguro de que Dios me ama’”.
El Papa explicó que “desde pequeños se nos ha enseñado que no es bueno vanagloriarse. Y es lógico, porque vanagloriarse de aquello que se es o de aquello que se tiene, es una forma de soberbia, e implica también una falta de respeto frente a los demás, en especial aquellos que no son tan afortunados como nosotros”.
Sin embargo, llamó la atención sobre la aparente contradicción en la Carta a los Romanos sobre este asunto: “El Apóstol Pablo nos sorprende cuando nos exhorta a vanagloriarnos. Entonces, ¿de qué es justo vanagloriarse? Porque si él exhorta a hacerlo, será que hay algunos casos en los que es justo vanagloriarse. ¿Cómo es posible hacerlo sin ofender, sin excluir a nadie?”.
“En primer lugar, se nos invita a vanagloriarnos de la abundancia de gracia por la que hemos sido iluminados por medio de Jesucristo, por medio de la fe. Pablo quiere que entendamos que, si aprendemos a leerlo todo con la luz del Espíritu Santo, nos daremos cuenta de que todo es gracia”, indicó.
El Obispo de Roma afirmó que Dios “es el protagonista absoluto que crea cada cosa como un don del amor, que teje su plan de salvación, que lo cumple por nosotros por medio de su hijo Jesús”.
“A nosotros se nos pide reconocer todo ello, acogerlo con agradecimiento y hacerlo motivo de alegría y de bendición y de gran alegría. Si hacemos todo eso, estaremos en paz con Dios y tendremos la experiencia de la libertad”.
“Y esa paz se extiende por todos los ámbitos, por todas las relaciones de nuestra vida: estamos en paz con nosotros mismos, estamos en paz con la familia, estamos en paz con la comunidad, en el trabajo y con las personas que se cruzan cada día en nuestro camino”.
Por otro lado, “Pablo nos exhorta también a vanagloriarnos de nuestros sufrimientos. Esto nos resulta más difícil, y puede parecer que se contradice con la condición de paz antes descrita. Sin embargo, puede resultar su presupuesto más auténtico, más sincero”.
“De hecho, la paz que nos ofrece, que nos garantiza el Señor, no se comprende como la ausencia de preocupaciones, de desilusiones, de carencias, de motivos de sufrimiento”.
Por el contrario, Francisco aseguró que “la paz que viene de la fe es un regalo: es la gracia de experimentar que Dios nos ama y que siempre está con nosotros, que no nos deja solos ni un minuto de nuestra vida”.
“Eso, como afirma el Apóstol, genera paciencia, porque sabemos que en los momentos más duros y traumáticos, la misericordia y la bondad del Señor son más grandes”.
“Por eso la esperanza cristiana es sólida, por eso no defrauda. La esperanza no defrauda. No está fundada en aquello que podamos hacer o ser, y tampoco en aquello en lo que no podamos creer”, aseguró.
Esta esperanza, dijo, “no defrauda” porque está fundada en Dios mismo que es amor.
Fuente: ACI Prensa