Queridos hermanos y Hermanas.
Señores miembros de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias.
Distinguidas autoridades civiles y militares, señores ministros y familiares del Patricio.
Miembros de las instituciones no gubernamentales, invitados especiales.
Reciban los saludos del Sr, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo y Primado de América, Mons. Francisco Ozoria Acosta, quien por estar fuera del País en compromisos propios de su ministerio episcopal, me ha delegado ante ustedes para esta celebración.
Con gusto he Acogido su solicitud de presidir este Te Deum, con motivo de la Conmemoración del Bicentenario del Natalicio del Prócer Francisco del Rosario Sánchez, uno de nuestros ilustres padres de la patria.
Nos acogemos a la intención de “proyectar en el seno de las jóvenes generaciones los valores, virtudes y cualidades que exhibió ese insigne revolucionario en su trayectoria pública y privada”, que se propone esta Comisión Permanente de Efemérides Patria.
Un Te Deum es un canto de la liturgia católica para alabar y dar gracias a Dios. Este es un himno que se entona en ocasiones especiales.
Hoy es una ocasión muy especial para todos los dominicanos, lo que justifica en todas sus partes esta celebración agradecida a Dios por la vida testimonial de Francisco del Rosario Sánchez.
Un hombre de ideas y acción. Con una trayectoria de vida en espíritu y valores patrióticos, visión republicana y sentido revolucionario, sustentado en la honestidad y la incorruptibilidad.
Su identidad con la mística y el compromiso responsable con la “trinitaria”, le colocan en una existencia sacrificada y perseverante en sus ideales, sus sueños y sus metas.
Ocupado como autodidacta de lo intelectual, de la cultura y de los idiomas, expresión de su fuerza de voluntad para ocupar su tiempo con fecundidad literaria, pensamiento político, cultivo de arte de la música, que sin duda eleva el espíritu y permite producir ideas y pensamientos con brillantez lógica y perspectivas de soluciones sociales.
A pasar de los múltiples destierros, vibra con su dominicanidad, hasta tal punto que quiso en su última morada ser envuelto en la bandera nacional.
El libro de la sabiduría, proclamado en la primera lectura, nos deja bien claro que “el Señor de todos, no retrocede ante nadie, ni la grandeza le intimida; que El mismo hizo a pequeños y grandes y de todos cuida por igual”.
El brillo humano, espiritual y moral de Francisco Del Rosario Sánchez, fue su honestidad, valentía y sus convicciones sustentadas en Dios en primer lugar, en la Patria, su sueño y en la Libertad, su espíritu de siempre velar por todos, incluso por los que se pudiera pensar fueran sus enemigos.
Sabemos que en ocasiones el poder ciega. Cómo es posible que el final de una vida de servicio incondicional, de generosidad de su tiempo todo entero por la Patria y la renuncia a todos sus potenciales Bienes; tengan que ser pagado por una muerte atroz fusilado por el poder.
Sea el evangelio de hoy que nos ilumine para no usar el poder para matar ni oprimir tal como nos dice Jesús: “saben que los jefes de las naciones la dominan como señores absolutos y los grandes las oprimen con su poder”. “No ha de ser así entre ustedes”.
En definitiva, nuestro patricio Francisco del Rosario Sánchez nos deja un patrimonio esencial de su fe en Dios, en la Patria y en la Libertad e hizo de su existencia una misión que lo inmortalizó: “no he venido a ser servido sino a servir”, y a dar mi vida en rescate por todo mí pueblo dominicano.
Dejémonos nosotros inspirar de su espíritu patriótico y de su fidelidad a Dios y a su pueblo.
Dios y María sigan bendiciendo y protegiendo nuestra Nación, en un ambiente de armonía, paz, fraternidad y solidaridad.
AMEN.
Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández
Vicario Episcopal Territorial
Santo Domingo Este – Guerra y Boca Chica
9 de marzo, 2017, Catedral Primada de América.
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