Parroquia San Antonio de Padua, Gazcue – En esta cuaresma nos hemos venimos preparando con obras de penitencia y caridad, hoy cercana ya la noche Santa de Pascua, nos disponemos a inaugurar en comunión con toda la iglesia la celebración anual de los misterios de la pasión y resurrección de Jesucristo, misterios que empezaron con la solemne entrada del Señor en la ciudad Santa de Jerusalén.
Nos disponemos a celebrar estos sagrados misterios y representar en la celebración de este día, lo que paso en esa entrada de Jesús en la ciudad santa, recordando con fe y devoción la entrada triunfal de Jesús; hemos de acompañarle con nuestros cantos para que, participando ahora de su cruz, un día merezcamos tener parte de su resurrección.
Este día se tocan dos conceptos, dos mensajes: el Domingo de Ramos, la entrada triunfal de Jesús en la ciudad Santa de Jerusalén, donde la gente lo aclama, lo proclama como rey; ¡como rey bendito que viene en nombre del Señor!; Y la otra parte que celebramos es la Pasión del Señor, donde Jesús es aclamado por el mismo pueblo, ¡fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo! y Jesús es condenado a muerte.
En La celebración de este domingo con lo cual iniciamos la Semana Mayor, se juntan esas dos realidades la aclamación como rey y la aclamación para la muerte; para nosotros es importante meditar estas realidades y debemos estar atentos a vivirlas, vamos a celebrar hoy esta eucaristía pidiendo al Señor que nosotros como los discípulos, estemos siempre unidos a Cristo tanto en su muerte, como en su gloria, tanto en lo que es la pasión como en la resurrección.
La celebración de este día comienza con la bendición de los ramos y la proclamación del evangelio donde se nos presenta a Cristo, que entra triunfalmente a la ciudad Santa de Jerusalén y allí la misma gente, el mismo pueblo que lo aclamaba, después lo aclamo para la crucifixión, esta es la realidad del triunfo y la realidad de la pasión. La lectura de hoy nos profundiza esas dos realidades; en la primera lectura el profeta Isaías en uno de los cánticos del siervo de Yahveh, donde el profeta anuncia, nos hace pensar sobre el mesías el Cristo que padece, el siervo pero también dice el profeta que este siervo tendrá éxito, padecimiento y éxito que se combinan en una misma persona; el apóstol Pablo por su parte también nos presenta estas dos realidades que se somete a la muerte en la cruz y Pablo dice que se ha anonado es decir que se hizo nada, todo quedo desecho y el Señor lo levanto.
Nosotros los seguidores de cristo tenemos que contemplar las dos realidades el Dios que padece y el Dios que triunfa; esto es lo que vamos a celebrar en esta Semana Santa es el sentido de esta Semana Mayor precisamente porque celebramos los grandes misterios de nuestra salvación. nosotros en nuestra sociedad estamos acostumbrados a ver cómo la gente la vive, como la gente quiere triunfar sin sacrificio, la gente quiere triunfar, la gente quiere éxito pero sin pasar por el sacrificio, sin pasar por el sacrificio de la formación de una preparación, por ejemplo en el caso de estudiante que quiere obtener un grado, quiere éxito pero no se puede someter a una disciplina a una formación y al sacrificio que implica el logro de una carrera; lo que quiero decir es que en la vida tenemos que sacrificarnos y pasar por el sacrificio para llegar al triunfo, la vida cristiana es eso triunfar como Jesucristo, que resucita, estamos llamados al triunfo pero a través del sacrificio que va a conllevar la formación o la capacitación no lo que le gusta a la gente de la sociedad hoy en día, le gusta la vida fácil lo del menor esfuerzo. Un buen ciudadano tiene que luchar por tener éxitos en la vida, pero a través del sacrificio, el sacrificio y la muerte, tratar de llegar al triunfo como Jesucristo primero someternos a la muerte para llegar al triunfo. Hoy Domingo de Ramos centremonos en estas realidades que el Señor nos presenta. Ave María Purísima!