“¡Levántate y marcha!”. A partir de esta invitación de los Hechos de los Apóstoles, el Papa Francisco animó a los cristianos a dar un nuevo impulso a la evangelización, porque “una Iglesia que no se alza y se pone en marcha, se enferma”.
Estas palabras son “un signo de la evangelización”, afirmó. “Para evangelizar: ‘levántate y marcha’. No dice ‘quédate sentado, tranquilo en tu casa’. ¡No! La Iglesia para ser siempre fiel al Señor debe estar de pie y en camino: ‘levántate y marcha’. Una Iglesia que no se levanta, que no está en camino, se enferma”.
Se “cierra en el pequeño mundo de los chismes, de las cosas cerradas, sin horizontes”. “Levántate y marcha, en pie, en camino. Así debe actuar la Iglesia en la evangelización”.
El Pontífice se refirió a una segunda invitación presente en esta Lectura: “Acércate y ponte junto a ese carro”, que Felipe recibe del Espíritu. Según narra el Libro de los Hechos de los Apóstoles, en aquel carro viajaba un eunuco etíope, funcionario de la Reina de Etiopía, que trataba de entender la Sagrada Escritura y que le pide a Felipe que le guíe.
El Papa subraya cómo Felipe se acercó al etíope y le escuchó. “Todos los hombres, todas las mujeres, tienen una inquietud en el corazón, buena o fea, pero tienen una inquietud. Escucha esa inquietud”.
La Lectura no dice “fue e hizo proselitismo”, destaca Francisco. “¡No, no! Dice: ‘fue y escuchó’. Escuchar es el segundo paso de la evangelización. El primero es ‘levántate y marcha’, el segundo es ‘escucha’”.
“Aquella capacidad de escucha, de descubrir qué escucha la gente, qué escucha el corazón de la gente, qué piensa… ¿Piensan cosas erróneas? Yo quiero escuchar esas cosas equivocadas para entender bien dónde está la inquietud. Todos tenemos inquietudes dentro. El segundo paso de la Iglesia es encontrar la inquietud de la gente”.
Luego, aquel etíope le pidió a Felipe que le explicara la escritura del profeta Isaías, y Felipe empieza a predicar, señaló el Papa, y el funcionario etíope terminó pidiendo el Bautismo. “Esto fue posible porque Felipe se acercó a él y le escuchó”.
“Este método –ponerse en marcha, escuchar y predicar– no es proselitismo: es el método del testimonio de la obediencia. La Iglesia hoy nos dice: ‘Alégrate’. Alégrate, la alegría. La alegría de ser cristianos también en los malos momentos, porque después de la lapidación de Esteban se produjo una gran persecución y los cristianos se propagaron por todos lados, como la semilla que lleva el viento”, concluyó.
Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 8:26-40
26 El Angel del Señor habló a Felipe diciendo: «Levántate y marcha hacia el mediodía por el camino que baja de Jerusalén a Gaza. Es desierto.»
27 Se levantó y partió. Y he aquí que un etíope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etíopes, que estaba a cargo de todos sus tesoros, y había venido a adorar en Jerusalén,
28 regresaba sentado en su carro, leyendo al profeta Isaías.
29 El Espíritu dijo a Felipe: «Acércate y ponte junto a ese carro.»
30 Felipe corrió hasta él y le oyó leer al profeta Isaías; y le dijo: «¿Entiendes lo que vas leyendo?»
31 El contestó: «¿Cómo lo puedo entender si nadie me hace de guía?» Y rogó a Felipe que subiese y se sentase con él.
32 El pasaje de la Escritura que iba leyendo era éste: «Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, así él no abre la boca.
33 En su humillación le fue negada la justicia; ¿quién podrá contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.»
34 El eunuco preguntó a Felipe: «Te ruego me digas de quién dice esto el profeta: ¿de sí mismo o de otro?»
35 Felipe entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de Jesús.
36 Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde había agua. El eunuco dijo: «Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?»
38 Y mandó detener el carro. Bajaron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautizó,
39 y en saliendo del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y ya no le vio más el eunuco, que siguió gozoso su camino.
40 Felipe se encontró en Azoto y recorría evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.
Fuente: ACI Prensa