El mal y el pecado provienen del hecho de que los individuos y los grupos sociales prefieren seguir caminos dictados por intereses egoístas. Lo recordó el Papa Francisco antes de rezar el Ángelus del primer domingo de Adviento. También dijo que “velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir”
A la hora del Ángelus del primer domingo de Adviento – y tras haber celebrado anteriormente en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana la Santa Misa por la paz para la Comunidad Católica Congoleña que reside en Roma e Italia – el Santo Padre comenzó recordando a los miles de fieles y peregrinos que se dieron cita en la Plaza de San Pedro que el nuevo año litúrgico que hoy comienza nos conduce a celebrar la Navidad de Jesús.
Francisco recordó que en la primera lectura propuesta por la liturgia del día Isaías profetiza que al final de los días, estará firme el monte del templo del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas y que hacia él confluirán todas las naciones. Y explicó que “el templo del Señor en Jerusalén se presenta como el punto de convergencia y encuentro de todos los pueblos”.
Asumir una actitud de peregrinación
De manera que – como dijo el Papa – “la maravillosa visión de Isaías es una promesa divina y nos impulsa a asumir una actitud de peregrinación, de camino hacia Cristo, sentido y fin de la historia”. De donde se deduce que “los que tienen hambre y sed de justicia sólo pueden encontrarla recorriendo los caminos del Señor, mientras que el mal y el pecado provienen del hecho de que los individuos y los grupos sociales prefieren seguir caminos dictados por intereses egoístas, que causan conflictos y guerras”.
Adviento: tiempo propicio para acoger a Jesús
Tras recordar que el Adviento es el tiempo propicio para acoger la venida de Jesús, que viene como mensajero de paz para indicarnos los caminos de Dios, el Santo Padre Francisco afirmó que en el Evangelio de hoy, “Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida”. Y dijo que “velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir”. Por esta razón añadió: