El mundo está reunido en torno a Francisco, que ha alcanzado la meta de medio siglo de vida sacerdotal. La Diócesis de Roma, en particular, agradece afectuosamente al Papa y reza por este aniversario. El Cardenal De Donatis afirma: “Nos conduce de la mano por los caminos del hombre, ‘misericordiando’, con una mirada de amor y ternura”.
Si hay un riesgo del que un sacerdote debe protegerse, es el de la falta de atención a la llama que un día misteriosamente ardió su corazón. El Papa lo ha convertido en un punto de constante vigilancia y apelación al clero de todas las latitudes. Cualquier cosa puede pasar, pero sin olvidar el primer amor. Si incluso el cansancio aplasta y la desilusión devora la esperanza, un sacerdote -dijo y repite Francisco – debe volver siempre “a aquel punto luminoso” en el que la gracia de Dios lo tocó “al principio del camino”. Porque “es de esa chispa que puedo encender el fuego para el hoy”.
A lo largo de los caminos del hombre
El Papa desde el fin del mundo no ha olvidado esta necesidad esencial y hoy la Iglesia universal y los líderes mundiales que le dirigen saludos y agradecimientos, tienen ante sí a este siervo del pueblo de Dios. Un hombre y un sacerdote que “nos lleva de la mano por los caminos del hombre, ‘misericordiando’, con una mirada de amor y ternura”, escribe el Cardenal Vicario Angelo De Donatis en nombre de la Diócesis de Roma, la Diócesis del Papa.