Ciudad del Vaticano. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y la Organización Mundial de la Salud han lanzado nuevas directrices para la prevención y el control de COVID-19 en las escuelas.
En marzo de 2020 la epidemia de coronavirus (COVID-19) ha sido declarada una emergencia de salud pública de interés internacional.
El virus se propagó a varios países y territorios, y continúa su curso, por lo que, tal como afirma un comunicado del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, y la Organización Mundial de la Salud, “es importante que las comunidades adopten medidas preventivas para ulteriores transmisiones, a fin de reducir los efectos de la epidemia y apoyar las medidas de control”. Subrayan en particular la necesidad de proteger a los niños y las instalaciones escolares.
Es necesario adoptar medidas preventivas
Los organismos señalan que “es necesario tomar precauciones para evitar la posible propagación de COVID-19 en contextos escolares”. Es deber evitar, además “la estigmatización de los estudiantes y el personal que puedan haber estado expuestos al virus”.
El COVID-19 no hace ninguna diferencia en cuanto a fronteras, etnicidad, discapacidad, edad o género. Los contextos educativos deben seguir siendo entornos acogedores, respetuosos, inclusivos y de apoyo para todos.
Las indicaciones
Las medidas adoptadas por las escuelas pueden prevenir la infección por COVID-19 entre los estudiantes y el personal que puedan haber estado expuestos al virus, por lo tanto, “los estudiantes, profesores y demás personal enfermo no deben ir a la escuela«.
Las escuelas deben exigir el lavado regular de las manos con agua y jabón seguros, alcohol, desinfectante de manos o soluciones de cloro y, como mínimo, la desinfección y limpieza diaria de las superficies escolares.
Las escuelas deben proporcionar agua, servicios higiénico-sanitarios y estructuras para la gestión de los desechos y seguir los procedimientos de limpieza y descontaminación del ambiente.
Asimismo, deben promover el distanciamiento social (medidas que se están adoptando para frenar la propagación de una enfermedad altamente contagiosa, incluida la limitación de los grandes grupos de personas que se reúnen).
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Un estudiante de primaria utiliza un dispensador de desinfectante autoconstruido, controlado por un sensor de movimiento, montado con piezas de Lego
Alentar a estudiantes a ser defensores de la prevención
La OMS, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja señalan que las directrices, aunque son específicas para los países que ya tienen confirmada la transmisión de COVID-19, son pertinentes en todos los demás contextos.
La educación puede alentar a los estudiantes a convertirse en defensores de la prevención y el control de las enfermedades en el hogar, en la escuela y en sus comunidades, hablando con otras personas sobre cómo prevenir la propagación de los virus.
El mantenimiento de actividades escolares seguras o la reapertura de las escuelas después del cierre requiere muchas consideraciones pero, si se hace bien, puede promover la salud pública.
Apoyar el acceso continuo a una educación de calidad
Los organismos indican, por último, que «en caso de ausentismo/enfermedad o cierre temporal de la escuela» se debe «apoyar el acceso continuo a una educación de calidad». Esto puede incluir el utilizo de herramientas de aprendizaje en línea, la asignación de lecturas y ejercicios para el estudio en casa; las transmisiones de radio, podcast o televisión de contenido académico, la asignación a los profesores de la tarea de realizar un seguimiento remoto diario o semanal con los estudiantes y el revisar y/o desarrollar estrategias de educación acelerada.
Fuente: VaticanNews