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Homilía de Mons. Francisco Ozoria Acosta Misa Crismal Jueves Santo

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Homilía de Mons. Francisco Ozoria Acosta Misa Crismal Jueves Santo

Muy queridos hermanos y hermanas

Querido Pueblo de Dios! Querida Arquidiócesis de Santo Domingo:

Hemos comenzado esta celebración diciendo que aquí está la Iglesia,  aunque seamos pocos aquí presente hay  un gran Pueblo que está participando de esta celebración por vía de la radio, de la televisión, por  los medios… Estamos viviendo una situación difícil que nos ha cambiado la vida, que nos ha cambiado todos los procesos y por eso estamos aquí; pero nuestra fe nos enseña que no importa la cantidad y no importa cómo estemos, lo importante es que Jesucristo está con nosotros. Él ha instituido su Iglesia, esa Iglesia que participa de su Misión, como esa misión que nos ha dado, que se nos ha leído en el evangelio:  somos esa  Iglesia, somos la Iglesia  es un pueblo sacerdotal.

Hoy, Jueves Santo,  es un día para reflexionar sobre esa Iglesia que es un pueblo sacerdotal;  sacerdotal porque Cristo lo ha querido así. Todos somos sacerdotes por el bautismo. El bautismo nos ha constituido como sacerdotes y se habla así del sacerdocio común de los fieles, el sacerdocio común de los cristianos, ese sacerdocio que tiene también una misión,  una misión de evangelizar, una misión profética… todos nosotros estamos en la misión de Cristo,  Cristo nos ha constituido sus sacerdotes como pueblo de Dios. También, Cristo ha querido constituir el sacerdocio ministerial y al frente de ese pueblo sacerdotal ha colocado a los sacerdotes, el sacerdocio ministerial, que tienen así como él una triple misión: la misión de santificar,  la misión de enseñar y la misión de pastorear. Todos nosotros, los sacerdotes, que participamos del sacerdocio de Jesucristo como ministros ordenados hemos sido constituidos sacerdotes con esa triple misión de enseñar santificar y pastorear; por eso, hoy es un día especial del sacerdocio,  del sacerdocio común del que todos participamos pero de una manera muy especial, del sacerdocio ministerial participamos nosotros de esa triple misión de Jesús sacerdote y este sentido en esta celebración de este sacerdocio que se recuerda siempre en esta Misa Crismal porque tendremos la bendición de los aceites y la consagración del Santo  Crisma. Con estos aceites y esta bendiciones del Santo Crisma, se va a ejercer la vida de la Iglesia, porque de aquí el Oleo de los Catecúmenos, el Oleo de los Enfermos y el Santo Crisma significan eso  el Sacramento de la Iglesia,  la vida de la Iglesia para que todos nosotros nos santifiquemos, para que todos nosotros también ejerzamos esa triple misión que el señor nos ha encargado. Como Iglesia somos un pueblo sacerdotal, tenemos una misión, participamos de la triple misión de Jesucristo que es sacerdote, Sumo y Eterno Sacerdote. El día de hoy nos invita a reflexionar sobre la Eucaristía. La Eucaristía, instituida también este día junto al sacerdocio, ellos  eucaristía son, como yo suelo decir, la eucaristía y sacerdocio son dos sacramentos gemelos fruto de una misma acción de Jesucristo, cuando en la última Cena  instituyendo la Eucaristía  dio el mandato a sus discípulos de  “hacer esto en memoria mía”…. y ahí nace el sacerdocio en la Eucaristía, junto con la Eucaristía;  y esto es tanto para el sacerdocio común de los fieles como para el sacerdocio ministerial.

La Eucaristía viene a ser ese alimento,  viene hacer la vida la vida del sacerdote, la vida de los laicos con su sacerdocio común, la vida del sacerdote que es a la vez ministro de la Eucaristía. Y este sentido, recordando al santo padre San Juan Pablo Segundo, que nos dejó la encíclica sobre la Eucaristía, donde él dice que “la  Eucaristía hace la Iglesia y la Iglesia hace la Eucaristía”, quiere decir que la Iglesia sin la Eucaristía no sería la Iglesia…y de igual manera  un cristiano que no valore la Eucaristía, que no vea la importancia de la Eucaristía  en su vida pues no es un verdadero cristiano y esto tiene que ver también directamente con el sacerdocio ministerial, los ministros ordenados sacerdotes, también la misma cosa se le aplica: el sacerdote, el ministro ordenado sacerdote, él hace la Eucaristía, sus palabras, sus gestos, consagran la eucaristía, pero a la vez esa Eucaristía le hace a él, el ministro cualificado en la Iglesia y un sacerdote que no valore la Eucaristía, y esto suena como algo raro, pero se dan casos de una infravaloración de la Eucaristía por parte de sacerdotes… uno que no valore la Eucaristía, pues, no hace una buena función como sacerdote.

Digo que hay casos porque cuando un sacerdote prioriza otras acciones, prioriza distintas cosas y deja la Eucaristía de lado está infravalorando la Eucaristía. Por ejemplo, algo que me he enterado, tal vez no fue aquí, en una Parroquia, el sacerdote está haciendo un trabajo está frente a la computadora y es la hora de la misa y él dice: “Ayyyy… yo no puedo ir ahora, que celebren la Palabra, que vaya el diácono o el ministro porque estoy ocupado en una tarea”. Tal vez muy buena… haciendo un trabajo muy bien, pero está infravalorando el sacramento de la Eucaristía que es un servicio a la comunidad, está infravalorando el sacramento de la Eucaristía incluso para él mismo. Por eso, tenemos que reflexionar sobre esto en este día del sacerdocio cómo nosotros estamos en función de la Eucaristía no solamente como para los demás sino también para nosotros. A veces caemos en ese error de ser funcionarios de la Eucaristía, la hacemos y celebramos para los otros nada más y no para nosotros mismos.

 

Hay una relación muy estrecha del sacerdote y la Eucaristía y justamente hoy, en este día sacerdotal en este Jueves Santo, día de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio debemos pensar y orar también por este aspecto de nuestra vida, por este aspecto de nuestra espiritualidad, algo constitutivo para nosotros,  algo constitutivo para nosotros como sacerdotes, como ministros ordenados pero también para los laicos por su sacerdocio bautismal. Hoy, también, es el día de la Caridad.  No se entiende la Iglesia sin este mandato de Jesús sobre el amor “les doy un Mandato Nuevo que se amen unos a otros”… no se entiende la Iglesia sin la vivencia de ese mandato,

de ese Mandamiento Nuevo. Hoy es el día del Amor, hoy es el día de la Caridad. La Caridad, que se traduce en un compartir con los demás, en una solidaridad; y, justamente, nosotros estamos en esta situación ahora viviendo momentos difíciles por lo de la pandemia del Coronavirus donde se hace más urgente, donde se hace más necesario el ser solidarios.

La Caridad, esta caridad es algo fundamental para la vida  de un cristiano, y es fundamental para todos los cristianos por el bautismo pero también para el sacerdote ministerial el ser solidario, el vivir este Mandamiento del Amor pero con gestos prácticos. Por eso damos gracias a Dios que las distintas Parroquias, Zonas Pastorales y Vicarías se ha organizado la asistencia a los necesitados, algo que se pueda hacer… Corremos el peligro de que esas asistencias dependan de cosas que recibimos y que damos…Yo creo que lo primero es lo personal, nosotros como persona, ¿cómo podemos hacer más en este aspecto de la solidaridad? La gente esta esperando de la Iglesia.  La Iglesia como institución hace ese trabajo por un mandato de Jesús porque es el mismo Jesús que nos quiere  a nosotros solidarios y todo lo que hagamos en este aspecto será poco, dada las tantas necesidades que hay; los pobres están esperando esa solidaridad. Por eso, en todas las Parroquias, todos los sacerdotes, los diáconos deben esforzarse más y más por vivir este aspecto de la Vida Cristiana que es fundamental: el Mandato Nuevo del Amor, que se traduce en calidad; se traduce en Solidaridad. Vamos a pedir al Señor por esta misión que tenemos como sacerdotes, como pastores, tenemos esta misión de santificar al pueblo de Dios. Por eso, nuestras celebraciones, aunque sea por los distintos medios, estamos celebrando la Eucaristía para santificar al pueblo de Dios, para orar al Señor por esta situación… santificar al pueblo de Dios pero también este aspecto de la caridad la vivencia de la Caridad es fundamental, justamente en esta situación en que vivimos pedimos al Señor que nos dé sobre todo esta conciencia de ser sacerdote, de estar al Servicio del pueblo de Dios, al servicio de la santificación de este pueblo, de todo el pueblo, el Universo, y de ser solidarios; esa conciencia de vivir, de la obligación que tenemos de ser solidarios y de vivir este Sacramento del Amor.

 

 Ave María Purísima!

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