Inicio Papa Francisco El Papa reza por quienes se ocupan de la limpieza. Solo en Dios Padre somos hermanos

El Papa reza por quienes se ocupan de la limpieza. Solo en Dios Padre somos hermanos

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El Papa reza por quienes se ocupan de la limpieza. Solo en Dios Padre somos hermanos

En la misa en la Casa Santa Marta, Francisco piensa en aquellos que realizan servicios de limpieza en casas, hospitales, calles, un trabajo escondido necesario para sobrevivir.

Hoy nuestra oración es por las muchas personas que limpian los hospitales, las calles, que vacían los cubos de basura, que van por las casas para llevarse la basura: un trabajo que nadie ve, pero es un trabajo que es necesario para sobrevivir. Que el Señor los bendiga, los ayude.

En su homilía, el Papa comentó el Evangelio de hoy (Jn 14, 15-21) en el que Jesús dice a sus discípulos: “Si me aman, cumplirán mis mandamientos; yo le rogaré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, sí lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes. No los dejaré desamparados, sino que volveré a ustedes».

Al despedirse de los discípulos, Jesús -afirmó Francisco- les da tranquilidad y paz, con una promesa: «No los dejaré huérfanos». «Los defiende de ese dolor, de esa dolorosa sensación de orfandad. Hoy en el mundo hay un gran sentimiento de orfandad: muchos tienen muchas cosas, pero falta el Padre. Y en la historia de la humanidad esto se repite: cuando el Padre falta, falta algo y siempre existe el deseo de encontrarse, de encontrar al Padre, también en los mitos antiguos: pensemos en los mitos de Edipo, de Telémaco» y muchos otros que siempre muestran esta búsqueda del Padre que falta.

«Y hoy podemos decir que vivimos en una sociedad en la que falta el Padre, un sentido de orfandad que toca la pertenencia y la fraternidad. Por eso Jesús promete: «Rezaré al Padre y Él les dará otro Paráclito». Me voy, dice Jesús, pero vendrá otro que les enseñará el acceso al Padre. Él le recordará el acceso al Padre. El Espíritu Santo no viene a «hacer sus clientes»; viene para señalar el acceso al Padre, para recordarles el acceso al Padre, aquello que Jesús abrió, aquello que Jesús mostró. No hay una espiritualidad sólo del Hijo, sólo del Espíritu Santo: el centro es el Padre. El Hijo es el enviado por el Padre y regresa al Padre. El Espíritu Santo es enviado por el Padre para recordar y enseñar el acceso al Padre».

«Sólo con esta conciencia de los hijos que no son huérfanos se puede vivir en paz entre nosotros. Las guerras, siempre, ya sean pequeñas o grandes, siempre tienen una dimensión de orfandad: falta el Padre para hacer la paz». Por esta razón – explica el Papa comentando la primera lectura de hoy – Pedro invita a la primera comunidad cristiana a responder con dulzura, respeto y con una conciencia recta a aquellos que piden la razón de la fe: «es decir, la mansedumbre que da el Espíritu Santo. El Espíritu Santo nos enseña esta mansedumbre, esta dulzura de los hijos del Padre. El Espíritu Santo no nos enseña a insultar. Y una de las consecuencias del sentido de orfandad es el insulto, las guerras, porque si no está el Padre no hay hermanos, se pierde la hermandad. Son – esta dulzura, respeto, mansedumbre -, son actitudes de pertenencia, de pertenencia a una familia» que tiene un Padre, «que es el centro de todo, el origen de todo, la unidad de todos, la salvación de todos, porque envió a su Hijo para salvarnos a todos». Y envía al Espíritu Santo para recordarnos el acceso al Padre, «esta paternidad, esta actitud fraternal de mansedumbre, gentileza, paz».

«Pidamos al Espíritu Santo que nos recuerde siempre, siempre, este acceso al Padre, que nos recuerde que tenemos un Padre, y a esta civilización que tiene un gran sentido de la orfandad, conceda la gracia de reencontrar al Padre, el Padre que da sentido a toda la vida y hace de los hombres, una familia».

El Papa invitó a hacer la comunión espiritual con esta oración:

Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo recibirte sacramentado, ven al menos espiritualmente a mi corazón. Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.

Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se entonó la antífona mariana «Regina Coeli», que se canta durante el Tiempo Pascual:

Regina coeli, laetare, alleluia.
Quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.

Reina del cielo alégrate; aleluya.
Porque el Señor a quien has merecido llevar; aleluya.
Ha resucitado según su palabra; aleluya.
Ruega al Señor por nosotros; aleluya.

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