El Papa Francisco, este domingo 12 de julio, ha recitado la oración del Ángelus ante cientos de peregrinos que se han hecho presente en la Plaza de San Pedro en Roma.
Es mediodía en la ciudad de Roma y el Papa Francisco da inicio a la oración del Ángelus. Cientos de peregrinos están distribuidos en la Plaza de San Pedro, respetando las medidas sanitarias para evitar la propagación del Covid-19.
El Papa francisco retoma el texto del Evangelio de Mateo 13,1-23, en el que Jesús cuenta a una gran multitud la parábola del sembrador. En este relato, afirma el Obispo de Roma hay “cuatro tipos diferentes de terreno. La Palabra de Dios, representada por las semillas, no es una Palabra abstracta, sino que es Cristo mismo, el Verbo del Padre que se ha encarnado en el vientre de María. Por lo tanto, acoger la Palabra de Dios quiere decir acoger la persona de Cristo”.
Distintas maneras de recibir la Palabra de Dios
El Papa identifica en el texto cuatro maneras de acoger la Palabra de Dios: como un camino, como un pedregal, como un terreno donde crecen arbustos y como el terreno bueno.
Acoger la palabra de Dios como un camino donde vienen los pájaros y se comen las semillas. Aquí, dice Francisco, “Es la distracción, un gran peligro de nuestro tiempo. Acosados por tantos chismorreos, por tantas ideologías, por las continuas posibilidades de distraerse dentro y fuera de casa, se puede perder el gusto del silencio, del recogimiento, del diálogo con el Señor, tanto como para arriesgar perder la fe”.
En el pedregal no abunda la tierra, afirma el Papa, “Allí la semilla brota en seguida, pero también se seca pronto, porque no consigue echar raíces en profundidad. Es la imagen del entusiasmo momentáneo pero que permanece superficial, no asimila la Palabra de Dios. Y así, ante la primera dificultad, un sufrimiento, una turbación de la vida, esa fe todavía débil se disuelve, como se seca la semilla que cae en medio de las piedras”.
En el terreno donde abundan los arbustos espinosos, las espinas se constituyen en “el engaño de la riqueza, del éxito, de las preocupaciones mundanas… Ahí la Palabra se ahoga y no trae fruto”.
Finalmente, el terreno bueno. Aquí enfatiza Francisco, “y solamente aquí la semilla arraiga y da fruto. La semilla que cae en este terreno fértil representa a aquellos que escuchan la Palabra, la acogen, la guardan en el corazón y la ponen en práctica en la vida de cada día”.
La Palabra de Dios, semilla fecunda y eficaz
El Papa Francisco afirma que la parábola del Sembrador “Nos recuerda que la Palabra de Dios es una semilla que en sí misma es fecunda y eficaz; y Dios la esparce por todos lados con generosidad, sin importar el desperdicio. ¡Así es el corazón de Dios! Cada uno de nosotros es un terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra, ¡sin excluir a nadie!” Seguidamente, nos invita a cuestionarnos cómo cada uno de nosotros acogemos la Palabra de Dios y a identificar el tipo de terreno que somos.
La misión
Francisco nos invita a hacer madurar la semilla de la Palabra de Dios: “hacerla fructificar depende de nosotros, depende de la acogida que reservamos a esta semilla. A menudo estamos distraídos por demasiados intereses, por demasiados reclamos, y es difícil distinguir, entre tantas voces y tantas palabras, la del Señor, la única que hace libre. El Papa animó a quienes le escuchaban a llevar con ellos un ejemplar de la Palabra de Dios, “una edición de bolsillo del Evangelio, en tu bolsillo, en tu bolso… Y así, lee un trocito cada día, para que te acostumbres a leer la Palabra de Dios y entiendas bien qué semilla te ofrece Dios y pienses con qué tierra la recibo”.
Francisco terminó la reflexión invocando a la Virgen María, “modelo perfecto de tierra buena y fértil, nos ayude, con su oración, a convertirnos en tierra disponible sin espinas ni piedras, para que podamos dar buenos frutos para nosotros y para nuestros hermanos”.