La Congregación para la Doctrina de la Fe presentó la carta “Samaritanus Bonus” sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida en la que confirmó la condena a la eutanasia y al suicidio asistido.
La presentación del documento se llevó a cabo este 22 de septiembre en la oficina de prensa de la Santa Sede y fue presida por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Luis Ladaria Ferrer.
En su intervención, el Cardenal Ladaria destacó que la enseñanza de la Iglesia en este tema es clara, como lo demuestran los conocidos documentos magisteriales como la Carta Encíclica “Evangelium Vitae” de San Juan Pablo II (25 de marzo de 1995), la declaración “Iura et bona” de la Congregación para la Doctrina de la Fe (5 de mayo de 1980), la carta de los operadores sanitarios de 2016 del entonces Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios.
El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe destacó la importancia de la presencia, del estar al lado de la persona enferma, “que sienta que no se le abandona, que se le haga ver que hay esperanza, que la esperanza nunca termina”.
Además, el Cardenal Ladaria advirtió que “una compasión que no va acompañada por la verdad, en el respeto de la vida humana en todas las fases de su existencia, es una compasión que no es recta” y reiteró la importancia del ser cercano, porque “las actitudes son más importantes que los razonamientos” y citó a San Pablo VI al afirmar que “nuestro tiempo cree más a los testimonios que los maestros”.
“No es admisible por parte de quienes asisten espiritualmente a estos enfermos cualquier gesto externo que pueda interpretarse como una aprobación, incluso implícita, de la acción de eutanasia, como, por ejemplo, permanecer presente en el instante de su realización”, indicó el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Luego, el secretario del mismo dicasterio, Mons. Giacomo Morandi recordó la compasión de Jesús y la relatada en la parábola del buen samaritano y alertó sobre las equivocaciones y ambigüedades acerca la falsa compasión y la “muerte digna” ya que “la compasión se expresa también en el no compartir ciertas elecciones”.
Por su parte, la sub secretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Gabriella Gambino, señaló que “cada uno de nosotros fue creado a imagen y semejanza de Dios y está destinado a la comunión con Él: en esta vocación está el fundamento de nuestra dignidad”.
“La vida humana es siempre un bien intangible e inalienable, del que nadie puede privar a otro, ni siquiera bajo pedido. No existe el derecho a disponer de la propia vida, no existe el derecho a disponer de la vida de otros”, advirtió Gambino quien añadió que “esto vale también para los niños en edad prenatal y pediátrica”.
Por ello, Gabriella Gambino indicó que “el aborto selectivo y eugenésico es gravemente ilícito, al igual que, después del nacimiento, la suspensión o no activación del tratamiento para el niño solo por la posibilidad o el temor de desarrollar discapacidades” ya que “el niño, antes y después del nacimiento, tiene la misma continuidad de cuidados y cuidados que los adultos, lo que hoy se puede implementar en los hospicios perinatales”.
La carta “Samaritanus bonus” de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue aprobada por el Papa Francisco el 25 de junio de 2020 y el dicasterio eligió como fecha del documento el 14 de julio, memoria litúrgica de San Camillo de Lellis.
En el documento se lee que “en las estructuras hospitalarias y asistenciales inspiradas en los valores cristianos, es más necesario que nunca hacer un esfuerzo, también espiritual, para dejar espacio a una relación construida a partir del reconocimiento de la fragilidad y la vulnerabilidad de la persona enferma”.
Asimismo, confirma la enseñanza del Magisterio que prohíbe la eutanasia y el suicidio asistido al recordar que la eutanasia “es un acto intrínsecamente malo, en toda ocasión y circunstancia” y ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo porque “se trata, en efecto, de una violación de la ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen contra la vida, de un atentado contra la humanidad”.
Por ello, la carta “Samaritanus Bonus” insiste que “la Iglesia está llamada a acompañar espiritualmente a los fieles en esta situación” y explica que “un acompañamiento para hacer renacer la esperanza y modificar la elección errónea, y que el enfermo se abra al acceso a los sacramentos”.
“La parábola del Buen Samaritano indica cual debe ser la relación con el prójimo que sufre, que actitudes hay que evitar – indiferencia, apatía, prejuicio, miedo a mancharse las manos, encerrarse en sus propias preocupaciones – y cuales hay que poner en práctica – atención, escucha, comprensión, compasión, discreción”.
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