Tenía 90 años. Fue el primer cardenal camerunés, promotor de la paz y el respeto de los derechos humanos en una tierra herida. El Arzobispo de Douala, Monseñor Samuel Kleda: hemos perdido a un gran pastor.
El cardenal Christian Wiyghan Tumi, arzobispo emérito de Douala, ha fallecido en la madrugada de hoy, 3 de abril, a la edad de 90 años. Pasó su vida como pastor por la pacificación y el desarrollo de su país, Camerún. Ha recibido el premio Nelson Mandela en 2019 por promover la paz y el respeto de los derechos humanos contra toda discriminación étnica y religiosa en Camerún. «Estamos obligados a hacer todo lo posible, incluso a costa de nuestras vidas, para que vuelva la paz», había dicho el cardenal antes de los enfrentamientos y la violencia que se iniciaron en 2016 tras las reivindicaciones de los cameruneses de habla inglesa que se movilizaron para denunciar su marginación. Con emoción, Mons. Samuel Kleda, arzobispo de Douala, habla del cardenal Tumi:
«Nuestro pastor nos dejó muy temprano esta mañana. Era un gran pastor; un hombre que amaba estar cerca de la gente, que luchaba por la justicia. Hemos perdido una gran figura. Debido a sus actividades, últimamente estaba muy cansado. Anuncié esta triste noticia a todos los fieles y pedí a todos los que conocían al cardenal que rezaran por él, para que el Señor lo reciba en su grande e infinita misericordia».
El secuestro
En noviembre de 2020, el cardenal Tumi fue secuestrado a manos de un comando armado de separatistas anglófonos de la conflictiva región de Ambazonia contra su acción pacificadora. El cardenal fue liberado al cabo de unas horas. Tumi también se oponía porque animaba a los jóvenes a asistir a las escuelas locales, consideradas por los separatistas un símbolo del poder central. Su secuestro se produjo después de la masacre de ocho niños en la escuela bilingüe internacional Madre Francisca de Kumba, por la que el Papa había expresado su dolor, lanzando un llamamiento al fin de la violencia durante la audiencia general del 28 de octubre.
«Sólo estará aquí un momento»
El cardenal Tumi nació el 15 de octubre de 1930 en Kikaikelaki. Era el cuarto de siete hijos: antes de él, dos hermanos murieron poco después de su nacimiento. Sus padres le encomendaron a Dios, dándole el segundo nombre Wiyghan, que significa «está de viaje y estará aquí sólo un momento». Vivirá una larga vida. Soñaba con ser profesor, pero un encuentro con un seminarista le hizo descubrir su vocación al sacerdocio.
Obispo y cardenal por voluntad de Juan Pablo II
Ordenado sacerdote en 1966, ejerció su ministerio como vicario parroquial en Fiango y luego, hasta 1969, se dedicó a la enseñanza como profesor en el seminario menor «Bishop Rogan College». Tras estudiar en el extranjero, en 1973 fue nombrado rector del Seminario Mayor Regional de Bambui, en la archidiócesis de Bamenda. San Juan Pablo II lo nombró Obispo de Yagoua en 1979 y al año siguiente lo consagró en la Basílica de San Pedro. Arzobispo de Garoua a principios de los 80, Wojtyla le creó cardenal en 1988. De 1991 a 2009 fue arzobispo de Duala. Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Camerún y del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar (SECAM). Ha participado en varios sínodos, incluidas las dos asambleas especiales para África de 1994 y 2009.
Una vida al servicio de Dios y de los demás
En 2008, Tumi recibió el premio «Cardenal von Galen» de «Human Life International» por su trabajo en favor de la familia y el respeto de los derechos y la democracia. En 2011 «Transparencia Internacional» le concedió el «Premio a la Integridad» por su labor en favor de la legalidad. Su compromiso con el diálogo ecuménico e interreligioso es firme. En sus diócesis ha promovido centros de formación espiritual, escuelas y dispensarios, siempre atentos a los más pobres y marginados. Autoridad moral indiscutible en Camerún, tronó contra la corrupción y la injusticia. Siempre buscó la paz y la unidad entre adversarios y enemigos: «Es necesario escuchar al otro», dijo, «porque cuando hay un verdadero diálogo, se pueden resolver muchos problemas». Pero fue la fe en Jesús la que movió cada paso de su vida, como dice su lema episcopal tomado del Salmo 40: «Aquí estoy, Señor, vengo a hacer tu voluntad».
Fuente: VaticaNews