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El Papa: una guía para sentir las mociones del Espíritu y buscar la voluntad de Dios

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El Papa: una guía para sentir las mociones del Espíritu y buscar la voluntad de Dios

El Santo Padre Francisco comenta el libro del padre Miguel Ángel Fiorito «Buscar y hallar la voluntad de Dios. Guía práctica a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola», editado por Ancora del cual escribe el prefacio. Francisco acompaña en el descubrimiento de la publicación que define como «modular», un libro abierto «para ayudar» a los que dan y a los que hacen los Ejercicios. Las palabras del Papa en el videomensaje.

«Ayudar» es la palabra clave del breve prólogo con el que Miguel Ángel Fiorito nos introduce en su libro Buscar y hallar la voluntad de Dios. Es una verdadera mina para entrar en el alma de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Nosotros, sus discípulos, solíamos llamar a Fiorito «el maestro». Las ayudas que nos daba eran sencillas pero necesarias. Este libro los reporta con una estructura abierta o, como diríamos hoy, interactiva. Me detengo en algunas cosas que fueron buenas para mí, y espero que puedan ser buenas para otros.

Fiorito insiste dos veces en que su ayuda es «hasta cierto punto». Esta conciencia y aceptación de sus propios límites nos indica lo profundos que eran en él el respeto y la confianza en la libertad del otro. Su ayuda llega hasta el punto en que el otro, en su libertad, desea sinceramente dejarse ayudar.

La ayuda espiritual es una ayuda para la libertad. Es, pues, un apoyo guiado por una caridad discreta que, sin maltratar los límites, sabe encontrar incluso esos «deseos de los deseos» en los que se apoya la gracia. Con este deseo del deseo es posible ayudar a los que practican la vida espiritual a dar un paso adelante con valentía y audacia.

El libro se compone de fichas de lectura espiritual. Fiorito escribe: «Hemos transformado en una ‘ficha de lectura espiritual’ todo lo que nos ha hecho bien en los autores que citamos, para ayudar, de alguna manera, a la práctica del ‘mes de ejercicios'».

Lo que Fiorito llama «ficha de lectura espiritual» es un género literario propio, original. Fiorito solía distribuir panfletos mimeografiados con tinta azul. El tema tratado en estos panfletos debía caber en una hoja horizontal -a veces casi sin márgenes- para que el contenido pudiera leerse todo seguido. Eran escritos cortos, interesantes y siempre prácticos. En ellos hacía suyos textos de otros autores, utilizándolos libremente, comentándolos, anotándolos.

Esta «conversión» de un material rico y compuesto en fichas de lectura manejables es el fruto de un largo trabajo de contemplación y discernimiento. Lo que Ignacio llama «reflexión para sacar fruto» de lo contemplado y de lo que nos ha hecho bien, en manos de Fiorito se transforma en fruto rumiado y distribuido en raciones pensando en lo que el ejercitante puede y debe asimilar en cada etapa de sus Ejercicios.

Por ello, advierto al lector que este libro debe ser leído y utilizado en la misma dinámica y con el mismo espíritu con el que fue escrito. Estamos, pues, ante un libro «modular», un libro abierto «para ayudar» a los que dan y a los que hacen los Ejercicios. De ahí la importancia de los índices y del texto de los Ejercicios que enriquecen esta edición de Ancora, que agradezco aquí, editada por los padres de la revista La Civiltà Cattolica.

El maestro concluye su prólogo señalando que su comentario práctico será de ayuda para quienes deseen practicar los Ejercicios, no sólo estudiarlos. El objetivo es darse tiempo para sentir las mociones del Espíritu, y buscar concretamente la voluntad de Dios a través de la «reforma» de la propia vida. 

En este sentido, me parece interesante destacar cómo se amplía y profundiza el concepto de «reforma», tan en boga hoy en día. En los Ejercicios, la reforma no sólo está en tensión con lo que antes estaba deformado. Reformar es también conformarse con lo nuevo, es decir, con la vida, el estilo, los criterios y las elecciones del Señor. La reforma no tiene un carácter funcional, ni de autoperfeccionamiento, sino que está orientada a la misión. Si nos fijamos en el ejemplo de San Pedro, vemos que cada vez que se confiesa pecador, el Señor le llama inmediatamente a seguirle, perfeccionándole no en todo, sino en lo necesario para ser pescador de hombres y apacentar sus ovejas. El Señor no le pedirá a Pedro que se ponga a reformar todas las faltas que arrastra de su vida pasada, sino que le invitará a salir de sí mismo para anunciar el Evangelio, misión en la que se reformará el pasado respecto a ciertas cosas y no tanto respecto a otras.

Según el modelo del Evangelio, el fuego y la forma interior de los Ejercicios, como dice Fiorito, consisten en la acción interior de conocer -a través del discernimiento- «la voluntad divina sobre las cuestiones relevantes de nuestra vida espiritual».

 
Fuente: VaticanNews

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