“Iré como peregrino de esperanza y de paz, para celebrar con ustedes la fe en nuestro Señor y también para aprender de vuestra caridad y vuestra constancia en busca de la paz y la armonía”, así definía el Papa Francisco el viaje que realizó del 6 al 11 de septiembre de 2017 a Colombia.
El largo proceso para conseguir la paz en Colombia, podemos decir que marcó el vigésimo viaje apostólico del Papa Francisco, en esta ocasión al sudamericano país de Colombia, así lo dice en el videomensaje dirigido al pueblo colombiano antes de su visita: “Dar el primer paso nos anima a salir al encuentro del otro y a extender la mano, y darnos el signo de paz. La paz es la que Colombia busca desde hace mucho tiempo y trabaja para conseguirla. Una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos. La paz nos recuerda que todos somos hijos de un mismo Padre que nos ama y nos consuela”.
“Dar el primer paso”
El Papa Francisco en el encuentro con los obispos, religiosos, religiosas y seminaristas les dijo: “Vengo para anunciar a Cristo y para cumplir en su nombre un itinerario de paz y reconciliación. ¡Cristo es nuestra paz! ¡Él nos ha reconciliado con Dios y entre nosotros!”
Francisco insistió: “Bien saben que Dios es el Señor del primer paso. Él siempre nos primerea (…) Y, en la plenitud del tiempo, quiso revelarnos el primer paso, el nombre del primer paso, de su primer paso. Se llama Jesús y es un paso irreversible. Proviene de la libertad de un amor que todo lo precede. Porque el Hijo, Él mismo, es expresión viva de dicho amor (…) Cuiden pues, con santo temor y conmoción, ese primer paso de Dios hacia ustedes y, con su ministerio, hacia la gente que les ha sido confiada, en la conciencia de ser ustedes sacramento viviente de esa libertad divina que no tiene miedo de salir de sí misma por amor, que no teme empobrecerse mientras se entrega, que no tiene necesidad de otra fuerza que el amor”.
Sean el otro brazo de la Amazonía
Al final de este mensaje el Obispo de Roma subrayaba la importancia de la Iglesia en Amazonía: Por esto los invito a no abandonar a sí misma la Iglesia en Amazonia. La consolidación de un rostro amazónico para la Iglesia que peregrina aquí es un desafío de todos ustedes, que depende del creciente y consciente apoyo misionero de todas las diócesis colombianas y de su entero clero. He escuchado que en algunas lenguas nativas amazónicas para referirse a la palabra «amigo» se usa la expresión «mi otro brazo». Sean por lo tanto el otro brazo de la Amazonia. Colombia no la puede amputar sin ser mutilada en su rostro y en su alma.
Pasión evangelizadora
En el local de la Nunciatura Apostólica el Papa encontró al comité directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Les recordó que la Iglesia está en permanente misión y esta es “salir con Jesús”. Seguidamente Francisco desglosa en qué consiste el verbo salir:
Salir para encontrar, sin pasar de largo; reclinarse sin desidia; tocar sin miedo.Se trata de que se metan día a día en el trabajo de campo, allí donde vive el Pueblo de Dios que les ha sido confiado. No nos es lícito dejarnos paralizar por el aire acondicionado de las oficinas, por las estadísticas y las estrategias abstractas. Es necesario dirigirse al hombre en su situación concreta; de él no podemos apartar la mirada. La misión se realiza siempre cuerpo a cuerpo.
En su mensaje el Papa le recordó al CELAM que la Iglesia sea un sacramento de esperanza, y éste es un rasgo de la Iglesia de América Latina, que tiene un rostro joven, un rostro femenino, el corazón, la mente y los brazos de los laicos.
El Papa finalizó el mensaje al CELAM diciendo:
Si queremos servir desde el CELAM, a nuestra América Latina, lo tenemos que hacer con pasión. Hoy hace falta pasión. Poner el corazón en todo lo que hagamos, pasión de joven enamorado y de anciano sabio, pasión que transforma las ideas en utopías viables, pasión en el trabajo de nuestras manos, pasión que nos convierte en continuos peregrinos en nuestras Iglesias como —permítanme recordarlo— santo Toribio de Mogrovejo, que no se instaló en su sede: de 24 años de episcopado, 18 los pasó entre los pueblos de su diócesis. Hermanos, por favor, les pido pasión, pasión evangelizadora.
Para disipar las tinieblas del mal: “Navega mar adentro” (Lc 5,4)
Francisco en la homilía en el parque Simón Bolívar de Bogotá anima a ser constructores de la paz y promotores de la vida; sin embargo, a pesar de que Colombia es una tierra inmensamente bella y fecunda, también existen oscuridades:
…también aquí, como en otras partes, hay densas tinieblas que amenazan y destruyen la vida: las tinieblas de la injusticia y de la inequidad social; las tinieblas corruptoras de los intereses personales o grupales, que consumen de manera egoísta y desaforada lo que está destinado para el bienestar de todos; las tinieblas del irrespeto por la vida humana que siega a diario la existencia de tantos inocentes, cuya sangre clama al cielo; las tinieblas de la sed de venganza y del odio que mancha con sangre humana las manos de quienes se toman la justicia por su cuenta; las tinieblas de quienes se vuelven insensibles ante el dolor de tantas víctimas. A todas esas tinieblas Jesús las disipa y destruye con su mandato en la barca de Pedro: «Navega mar adentro» (Lc 5,4).
El Papa subraya que al igual que Pedro que sabe de sus fragilidades, “Jesús nos invita a ir mar adentro, nos impulsa al riesgo compartido, no tengan miedo de arriesgar juntos, nos invita a dejar nuestros egoísmos y a seguirlo. A perder miedos que no vienen de Dios, que nos inmovilizan y retardan la urgencia de ser constructores de la paz, promotores de la vida. Navega mar adentro, dice Jesús. Y los discípulos se hicieron señas para juntarse todos en la barca. Que así sea para este pueblo”.