Esta mañana en el Aula Pablo VI, durante la Audiencia General, el Papa Francisco ha continuado su catequesis sobre la Carta a los Gálatas. El Pontífice ha insistido sobre la insistencia del apóstol Pablo a los cristianos para que “no olviden la novedad de la revelación de Dios que se les ha anunciado”.
El Papa llama la atención sobre lo que sucede a menudo a los cristianos: “damos por descontado esta realidad de ser hijos de Dios”, por lo que subraya el llamado de Pablo: “la fe en Jesucristo nos ha permitido convertirnos realmente en hijos de Dios y sus herederos”. Por eso, los cristianos debemos recordar con gratitud el momento de nuestro bautismo «para vivir con mayor conciencia el gran don que hemos recibido».
Si hoy preguntara, dice Francisco, «¿Quién de ustedes sabe la fecha de su bautismo?», no creo que se levantarán muchas manos… Pero es la fecha en que fuimos salvados, la fecha en que nos convertimos en hijos de Dios. Ahora, los que no lo sepan, que pregunten a su padrino, madrina, padre, madre, tío, tía: «¿Cuándo me bautizaron? ¿Cuándo fui bautizado?», y recordar esa fecha cada año: es la fecha en la que fuimos hechos hijos de Dios. ¿De acuerdo? ¿Lo harás?
Por la fe somos Hijos de Dios “en Cristo”
Una vez que «ha llegado la fe» en Jesucristo, señala el Papa, «se ha creado una condición radicalmente nueva que conduce a la filiación divina.»
No se trata de una filiación que implique a todos los hombres en cuanto hijos del mismo Creador, sino que la fe nos permite ser hijos de Dios «en Cristo».
Francisco insiste: Es este “en Cristo” que hace la diferencia. Él se ha convertido en nuestro hermano, y con su muerte y resurrección nos ha reconciliado con el Padre. Quien acoge a Cristo en la fe, por el bautismo es “revestido” por Él y por la dignidad filial (cfr v. 27).
Por el bautismo participamos del misterio de Jesús
Para Pablo, dice el Papa, “ser bautizados equivale a participar de forma efectiva y real en el misterio de Jesús (…) El bautismo, por tanto, no es un mero rito exterior. Quienes lo reciben son transformados en lo profundo, en el ser más íntimo, y poseen una vida nueva, precisamente esa que permite dirigirse a Dios e invocarlo con el nombre “Abbà, padre” (cfr Gal 4,6).
Por el bautismo son superadas todas las diferencias
Francisco subraya que Pablo afirma “con gran audacia que la identidad recibida con el bautismo es una identidad tan nueva que prevalece sobre las diferencias que existen a nivel étnico-religioso: «ya no hay judío ni griego»; y también a nivel social: «ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer»”.
«Que Pablo escribiera a los gálatas que en Cristo no hay ni judío ni griego equivalía a una auténtica subversión en el ámbito étnico-religioso» explicó el Papa, porque por el hecho de pertenecer a un pueblo elegido, el judío era privilegiado sobre el pagano.
Asimismo, la eliminación de la distinción entre «libres» y «esclavos» introducía una perspectiva chocante, ya que, por ley, «los ciudadanos libres gozaban de todos los derechos, mientras que ni siquiera se reconocía la dignidad humana de los esclavos». Asimismo, la igualdad en Cristo, que supera las diferencias sociales entre los dos sexos, «fue revolucionaria en su momento» y «necesita ser reafirmada aún hoy».
Francisco señala: Esto también ocurre hoy: hay tantas personas en el mundo, millones de ellas, que no tienen derecho a comer, no tienen derecho a la educación, no tienen derecho a trabajar: son los nuevos esclavos, son los que están en las periferias, que son explotados por todos. Incluso hoy en día existe la esclavitud: pensemos un poco en esto. Negamos a estas personas la dignidad humana. Son esclavos.
Refiriéndose a la igualdad entre hombres y mujeres Francisco afirma: ¡Cuántas veces escuchamos expresiones que desprecian a las mujeres! Cuántas veces hemos escuchado: «Pero, no, no hagas nada, [son] cosas de mujeres». Pero mira, los hombres y las mujeres tienen la misma dignidad, y hay en la historia, incluso hoy, una esclavitud de las mujeres: las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Hay que leer lo que dice Pablo: somos iguales en Cristo Jesús.
“Toda distinción se convierte en secundaria respecto a la dignidad de ser hijos de Dios, el cual con su amor realiza una verdadera y sustancial igualdad”, señala Francisco.
Llamados a vivir una vida nueva como Hijos de Dios
El Papa evidencia que “Es decisivo también para todos nosotros hoy redescubrir la belleza de ser hijos de Dios” e insiste: “Las diferencias y los contrastes que crean separación no deberían tener morada en los creyentes en Cristo”.
Francisco recordando la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II afirma: “Nuestra vocación es más bien la de hacer concreta y evidente la llamada a la unidad de todo el género humano”, e insiste nuevamente: “Lo que cuenta es la fe que obra siguiendo el camino de la unidad indicado por el Espíritu Santo. Nuestra responsabilidad es caminar decididamente por este camino de la igualdad, pero de la igualdad que es sostenida, que fue hecha por la redención de Jesús.
La catequesis finalizó con un llamado a la memoria: “y no olvides: cuando vuelvas a casa: «¿Cuándo me bautizaron? ¿Cuándo me bautizaron?», pide tener siempre presente esa fecha. Y tú también vendrás a celebrarlo cuando llegue la fecha. Gracias.”