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Anteponer el enfermo a la enfermedad según la visión cristiana

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Anteponer el enfermo a la enfermedad según la visión cristiana
Al recibir a los miembros de la “Biomedical University Foundation” de la Universidad Campus Biomédico de Roma el Papa les recordó que “el amor al hombre, especialmente en su condición de fragilidad, en el que brilla la imagen de Jesús Crucificado, es específico de una realidad cristiana y no debe perderse nunca”

Vatican News

Después de mediodía el Papa Francisco recibió en audiencia, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, a cincuenta miembros de la “Biomedical University Foundation” de la Universidad Campus Biomédico. Al saludar a los presentes el Pontífice se dirigió de modo especial al Profesor Paolo Arullani, presidente de la Fundación, a quien agradeció las palabras que le dirigió en nombre de los presentes y manifestó su satisfacción por este encuentro que se lleva a cabo en el día en que se celebra a San Lucas, a quien el apóstol Pablo llama “el querido médico”.

Anteponer el enfermo a la enfermedad

Tras manifestar que conoce este Campus de Roma el Santo Padre se refirió a lo difícil que es hoy en día llevar a cabo un trabajo en el ámbito de la sanidad, sobre todo cuando, como en esta policlínica, no sólo se centra en la asistencia, sino también en la investigación para proporcionar a los pacientes las terapias más adecuadas, con amor a la persona. En efecto, el Papa afirmó al respecto:

“Anteponer el enfermo a la enfermedad es esencial en todos los campos de la medicina; es fundamental para que el tratamiento sea verdaderamente integral y humano”

Y recordó que el Beato Álvaro del Portillo los animó para que así lo hicieran. Ponerse cada día “al servicio de la persona humana en su totalidad”, algo que es “muy agradable a Dios” y por lo que Francisco les dio las gracias.

Centralidad de la persona

Aludiendo a la centralidad de la persona, “que subyace en su compromiso con la asistencia”, y también con la docencia y la investigación, el Papa dijo que de esta forma se ayuda a fortalecer una visión unificada y sinérgica, que “no pone en primer lugar las ideas, las técnicas y los proyectos, sino al hombre concreto, al paciente, al que hay que cuidar conociendo su historia, conociendo su experiencia y estableciendo relaciones amistosas que sanan el corazón”.

“El amor al hombre, especialmente en su condición de fragilidad, en el que brilla la imagen de Jesús Crucificado, es específico de una realidad cristiana y no debe perderse nunca”

Personas que se acogen y se ayudan mutuamente


El Obispo de Roma reafirmó que esta Fundación y el Campus Biomédico, junto a la sanidad católica en general, “están llamados a testimoniar con hechos que no hay vidas indignas o que deban ser desechadas porque no respondan al criterio del beneficio o a las exigencias del mismo”.

“Estamos viviendo una verdadera cultura del descarte; es un poco el aire que respiramos y debemos reaccionar contra esta cultura del descarte. Todo centro sanitario, en particular los de inspiración cristiana, debería ser un lugar donde se practica la asistencia y donde es posible decir: ‘Aquí no se ven sólo médicos y enfermos, sino personas que se acogen y se ayudan mutuamente: aquí se puede experimentar la terapia de la dignidad humana’. Y esto nunca debe negociarse, siempre debe defenderse”

Profesionalidad y piedad, competencia y empatía

Por esta razón les dijo que es necesario “centrarse en la atención al individuo, sin olvidar la importancia de la ciencia y la investigación”. Puesto que el cuidado sin la ciencia “es vano, al igual que la ciencia sin el cuidado es estéril”. A lo que añadió: Los dos van juntos, y sólo juntos hacen de la medicina un arte, un arte que implica cabeza y corazón, que combina conocimiento y compasión, profesionalidad y piedad, competencia y empatía.

A estos “queridos amigos” el Santo Padre les dio las gracias “por favorecer el desarrollo humano de la investigación”. A la vez que destacó que, desgraciadamente, a menudo se persiguen los caminos rentables del beneficio, olvidando que las necesidades de los enfermos están por encima de ellas. De ahí que haya afirmado que:

“Las necesidades de los enfermos evolucionan constantemente, por lo que debemos estar preparados para hacer frente a nuevas enfermedades y problemas”

La sencilla pero difícil palabra: “juntos”

El Pontífice también recordó a las muchas personas mayores y a las que están relacionadas con enfermedades raras. Y destacó que además de promover la investigación ayudan a quienes no tienen medios económicos para pagar su educación. Pienso, en particular, en los esfuerzos que ya han realizado para el Centro Covid, la sala de urgencias y el reciente proyecto de Hospice. Y subrayó la “sencilla pero difícil palabra: juntos”.

La caridad exige un don

Refiriéndose a la pandemia el Papa dijo que “nos ha mostrado la importancia de conectar, colaborar y abordar juntos los problemas comunes”:

“La sanidad, en particular la católica, necesita y necesitará cada vez más esto, estar en red. Ya no es tiempo de seguir el propio carisma de forma aislada. La caridad exige un don: hay que compartir el conocimiento, la experiencia, la ciencia”

Curar en profundidad

Hacia el final de su alocución el Papa aclaró que cuando dice “ciencia”, no se refiere sólo los productos de la ciencia, que, si se ofrecen solos, se quedan “en meras tiritas, capaces de taponar la herida, pero no de curarla en profundidad”.

“Esto se aplica a las vacunas, por ejemplo: hay una necesidad urgente de ayudar a los países que tienen menos, pero esto debe hacerse con planes de largo alcance, no sólo motivados por la prisa de las naciones ricas por ser más seguras”

“Los remedios, dijo Francisco, deben distribuirse con dignidad, no como lamentables dádivas. Para hacer un bien real, necesitamos promover la ciencia y su aplicación integral: entender los contextos, enraizar los tratamientos, hacer crecer la cultura de la salud. No es fácil, es una verdadera misión, y espero que la sanidad católica sea cada vez más activa en este sentido, como expresión de una Iglesia extrovertida y abierta”.

Por último, el Papa Francisco los animó “a seguir en esta dirección, acogiendo su trabajo como un servicio a las inspiraciones y sorpresas del Espíritu, que a lo lardo del camino les hace encontrar tantas situaciones necesitadas de cercanía y compasión”. También les dijo que reza por ellos, y renovando su gratitud les impartió su bendición, a la vez que les pidió que también ellos sigan rezando por él.

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