Santo Domingo, D.N.- La Catedral Primada de América acogió hoy a cientos de sacerdotes incardinados a la Arquidiócesis de Santo Domingo, luego de haber transcurridos dos años desde el último encuentro a causa de la pandemia por Covid19 en 2020. La celebración que los reunió es la tradicional Misa Crismal uno de los actos más importantes de la Semana Santa donde la iglesia celebra además la institución de la eucaristía.
La celebración estuvo presidida por S.E.R. Mons. Francisco Ozoria Acosta, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América, acompañado por los Obispos Auxiliares Mons. Ramón Benito Ángeles Fernández, Mons. Faustino Burgos Brisman, Mons. José Amable Durán Tineo y Mons. Raúl Berzosa, Obispo Misionero en RD.
La homilía estuvo a cargo de Mons. Benito Ángeles, Obispo Auxiliar de Santo Domingo quien luego de agradecer a Mons. Francisco Ozoria Acosta la deferencia de ofrecerle la gracia de dirigirse a los sacerdotes en el día del sacerdocio. Mons. Benito expresó que el mensaje estaba basado en el mensaje del Papa Francisco.
El obispo destaco que sea cual sea el momento que esté viviendo el sacerdote, este pueda vivir la paz y la fecundidad que el espíritu quiere regalar, expresando que no se trataba de teorías sino de lo que ha vivido.
Expresó:
El tiempo que vivimos es un tiempo que nos pide no solo detectar el cambio, sino acogerlo con la consciencia de que nos encontramos ante un cambio de época. El cambio siempre nos presenta diferentes modos de afrontarlo.
Son dos tipos de huidas, son las actitudes del asalariado que ve venir al lobo y huye: huye hacia el pasado o huye hacia el futuro.
Me gusta esa actitud que puede permitirse remar mar adentro sin miedo. Jesús nos invita, una vez más, a “remar mar adentro” (cf. Lc 5,4) con la confianza de que Él es el Señor de la historia y que, de su mano, podremos discernir el horizonte a transitar.
Discernir la voluntad de Dios es aprender a interpretar la realidad con los ojos del Señor,
La crisis vocacional se ha debido frecuentemente a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, por lo que no inspiran entusiasmo y atracción.
La vida de un sacerdote es ante todo la historia de salvación de un bautizado.
No debemos nunca olvidar que toda vocación específica, incluida la del Orden sagrado, es cumplimiento del Bautismo. Nuestra primera llamada es a la santidad.
Quiero compartir las cuatro columnas constitutivas, cuatro columnas constitutivas de nuestra vida sacerdotal y que llamaremos las “cuatro cercanías” :
• Cercanía a Dios
• Cercanía al Obispo
• Cercanía entre los sacerdotes
• Cercanía al pueblo
Concluyó invitando a los Obispos y sacerdotes hará bien preguntarse “cómo están mis cercanías”, cómo estoy viviendo estas cuatro dimensiones que configuran mi ser sacerdotal de manera transversal y que me permiten “gestionar” las tensiones y “desequilibrios” que a diario tenemos que manejar.
SOBRE LA MISA CRISMAL
Con esta Eucaristía, se da inicio al Triduo Pascual, La Misa Crismal como se le llama es presidida por el obispo y concelebrada con los sacerdotes de la diócesis, es la celebración en la que se consagra el Santo Crisma (de aquí el nombre de misa crismal) y bendice además los restantes óleos o aceites incluidos el de los Catecúmenos y de los enfermos.
La palabra crisma proviene de latín chrisma, que significa unción. El crisma es la materia sacramental con la cual son ungidos los nuevos bautizados, son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos y sacerdotes, entre otras funciones.
La consagración del crisma y la bendición de los otros dos aceites ha de ser considerada como una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo.
Esta misa se celebra en la catedral de cada diócesis el Jueves Santo; pero, por razones de conveniencia pastoral, se puede adelantar a uno de los días de la Semana Santa.
Así pues, el Santo Crisma, es decir, el óleo perfumado que representa al mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro bautizo y de nuestra confirmación, en la unción de los enfermos y en la ordenación de los sacerdotes y obispos.
La materia apta para el sacramento debe ser aceite de oliva. El crisma se hace con óleo y aromas o materia olorosa.
Es conveniente recordar que no es lo mismo el Santo Crisma que el óleo de los catecúmenos y de los enfermos (que sólo son bendecidos, como se ha dicho más arriba, y pueden hacerlo otros ministros en algunos casos).
El rito de esta misa, de la misa crismal, incluye la renovación de las promesas sacerdotales. Tras la homilía, el obispo invita a sus sacerdotes a renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia.