“Elí, Elí, ¿lamá sabactaní?” (Dios mío Dios mío, ¿por qué me has abandonado?) Mat. 27, 46

La cuarta palabra de Jesús en la cruz nos presenta la imagen de un grito de esperanza al sentirse en abandono ante los ultrajes, la humillación y desamparo que experimenta colgado en el madero; es un grito de agonía y desconsuelo; al escuchar estas Palabras algunos de los presentes decían: “está llamando a Elías” cf. monte 27, 47; luego uno de los soldados empapo una esponja con vinagre para sujetada de una caña darle de beber , Esta expresión de Jesús evidentemente en su naturaleza humana frente a su agonía nos invita a reflexionar a entrar en nosotros y pensar cuántas veces en nuestras vidas nos hemos sentido abandonados o desamparados, sin esperanza o cuántas veces hemos deseado no pasar por algún momento difícil, recordemos otra expresión de Jesús en el huerto de los olivos antes de su pasión “Padre, si posible es, aparta de mí este cáliz; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Cf. Estera. 26, 39/Mc. 14,36 pero como bien nos recuerda el Salmo 91 “mi amparo y refugio es el Señor, en quien yo pongo mi confianza”.

Una simple vista pareciera que Jesús quisiera rehuir o abandonar su misión, cuando en el madero de la cruz grita y cuestiona a Dios diciendo Padre ¿Por Qué Me Has Abandonado? pero por el contrario esta exclamación se convierte en La Oración de Cristo en La Cruz , busca en el Padre la respuesta y el consuelo, tiene a quien clamar en sus momentos de angustia como bien nos recuerda el salmo 22 cuando relata este episodio de dolor vivido pero también lleno de esperanza, nos hace pensar en el paso de la noche a la mañana, de las tinieblas a la luz y de esta parte sombría y tenebrosa que muestra a Jesús como un restrojo humano a su rostro Glorificado; Hay en Él una gran certeza que no puede vacilar. Sabe que, a pesar de este momento de silencio, el Padre está siempre en Él y se transforma en un canto de confianza que se levanta y multiplica hasta transformarse en clamor de triunfo aquel que fue crucificado se convierte en el Señor de la Gloria, ahora con un imperio universal.

Vemos en este contexto que la vida del cristiano es un paso de la muerte a la vida, recordemos con mucho a pesar de la tragedia acontecida recientemente en nuestro país donde nos llenamos de dolor, de luto y angustia ante esta catástrofe en un centro de diversión de nuestra ciudad, es entonces en donde Cristo nos hace recordar su propio sufrimiento y solo desde esta dimensión podríamos transformar este momento de silencio y oscuridad en un paso de victoria porque lo extraordinario de Jesús es que por medio de ÉL siempre podemos sacar el bien ante el mal, la felicidad ante el sufrimiento, y la vida ante la muerte misma. 

Queridos hermanos miremos pues nuestro interior y nuestro accionar en esta vida, re descubrimos nuestra misión como bautizados cuando fuimos ungidos con el Santo Crisma para ser “Sacerdote, Profeta y Rey” lo que se traduce en “Servir, Anunciar-Denunciar y Dirigir o gobernar” la interrogante en este momento sería cómo estamos viviendo este paso transitorio de la vida en cada realidad que me toca según el rol que desempeño en esta tierra ya sea como simple ciudadano o como la más alta autoridad del ámbito familiar, social, político, militar o eclesial…

Como ciudadanos que transitamos por nuestras calles y avenidas experimentamos a diario la amarga experiencia de sentirnos abandonados y desprotegidos vemos con alta preocupación cómo incrementa cada año el número de víctimas fatales por causa de accidentes de tránsito según el Observatorio Permanente de Seguridad Vial (Opsevi)  sólo en el año 2024 unas 3,114 personas perdieron la vida en accidentes de tránsito ; aquí no estamos contando la gran cantidad de lesiones físicas unas transitorias y otras permanentes agregándole también los traumas emocionales y las consecuencias sociales para las familias, el estado y las empresas; si observamos los datos reportados del año 2023 por la misma entidad y lo comparamos con el pasado año veremos que la situación se mantiene ya que para ese año unos 3,128 ciudadanos también perdieron sus vidas en nuestras calles reduciéndose apenas en un 0.45%; queridos hermanos un promedio de 8 personas pierden la vida diariamente en nuestro país a causa de accidentes de tránsito.

El más reciente informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en el año 2021 titulado: “ Salvar vidas promoviendo un enfoque de sistema de tránsito seguro en las Américas” , indica que “la República Dominicana tiene la tasa más alta de siniestros viales con lesionados en la región por cada 100,000 habitantes” este informe también revela que el país ocupa el segundo lugar en mortalidad por accidentes de tránsito, solo superado por el hermano país de Haití”

Ante esta triste y oscura realidad que coloca a nuestro país como uno de los países más inseguros en materia de seguridad vial entendemos por consiguiente que como sociedad debemos revisarnos, debemos hacer un alto en el camino e iniciar con propósito conducir a ser un país modelo en la forma de pues somos reconocidos en otros países que nos visitan como modelos de manejos temerarios, es común observar como los ciudadanos irrespetan las señales de tránsito y circulan libremente vehículos y de cargas de materiales con neumáticos desgastados, sin lonas firmes pesadas de protección, sin cumplir la altura máxima permitida de cargas, además con alto grado de contaminación y manejo desaprensivo; así también como vehículos de transporte colectivos ya sean públicos o privados donde cada día nos sorprenden a todos generando accidentes al punto que provoca al resto de los ciudadanos a manejar de manera defensiva como si pareciera un video juego.

Los que de manera ordinaria transitamos por nuestras calles notamos también como conductores de vehículos privados de toda categoría irrespetan las normas de tránsito, es común ver como NO se cede el paso ante una ambulancia, bomberos e incluso las mismas autoridades, peor aún cuando las unidades logran pasar se coloca detrás para abrirse también el paso sin medir consecuencias, o como observamos que se bloquea el cruce de peatón, entre otras imprudencias que se enseñan a la futura generación niños, adolecentes y jóvenes que ya miran esto como algo permitido y aprobado por sus padres.

No dejemos de lado las imprudencias de una gran mayoría de motocicletas que circulan de manera normal, sin identificación y sin ninguna protección violentando las normas establecidas; según las cifras ofrecidas los automovilistas ocupan más del 65% de las muertes por causas de accidentes, vemos con preocupación lo que ya se ve como normal en las carreteras, las calles y en grandes avenidas así como hacen carreras en los túneles y elevados como estos ciudadanos circulan sin reparar en ningún tipo de consecuencia ante la impotente mirada de todos y la gran fragilidad de nuestro sistema.

De igual forma miramos con alta preocupación la práctica de los clubes de motocicletas de alta gama y cilindrajes que como una moda circulan en caravanas los fines de semana por nuestras avenidas desarrollados y exhibiendo altas velocidades de sus llamadas (corredoras) en su gran mayoría personas jóvenes que de manera irresponsable ponen también en riesgo sus vidas y la de los demás sin ningún control de las autoridades competentes.

También observamos la irresponsabilidad de una gran mayoría de ciudadanos que circulan por nuestras calles y avenidas conduciendo bajos los efectos del alcohol o de otras drogas sin ningún tipo de reparación ni responsabilidad moral y civil provocando muerte y dolor a toda la familia, para ser mejores descriptivos de esta triste realidad solo bastaría con visitar cualquier centro de emergencia ya sea público o privado en cualquier área de nuestra geografía nacional.

Estos son sólo algunos de los ejemplos que muestran la vulnerabilidad de nuestra seguridad vial, la indiferencia y la falta de voluntad de las autoridades competentes, y la falta de educación en nuestros hogares, es ahí donde experimentamos la expresión del grito de Jesús ahora en plural: Dios mío Dios mío, ¿por qué nos ha abandonado?  Nos sentimos desamparados llegando a pensar que nada cambiaría ya que sin importar el gobierno de turno experimentamos la misma impotencia y de ver cómo las autoridades competentes no contribuyen adecuadamente para organizar el tránsito y evitar los referidos accidentes y sus fatales consecuencias; nos hemos convertido en un estado y una sociedad reactiva y no preventiva, donde aparecería más el ruido de las consecuencias y no se intervienen las causas. 

Hermanos todos, autoridades civiles y militares, familias en sentido general es tiempo de sembrar esperanza, es tiempo de cambiar el rumbo, es tiempo de arrojar nuestro granito de arena para así cambiar nuestra sociedad, estamos a tiempo ya que contamos con un pueblo eminentemente con principios cristianos y un pueblo que en su gran mayoría cuenta con muchos valores, no dejemos pues que unos pocos nos ganen la batalla y luchemos por un mejor futuro.

En este año 2025 la iglesia celebra el año jubilar con el lema “ Peregrinos de la Esperanza” con el busca inspirar a todas las personas a reflexionar sobre la solidaridad, la misericordia y la construcción de un mundo más justo más habitable.

 

El Jubileo nos ancla en una profunda reflexión mirando el rostro de Jesús que ahora veremos triunfante en esta nueva pascua, el Papa Francisco en la bula para la convocatoria del inicio de este año jubilar nos dice: En el corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles felicidad Que el Jubileo sea para todas las ocasiones de revivir la esperanza”.

Para concluir recordemos queridos hermanos las palabras del apóstol San Pablo en su epístola a los Romanos: “Incluso no nos acobardemos en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza…” cf. Memoria de sólo lectura. 5, 3-4, caminemos pues con esperanza y seamos diligentes ante los retos y desafíos que experimentamos cada día en nuestra sociedad y en nuestras familias.

La Paz,

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(Por el Revdo. Diácono Juan María Durán, Parroquia Corpus Christi, Vicaría Episcopal Territorial Este)

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