“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Lucas 23,46.

SÉPTIMA PALABRA

by Arquidiocesis Sto. Dgo.
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Estas son las últimas palabras pronunciadas por Jesús antes de morir en la cruz, es una frase que expresa la entrega total y absoluta al Padre.

Jesús se queda sin palabras, se queda en el silencio de la muerte, en el silencio de dar la vida por nosotros.

Cristo entrega al Padre su espíritu, su esencia, su todo, lo que vino del Padre vuelve al Padre, habiendo cumplido su misión en la tierra, ya no hay nada que le impida volver de donde vino, su esencia radica en estar con el padre y para el Padre, “Destruye la muerte en descender a ella”.

Con esta última palabra de Jesús en la cruz, reflexiono en las veces que no he podido entregar mi espíritu al Padre, cuantas veces buscamos nuestros propios medios para resolver las situaciones que se nos presentan en la vida, cuantas veces creemos que la solución está en lo que pueda lograr por mis propios medios, y no en lo que Dios es capaz de hacer.

Entregar nuestro Espíritu a Dios es dejar que él sea el único dueño y Señor de nuestra vida, de nuestras acciones y decisiones, esto se hace cada vez más difícil, porque nos creemos autosuficientes, tenemos tantos títulos que nos creemos invencibles, nuestro ego está tan enraizado en la tierra que se nos hace difícil mirar al cielo y contemplar la gloria de Dios, las aspiraciones del mundo nos están impidiendo entregar a Dios lo más importante, nuestra vida, nuestro y sentir, nuestro espíritu.

Hoy, se nos pide reflexionar sobre La violencia intrafamiliar y los feminicidios, para poder entrar en la reflexión, es importante recordar cual es la posición de la familia en el Plan Divino, en nuestra historia de salvación.

Dios nos creó para que tengamos vida en abundancia, somos hechos a imagen y semejanza de Dios (Génesis 26). Dios creo al hombre ya la mujer para que fuera una misma carne, esto lo leemos en el primer libro del Génesis, por lo tanto, desde la creación, Dios creo la unión conyugal; el matrimonio, y por fin la familia.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice sobre el matrimonio que ” Dios ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo ya realizado en la obra común del cuidado de la creación”. Nuestro principal llamado es a darnos por amor, que nuestros estén en consonancia con los designios de nuestro creador, juntos acciones podemos llegar a la plenitud, que es la obra redentora de Dios.

La doctrina Social de la Iglesia nos dice “ La iglesia considera la familia como primera sociedad natural y la primera sociedad humana” las personas y el buen funcionamiento de la sociedad están estrechamente relacionados con la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar ·sin familias fuertes en la comunión y estables en el compromiso, los pueblos se debilitan”

Hoy, nos toca profundizar sobre ese llamado a ser instrumento de amor, imitar a Jesús, entregar nuestro espíritu a los designios de Dios, que mi familia sea sustentada en el amor de Dios. En estos tiempos, ante tantos cambios sociales, esto se torna difícil, pero les recuerdo que “Para Dios nada es imposible”

El Papa Francisco nos dice que “la comunidad cristiana llama a las familias Iglesia doméstica, porque en el calor del hogar es donde la fe empapa cada rincón, es hecho se aprende el amor concreto y el amor operante de Dios, la familia es la escuela de humanidad”.

Hoy, nuestra sociedad está fragmentada por el flagelo de los feminicidios y de la violencia intrafamiliar, se ha desnaturalizado el fin de la familia.

En su discurso sobre la familia en el 2021 el Papa Francisco expresó sobre las mujeres que son víctimas de violencia lo siguiente: “Es impresionante el número de mujeres golpeadas, ofendidas, abusadas. Las distintas formas de malos tratos que sufren muchas mujeres son una cobardía y una degradación para los hombres y para toda la humanidad, los testimonios de las víctimas que se atreven a romper su silencio son un grito de socorro que no podemos ignorar, no podemos mirar a otro lado”.

Hoy, esta realidad de violencia intrafamiliar y de feminicidios, sacude fuerte y vergonzosamente a la República Dominicana, hoy las cifras alarmantes de feminicidios en el primer trimestre alcanzan a 17 mujeres, cientos de denuncias de violencia intrafamiliar hechos al Ministerio Público, decenas de familias enlutadas, decenas de niños, niñas y adolescentes que quedan desamparados, sin mamá y sin papá.

La situación de la violencia intrafamiliar y de los feminicidios es un problema social, que debe ser declarado emergencia nacional por el impacto que tiene para nuestra sociedad, para nuestras familias. Según los estudiosos de la materia, entre las causas de este flagelo se encuentra la incapacidad de las personas para resolver problemas y manejar nuestras emociones, la normalización de la violencia y la aceptación social, por lo tanto, es un problema de todos y todas.

Este año, nuestra iglesia lo ha declarado como “Peregrinos de la Esperanza”, ¿qué esperanza podemos nosotros como iglesia, como Estado, como sociedad llevar ante este terrible mal? En la unidad y con Cristo, podemos hacer grandes cambios.

Se hace necesario tomar medidas urgentes; el Estado y todo lo que lo compone; Instituciones públicas, Sistema de Justicia, Sistema educativo, Sociedad Civil, Familias, Iglesias, medios de comunicación, todos debemos elaborar programas concretos de coordinación y de acción para erradicar los feminicidios, para que las familias que padecen violencia intrafamiliar sean acompañadas de manera sistemática e integralmente, ya no podemos solo lamentarnos, hay que pasar a la acción.

Señor, en tus manos encomendamos nuestro Espíritu, elevamos nuestras oraciones por todas las víctimas de feminicidios, por todas sus familias, y te pedimos, que la última palabra nuestra no sea para lamentarnos, sino para actuar responsable y cristianamente ante este flagelo, que seamos los peregrinos de la esperanza de esta sociedad sufriente, que grita ante tanto dolor y luto. “ NI UNA MAS ”.

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( Por Lic. Bárbara Suárez. Franciscana, Coordinadora de la Pastoral Infantil de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario de Villa Duarte y de la Escuela de Ministerio Laicales de la Vicaria Villa Duarte – Las Américas)

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