Tras dos meses y medio de bloqueo en los accesos, ayer entraron en Gaza cinco cargamentos de ayuda humanitaria. Estados Unidos y otras potencias occidentales presionan para que se ponga fin al conflicto, pero el primer ministro israelí Netanyahu anuncia una nueva gran ofensiva para tomar el control total de la Franja
Marco Guerra – Ciudad del Vaticano
Ayuda humanitaria y alimentos para niños ingresaron a Gaza a través del paso de Kerem Shalom. Desde principios de marzo, Israel había bloqueado la entrada de suministros médicos, alimentarios y de combustible para presionar a Hamás a liberar a los rehenes.
Las presiones de EEUU
Según reportes de la prensa estadounidense, fue la fuerte presión de la administración de Donald Trump la que convenció a Netanyahu de reabrir los pasos fronterizos, mientras las Naciones Unidas advertían sobre una inminente hambruna que amenazaría a dos millones de habitantes de Gaza. El primer ministro israelí explicó su decisión afirmando que no se debe llegar a una situación de hambruna en Gaza, ya que eso provocaría la pérdida del apoyo de los aliados de Israel. Sin embargo, no faltaron las críticas de los partidos de la derecha radical que apoyan al gobierno: para responder a sus demandas más duras, Netanyahu anunció una ofensiva sin precedentes destinada a tomar el control total de la Franja de Gaza y eliminar a las organizaciones terroristas.
Otras sesenta víctimas en la Franja
Francia, Reino Unido y Canadá han amenazado con sanciones contra Israel si lanza una nueva ofensiva militar en Gaza y no elimina las restricciones a la ayuda humanitaria.
En respuesta, Netanyahu declaró que “los líderes de Londres, Ottawa y París están ofreciendo una recompensa por el ataque genocida contra Israel del 7 de octubre” y “están incitando a cometer más atrocidades similares”. Mientras tanto, continuaron los bombardeos israelíes en varias zonas de la Franja. Al menos sesenta personas perdieron la vida en los ataques de esta noche.
