Las nazarenas de Žytomyr: Refugio, oración y esperanza en tiempos de guerra


Tres hermanas de la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret gestionan una guardería y un centro de ayuda a la familia en Žytomyr, respondiendo a las necesidades de la comunidad local afectada por la guerra. “El 24 de febrero de 2022 todo cambió”, recordó la hermana Franciszka Tumanievich, al describir los primeros días del conflicto, cuando las instituciones educativas estaban cerradas y ella y sus hermanas preparaban paquetes humanitarios en el almacén de Cáritas.

Tomasz Zielenkiewicz

En mayo de 2022, en las instalaciones proporcionadas por Cáritas, las hermanas abrieron una guardería abierta todo el día para los hijos de los trabajadores de infraestructuras críticas y voluntarios. “No tenían dónde dejar a los niños, así que acogimos al menos a tantos niños como cabían en las pocas habitaciones”, contó la hermana Franciszka. Hoy en día, unos 20 niños de cuatro y cinco años asisten diariamente a la guardería que, además de clases de arte e inglés, participan en la oración. “Estos niños rezan todos los días por los soldados, por la paz”, añadió la monja. “No hay guarderías cristianas en Ucrania, por lo que nuestra iniciativa ha difo algo nuevo, su funcionamiento ha sido posible gracias a Caritas SPES”, subrayó.


Sr. Franciszka durante la organización de las clases diurnas para los niños

En 2024, sor Gabriela, que había trabajado durante 15 años en Estados Unidos como psicóloga, se unió al equipo. “Vino con el deseo de servir, aunque todavía tiene que aprender el idioma”, dijo la hermana Franciszka. Comenzó a trabajar como coordinadora en el Centro de Atención Familiar. Cada mes, más de 200 personas -niños y adultos- utilizan el servicio. Los más pequeños aprenden en clases en grupo con un pedagogo y un psicólogo, los mayores tienen talleres de artesanía y las mujeres que han perdido a sus seres queridos se reúnen en grupos de apoyo. “Es un lugar seguro donde pueden venir para tomar el té y conversar”, describió la hermana Franciszka Tumanievich. 

Entre el personal, casi la mitad son mujeres desplazadas, especialistas en logopedia, psicología y pedagogía, que han vivido experiencias traumáticas. “Estas mujeres son un don para nosotras”, subrayó la monja. Recordó ejemplos de actividades interesantes, como gimnasia lingüística, danza, canto.

“Las historias de estas mujeres son muy difíciles y conmovedoras, por eso el funcionamiento del centro es tan importante”, añadió. “Actualmente estamos tratando con una generación de huérfanos y viudas, y muchas de las familias están destruidas porque sus miembros están en el extranjero”, subrayó la monja.

Gestionar un Centro de Atención Familiar es también una coordinación para atender las necesidades básicas. “Nos aseguramos de que nuestros asistidos tengan la merienda, el té, un espacio, para que nada les caiga encima y que tengan condiciones confortables, que puedan cenar y rezar con nosotros”, añadió la hermana.

Además de su servicio diario en el jardín de infantes y en el centro, las hermanas organizan retiros y reuniones de formación para las familias. Sor Franciszka, que trabaja diariamente en el Tribunal Eclesiástico, subrayó que el apoyo espiritual va de la mano con la ayuda material y psicológica. “Queremos que estas personas no solo vivan otro día, sino que también sean capaces de encontrar sentido y esperanza”, concluyó.

 

 



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