El Obispo de Dourados, en el estado brasileño de Mato Grosso del Sur, Mons. Henrique Aparecido de Lima, C.Ss.R., es hijo de Sor Sebastiana Onofre Lima quien se hizo monja tras enviudar hace más de 20 años. Madre de nueve hijos, vio morir a su esposo con quien estuvo casada 36 años de matrimonio: con el apoyo de su hijo obispo cumplió su sueño de infancia: ser monja para servir a Dios y a la Iglesia.
“Mi vocación es una gran cosa de Dios”, dijo a ACI Digital –agencia en portugués de EWTN News, empresa a la que pertenece ACI Prensa– la hermana Sebastiana, quien se dedica a ayudar a las mujeres a superar la adicción a las drogas y al alcohol; y quien también dedica su tiempo a la adoración perpetua, carisma de la congregación de las Hermanas de la Copiosa Redención, a la que pertenece.
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Desde temprana edad, Sebastiana se sintió llamada a la vida religiosa, pero las dificultades económicas de la familia y la realidad de vivir en una zona rural de Paraná le impidieron seguir su vocación. Su destino dio otro giro cuando su padre, dadas las circunstancias, concertó un matrimonio para ella cuando aún era joven.
“Desde que me casé –dijo la Hermana Sebastiana– siempre le pedí a Dios que obrara en mi vida y en la de mis hijos. Él tuvo misericordia de mí porque cuando le hacemos una promesa, Él nunca la olvida, y me honró con la gracia de la vocación de mi hijo y la mía”.
“Nuestra familia está muy contenta con nuestras vocaciones”, añade.
Nacido el 28 de julio de 1964, Mons. Henrique es el primogénito. Cuenta que su deseo de ser sacerdote surgió desde niño al ver a su madre siempre orando y ayudando a la gente. “Siempre la veía rezando y le preguntaba qué era eso y ella me lo explicaba”, dijo el obispo a ACI Digital.
“En casa, todas las noches rezaba el rosario y leía la Biblia con nosotros. Luego, todos se iban a dormir y mi madre seguía rezando”, relató el prelado. “Esto me cautivó y, de hecho, cuando tenía unos 14 años tomé la decisión de ir al seminario para adquirir experiencia”.
La familia vivía en una zona rural sin acceso a buena educación ni atención sanitaria. Incluso participar en la Iglesia era difícil. Henrique ingresó al seminario Santísimo Redentor en Ponta Grossa (PR), donde completó su educación primaria, pero tuvo que salir para trabajar, ayudar a su familia y ahorrar el dinero necesario para terminar sus estudios.
“Fui a trabajar para ahorrar dinero y poder mantenerme en el seminario y, cuatro años y medio después, regresé para quedarme y sigo aquí hoy”, dijo Mons. Henrique, sacerdote redentorista desde 1999.
Estudió Filosofía en las Facultades Asociadas de Ipiranga en Sao Paulo y Teología en el Instituto de Teología de São Paulo (ITESP-SP). Fue nombrado Obispo de Dourados por el Papa Francisco y recibió la ordenación episcopal el 30 de enero de 2016.
“Me siento muy honrada”, dijo la hermana Sebastiana. “La familia es la cuna de Dios” y es de ella que “salen los hombres, las personas que sirven para trabajar en el camino de Dios”.
Mons. Henrique dijo que siente el apoyo de las oraciones de su madre para ejercer su ministerio. “Estoy seguro de que reza mucho por la diócesis, por mí y por la obra. Así que, sin duda, esto es un gran apoyo”, compartió.
La hermana Sebastiana visita a su hijo con frecuencia. Pasó tres meses con él cuando estaba luchando con una enfermedad. “La gente la conoce y eso también marca la diferencia en nuestras vidas”, afirmó el prelado brasileño
“A menudo bromeo: la gente piensa que el sacerdote, el obispo, es hijo de una criadora. No tiene madre, ni padre, ni hermanos. Su presencia demuestra que somos seres humanos como cualquier otro”.
El aliento del hijo obispo
“Desde niña la oía decir: No quería casarme, quería ser monja”, contó Mons. Henrique. Llegó el día en que lo logró. “Incluso mi padre, ya muy enfermo antes de morir, me dijo: ‘Ayuda a tu madre a ir al convento, que es su sueño, porque nunca quiso casarse’”.
“Mi madre convirtió a mi padre”, dice el obispo. “No tenía ninguna religión, pero le ayudó. Mi padre murió en paz, rezando el rosario y cantando”, agrega.
Tras la muerte de su esposo, “lo primero que dijo a su familia fue: ya están todos grandes, las cosas que tenemos no son geniales, no quiero nada para mí, ahora voy a cuidar de mi vida, voy a ser monja”, explicó Mons. Henrique.
Conociendo el deseo de su madre, el obispo habló con su provincial, P. Wilton Moraes Lopes, CSsR, fundador de las Hermanas de la Copiosa Redención. Como la congregación acoge a viudas para que prueben la vida religiosa, ella la probó y se adaptó tan bien que pronto se unió a la congregación.

“Mi madre era una señora, ama de casa, esposa, madre de muchos hijos, decidida toda su vida”, destacó Mons. Henrique, añadiendo que tenía dudas de que ella se adaptara a la rutina de vivir en el convento con obediencia, horarios, reglas. “Pero ella se adaptó rápidamente”.
Para Sor Sebastiana, Mons. Henrique fue su “promotor vocacional” y un gran apoyo en sus primeros pasos en la vida religiosa.
“¡Soy feliz como monja! Me gusta mucho el trabajo, el culto, la recuperación, porque mi deseo siempre ha sido recuperar vidas, sacar a estas personas del desierto de la vida y guiarlas hacia una vida digna —dijo la hermana—. No somos dueños de nuestras vidas, después de entregarnos a Dios, Él sabe dónde colocarnos”.
Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en ACI Digital