Un paso más hacia los altares ha dado la causa de canonización de la religiosa colombiana Inés Arango Velásquez, luego que el Papa León XIV la declarase venerable al reconocer que ofreció libre y voluntariamente su vida para proteger a una tribu que era amenazada por la explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana.
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La Oficina de Prensa del Vaticano informó que el Pontífice recibió este 22 de mayo al prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro, y autorizó la promulgación del decreto que reconoce “la ofrenda de la vida de la Sierva de Dios Inés Arango Velásquez”.
Inés Arango Velásquez es una religiosa de la Congregación de las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia que nació en Medellín (Colombia) el 6 de abril de 1937 y falleció asesinada el 21 de julio de 1987 en la zona de Tigüino, Vicariato Apostólico de Aguarico (Ecuador).
Esta aprobación se basa en la carta apostólica en forma de motu proprio maiorem hac dilectionem, del Papa Francisco, y que establece que el ofrecimiento de la vida, sabiendo que vendrá una muerte segura, es también una vía para la beatificación.
El anuncio del Vaticano ha sido recibido con alegría por sus hermanas religiosas, por el vicariato y por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana.
Los religiosos Alejandro Labaka e Inés Arango, más cerca de los altares.
El #PapaLeónXIV aprueba el “ofrecimiento de su vida” como vía a la #Santidad. Ambos misioneros entregaron su vida en 1987, lanceados por indígenas no contactados en la Amazonía ecuatoriana. pic.twitter.com/88JmhzNepy— Conferencia Episcopal Ecuatoriana (@Confepec) May 22, 2025
En su cuenta de Facebook, las Hermanas Terciarias Capuchinas expresaron que “este acontecimiento llenará de inspiración y alegría a todos los que conociendo su vida y la de Monseñor Alejandro Labaka, comprometidos en la defensa de la vida y de nuestra casa común”.
Mons. Labaka, un misionero español y vicario apostólico de Aguarico, fue asesinado junto con la religiosa colombiana. Su decreto también fue aprobado este jueves por el Papa León XIV.
Ambos “fueron asesinados en la región de Tigüino (Ecuador) durante un encuentro con pueblos indígenas aislados. Los dos religiosos buscaron dar a conocer al mundo la comunidad Huaorani, denunciando las amenazas de grupos vinculados a la explotación petrolera y maderera en la región, pero terminaron siendo víctimas del ritual de la lanza de los indígenas”, explica el Vicariato Apostólico de Aguarico.
La vida y entrega de la hermana Inés Arango Velásquez
En su sitio web, el Dicasterio para las Causas de los Santos relata que la Sierva de Dios Inés Arango Velásquez ingresó a la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia luego de una primera experiencia como aspirante en el Instituto de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena.
El 2 de julio de 1955 recibió el hábito religioso y tomó el nombre de María de la Nieves de Medellín. La profesión perpetua la hizo el 15 de agosto de 1959 y en 1977 participó en la primera expedición misionera de su congregación a Aguarico. La religiosa fue misionera en las comunidades Shushufindi, Nuevo Rocafuerte y Coca, siendo superiora de las dos últimas.
Luego de diez años en Nuevo Rocafuerte, la hermana fue enviada a Coca en 1987, “donde se dedicó a la evangelización de los huaorani”, una etnia indígena inicialmente nómada dividida en varios subgrupos, uno de los cuales son los tagaeri.
El Dicasterio narra que la hermana Inés y Mons. Alejandro Labaka eran conscientes “del peligro inminente que se cernía sobre la tribu Tagaeri, amenazada por las grandes empresas petroleras”, por lo que fueron “al encuentro de esta población”.
“Aunque consideraron cuidadosamente el riesgo”, ambos fueron transportados en helicóptero el 21 de julio de 1987 “sobre el territorio habitado por aquellos indígenas, donde dejaron caer diversos regalos recogidos por los lugareños. Después los dejaron en el bosque”.
“Al día siguiente, cuando regresaron en helicóptero a recogerlos, encontraron sus cuerpos atravesados por flechas y lanzas. Llevado a Coca, y tras la autopsia, resultó que el cuerpo de Monseñor Labaka tenía 134 heridas, mientras que el de Sor Inés tenía 85”, señala el Dicasterio.
“Ofreció libre y voluntariamente su vida”
El Dicasterio para las Causas de los Santos afirma que “la venerable sierva de Dios ofreció libre y voluntariamente su vida propter caritatem, por las misiones y, en este caso concreto, por la tribu tagaeri”.
Señala que “es suficientemente clara la conexión entre la ofrenda de vida y la muerte prematura”, pues “sabía que su misión era muy arriesgada, pero necesaria para el bien de los nativos. La víspera de su muerte, sor Inés escribió una nota de despedida con sus últimas instrucciones: una especie de testamento, que confirmaba su conciencia del peligro que correría”.
“A pesar de saber que podía morir, sintió que era necesario negociar con la tribu tagaeri antes de la llegada de los trabajadores y mercenarios de la compañía petrolera, que habría podido usar la violencia”, añade.
El Dicasterio indica que, aunque no hay testigos del momento de su muerte, “está claro que decidió permanecer fiel a su compromiso con los más pobres y a su misión evangelizadora. Existe, pues, una conexión entre la ofrenda gratuita de vida enraizada en el amor misionero y por los pueblos indígenas y la muerte prematura de sor Inés”.
El Vaticano destaca que “su asesinato tuvo gran eco” y “a partir de este momento se desarrolló una fama de ofrenda de la vida que ha llegado hasta nuestros días, junto con una cierta fama de signos”.