Salida del arzobispo Paglia marca el fin de un capítulo turbulento en el Instituto Juan Pablo II

by Redacción
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El nombramiento esta semana por parte del Papa León XIV del vicario general de Roma como gran canciller del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia ha sido recibido como una restauración parcial del orden original del instituto, casi una década después de que el Papa Francisco alterara de manera controvertida este organismo académico.

En un breve comunicado el lunes, el Vaticano anunció que el Papa León XIV había designado al Cardenal Baldassare Reina, de 54 años, como gran canciller del instituto, en reemplazo del arzobispo Vincenzo Paglia, quien cumplió 80 años el 20 de abril y cuya salida era esperada desde hace tiempo.

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El Cardenal Reina, que se desempeña como vicario general de la Diócesis de Roma desde 2024, ya es gran canciller de la Pontificia Universidad Lateranense, sede del Instituto Juan Pablo II.

Hasta 2016, el gran canciller del Instituto Juan Pablo II era tradicionalmente el vicario de Roma, manteniendo así un estrecho vínculo institucional con la Universidad Lateranense desde la fundación del instituto por el Papa San Juan Pablo II en 1982.

Sin embargo, el Papa Francisco hizo una excepción a esta norma en 2016 al nombrar al arzobispo Paglia, quien lideró cambios profundos e impopulares en la identidad y misión del instituto.

El nombramiento temprano del Cardenal Reina en el pontificado de León XIV indica la prioridad del Papa de corregir esos cambios, aunque aún no está claro hasta qué punto el cardenal podrá restaurar el instituto a su forma original.

Aunque el regreso a la tradición del vicario de Roma como gran canciller restablece el antiguo orden, los nuevos estatutos estipulan que el Papa ya no nombra al presidente, y según fuentes, esto probablemente se mantendrá en el futuro previsible.

Como consecuencia, el instituto seguirá sin la cercanía especial al Papa que disfrutaba antes del pontificado de Francisco, lo que garantizaba que pudiera presentar la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia conforme a la enseñanza eclesial.

Como gran canciller, Reina desempeñará un papel central en la gestión del instituto, supervisando la fidelidad a la doctrina católica, proponiendo candidatos para cargos clave y actuando como enlace con el Dicasterio para la Cultura y la Educación. En resumen, según los estatutos, es el garante de la dirección eclesial del instituto y promotor de la comunión y unidad académica.

Creado cardenal apenas en diciembre pasado, el Cardenal Reina ha mostrado apoyo a la santidad de la vida, destacando especialmente el testimonio provida de Chiara Corbella Petrillo, una joven laica romana en proceso de canonización. También se informa que resistió la agenda LGBTQ.

Pero no parece tener un enfoque especial en la doctrina y la formación, y no se espera que revierta muchos de los cambios en el instituto, al menos a corto plazo, especialmente porque muchos de los nuevos profesores tienen plaza fija.

“Dado que las opiniones teológicas de Reina no son públicas, no sabemos si el instituto volverá a su función original y sumamente importante como promotor de la visión de Juan Pablo II sobre la persona humana en el contexto del matrimonio y la familia”, dijo la profesora Janet Smith, quien enseñó Teología Moral en el Seminario del Sagrado Corazón en Detroit (Estados Unidos) y defendió al instituto en 2019. Sin embargo, añadió que espera que el cambio de liderazgo sea “mucho más que una simple corrección de un asunto procedimental irregular” y marque “el inicio de una restauración completa de un instituto reorientado y mal dirigido”.

Ese cambio de rumbo se hizo evidente cuando, bajo la gestión del arzobispo Paglia, el instituto fue refundado en 2017 mediante el decreto Summa familiae cura del Papa Francisco. El ahora renombrado Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para Estudios sobre Matrimonio y Familia se orientó hacia lo que Paglia y sus aliados describieron como una “nueva teología pastoral” que atendía a la “realidad concreta de las situaciones”.

Énfasis en la sociología y la antropología secular

Este nuevo enfoque, que se apoyaba fuertemente en la sociología y la antropología secular, buscaba desarrollar la enseñanza moral contenida en Amoris laetitia (La alegría del amor), la exhortación apostólica del Papa Francisco de 2016 sobre los sínodos de la familia, y hacerla irreversible.

Pero este enfoque fue criticado por diluir la claridad doctrinal y la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia.

El Cardenal Carlo Caffarra, presidente fundador del instituto, tenía serias reservas sobre Amoris laetitia, que consideraba incompatible con las enseñanzas de Juan Pablo II y el magisterio de la Iglesia. El cardenal italiano, firmante de las dubia que buscaban aclarar el documento, falleció el 6 de septiembre de 2017; pocos días después, el Papa Francisco reconstituyó el instituto.

El arzobispo Paglia justificó los cambios enfatizando el deseo de ampliar el alcance de la misión del instituto para incluir los desafíos pastorales y sociales contemporáneos. Argumentó que las reformas pretendían ir más allá de abordar sólo conflictos éticos o legales específicos y articular una antropología más integral.

Presentó esto como una respuesta a los deseos del Papa Francisco, quien quería que el instituto “ampliara su campo de reflexión”, asegurando que tuviera “herramientas para examinar críticamente la teoría y la práctica de la ciencia y la tecnología en su interacción con la vida, su sentido y su valor”.

Los problemas se intensificaron cuando los nuevos estatutos entraron en vigor en 2019, lo que resultó en la suspensión de cinco programas de maestría, junto con el despido de respetados profesores titulares, ninguno de los cuales recibió aviso previo ni posibilidad de apelar la decisión.

Los nuevos estatutos también centralizaron la toma de decisiones, reduciendo el papel del gobierno y la libertad académica del claustro, lo que se percibió como una merma del carácter colegiado y académico del instituto.

En respuesta, estudiantes y exalumnos publicaron una carta abierta en julio de 2019 expresando su “inmensa preocupación por la repentina publicación de los nuevos estatutos y la nueva ordenanza de estudios de nuestro Instituto”.

Pocos meses después, más de 200 profesores, incluidos destacados académicos católicos como Robert George, Scott Hahn, Janet Smith y Jane Adolphe, sumaron sus voces en otra carta abierta expresando su “gran preocupación” por los despidos y pidiendo la reincorporación de los profesores líderes del instituto.

Según el profesor Stanisław Grygiel, amigo cercano de San Juan Pablo II y uno de los despedidos, los cambios no fueron una renovación, expansión o reforma, sino más bien una disolución y destrucción del instituto.

Los cambios radicales culminaron un giro de énfasis lejos de la teología moral de Juan Pablo II durante el pontificado de Francisco, evidenciado, por ejemplo, en la marginación de los profesores del instituto en el Sínodo de la Familia de 2014 y en el claro desdén por la encíclica de Juan Pablo II sobre doctrina moral, Veritatis Splendor (El esplendor de la verdad), en el magisterio de Francisco.

Académicos “progresistas”

Jane Adolphe, profesora de derecho en la Ave Maria School of Law, declaró al National Catholic Register el 21 de mayo que, tal como se predijo en su momento, el personal despedido fue reemplazado por “académicos progresistas” con posturas disidentes sobre la homosexualidad y la anticoncepción.

El nuevo personal docente incluyó a Mons. Gilfredo Marengo y al P. Maurizio Chiodi, quienes respectivamente expresaron disposición a revisar la Humanae Vitae y cuestionaron la doctrina de la Iglesia sobre la homosexualidad y la anticoncepción artificial, en directa oposición a la enseñanza de Juan Pablo II sobre teología moral, orientada precisamente a defender la enseñanza de la Humanae Vitae.

Los entonces líderes del instituto también adoptaron posturas disidentes, incluido el entonces presidente, Mons. Pierangelo Sequeri, nombrado por Mons. Paglia. El sucesor de Sequeri, Mons. Philippe Bordeyne, también fue criticado por abogar por bendiciones litúrgicas a parejas del mismo sexo bajo ciertas condiciones. El propio arzobispo Paglia fue criticado por socavar la integridad moral del instituto con declaraciones incompatibles con la doctrina de la Iglesia, especialmente en temas de matrimonio y vida.

“Debe agradecerse al Papa León XIV por remover al arzobispo Paglia”, dijo Adolphe, mientras que Smith afirmó que la salida del arzobispo Paglia era “definitivamente bienvenida”, ya que defendía cambios pastorales en temas sexuales, como la comunión para quienes están en uniones irregulares, “que no eran compatibles con la enseñanza de la Iglesia”.

Smith añadió que muchos esperaban que un “cambio de liderazgo” en el instituto “sería una de las primeras acciones del Papa León XIV” y que la institución académica necesitaba “ser restaurada a su visión original, ya que el fortalecimiento de la familia es esencial para reformar este mundo perdido”.

“Ahora todo depende del Cardenal Reina”, dijo una fuente cercana al instituto al Register.

Algunos observadores señalan que el nuevo gran canciller podría cambiar al presidente en un año aproximadamente y que ese reemplazo crucial podría, poco a poco, trabajar hacia una reconfiguración del instituto. Adolphe quisiera ver la reincorporación de los profesores despedidos y una investigación sobre los cambios y nuevas contrataciones realizados bajo la gestión del arzobispo Paglia.

Sin embargo, no se espera una revolución a la inversa —el despido repentino de los contratados por Paglia y la reincorporación de los despedidos—, en parte porque se consideraría tan injusto como las acciones de 2019, y también porque se vería como un movimiento excesivo contra su predecesor.

La llegada del cardenal Reina podría, sin embargo, llevar a que los profesores de tendencias más liberales moderen sus posturas públicas y a que los eventos del instituto se alineen más con la dirección del Papa, sin necesidad de intervención directa.

Los observadores consideran que esto no supondrá cambios significativos a corto plazo, pero probablemente marque el inicio del fin de lo que fue ampliamente visto como un periodo tumultuoso y destructivo, contrario a la misión e ideales del instituto fundado por San Juan Pablo II hace casi 43 años.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.





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