Hoy en Poznań, Polonia, tuvo lugar la Misa en la plaza frente a la catedral local para elevar a los honores de los altares al sacerdote «apóstol de la fraternidad, benefactor de su pueblo» asesinado mientras celebraba la Eucaristía durante los años del régimen comunista. El Cardenal Semeraro: ‘Su mayor enseñanza es que donde más se siente el mal, más se busca a Dios y su amor; el mal, por tanto, ya no es una objeción, sino la ocasión de un renovado acto de fe’.
Rosario Capomasi – Ciudad del Vaticano
«Sacerdote diocesano, mártir, pastor infatigable, fecundo trabajador de la caridad y testigo fiel del Evangelio hasta el derramamiento de su sangre”: así definió León XIV al padre Stanisław Streich, beatificado hoy, sábado 24 de mayo, en Poznań, Polonia, con una misa celebrada en la plaza frente a la catedral local. Las palabras del Pontífice, contenidas en una Carta Apostólica, fueron leídas por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos y representante del Papa, que presidió el rito. Entre los numerosos concelebrantes se encontraban los arzobispos metropolitanos de Poznań y Cracovia, Zbigniew Zieliński y Marek Jędraszewski, junto con sus respectivos arzobispos eméritos, monseñor Stanisław Gądecki y el cardenal Stanisław Dziwisz.
Como el santo patrono de Polonia cuyo nombre lleva, y como él masacrado mientras celebraba misa -señaló el cardenal Semeraro-, también el padre Stanisław Streich, «sacerdote y mártir de la fe, apóstol de la fraternidad, benefactor de su pueblo», sigue ese surco trazado por figuras luminosas de su país, constituyendo «un motivo de alegría y de paz» en este Año Jubilar dedicado a la esperanza.
Polonia tierra de santos y beatos
En su homilía, el cardenal remarcó como Polonia sigue siendo «tierra de santos y beatos». En este sentido, recordó, entre otros, a san Juan Pablo II, «entregado a Roma como obispo y Sucesor de Pedro; a santa Faustina Kowalska, apóstol de la Divina Misericordia», a Stefan Wyszyński, «primado del Milenio» y al mártir Jerzy Popiełuszko, «auténtico intérprete de la doctrina social de la Iglesia». La alegría de hoy por la beatificación del padre Streich, añadió el prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, es la misma «de la que hablaba el difunto Papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii gaudium al inicio de su pontificado; de la paz de Cristo resucitado, que León XIV anunció al mundo, mientras se asomaba a la Logia de las Bendiciones de la basílica de San Pedro apenas elegido».
El buen pastor que da la vida por las ovejas
En el padre Streich se encarna magistralmente la imagen del buen pastor que da la vida por las ovejas», dijo el Cardenal Prefecto, estableciendo un paralelismo con el pasaje del Evangelio de Juan propuesto por la liturgia. Como Jesús, como el Beato polaco, cuyo sacrificio «es expresión de ese amor que se convierte, en concreto, en cuidar del otro, hacerse cargo de él, gastar y gastarse por él, hasta el don supremo de la propia vida. Es el corazón del misterio pascual, el sentido pleno de la cruz de Cristo», señaló Semeraro.
Tomando al Salvador como modelo a imitar en su compromiso pastoral y sacerdotal, sin hacer caso de las amenazas recibidas de los seguidores de la ideología comunista, el P. Stanisław, dijo el Cardenal, manifestó un gran amor por la vida, llevándola «con sencillez y dignidad» y sobre todo gastándola «con un corazón alegre en favor de las comunidades que le habían sido confiadas». Tal disposición y resolución de espíritu encontró entonces su plena realización en el sacrificio». Este último, explicó Semeraro, «tiene que ver con la esencia misma del cristianismo: en la muerte de los mártires, y por tanto en la muerte de este mártir, se cumplieron las palabras de Cristo: “El grano de trigo, si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24). Y el fruto nacido aquel 27 de febrero de 1938, cuando varios disparos acabaron con su vida mientras pronunciaba su homilía desde el púlpito, sigue madurando hoy, porque el beato «sigue hablando, no ya desde el púlpito de la iglesia, sino desde el ambón de su vida entregada. Su palabra nos enseña a esperar y a confiar en Dios, incluso en medio de los desafíos y las pruebas de nuestro tiempo».
La «fatiga» de la caridad
El cardenal Semeraro, tras recordar las palabras del Papa Wojtyła pronunciadas el 13 de junio de 1999 con motivo de la beatificación en Varsovia de 108 mártires de la Segunda Guerra Mundial – «Los beatos mártires nos dicen en nuestro corazón: Creed que Dios es amor. Creedlo en el bien y en el mal. Tened esperanza. Que la esperanza produzca como fruto en vosotros la fidelidad a Dios en cualquier prueba» – señalaba la gran enseñanza dejada por Stanisław Streich: a saber, «que allí donde el mal se hace sentir más, podemos buscar más a Dios y su amor; el mal ya no es, pues, una objeción, sino la ocasión de un renovado acto de fe. Vivir cristianamente las dificultades significa oponer al mal el bien: el bien de la caridad y de la entrega, del perdón y de la oración».
A partir de aquí, insistió el cardenal, cada uno de nosotros, para llegar a ser en todos los sentidos «un buen pastor, debe comenzar a vivir las relaciones entre nosotros haciéndose cargo del otro, con sus necesidades y dificultades -como dijo León XIV en su primer Regina Caeli del 11 de mayo-, aunque esto conlleve la “fatiga” de la caridad».
La palabra de vida del mártir polaco, prosiguió el Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, «es también para ustedes sacerdotes, jóvenes y ancianos, llamados a vivir y ejercer una paternidad pastoral hacia el rebaño que se les ha confiado», como apóstoles y misioneros, «no en tierras lejanas, sino en nuestra Europa, tradicionalmente católica desde la antigüedad. Ánimo, pues, nos dice el Beato Stanisław: que no nos falte creatividad y valentía, libertad y generosidad, para salir en busca de los que todavía hoy están tan necesitados de Cristo y de su palabra de verdad».
Oración por las vocaciones
Tras dirigir unas palabras de agradecimiento al arzobispo emérito de Poznań por iniciar la causa de beatificación y llevarla a término en respuesta a la petición de tantos fieles, el cardenal concluyó invitando a rezar al padre Streich para que interceda por «el don de las santas vocaciones al ministerio ordenado y a la vida religiosa, pidiéndole juntos que hable al corazón de Dios de nuestro deseo de paz para el mundo entero».
Durante la celebración se descubrió una reproducción del retrato del nuevo Beato. El original de la obra se expondrá junto a la tumba del padre Streich, conservada en la iglesia de San Juan Bosco de Luboń.