El Papa recibió a los funcionarios de la Curia Romana y a los empleados de la Santa Sede, de la Gobernación y del Vicariato de Roma, que lo acogieron con un largo aplauso. En su discurso, el Pontífice invitó a todos a preservar “la memoria histórica” de la Sede Apostólica, a no perder la “dimensión misionera”, como deseaba el Papa Francisco, y a superar las incomprensiones y los prejuicios con paciencia, humildad y “humorismo”.
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“Una ocasión para dar las gracias”: con estas palabras el Papa León XIV definió su encuentro con todos los empleados de la Curia Romana, de la Gobernación y del Vicariato de Roma, a quienes recibió en audiencia en el Aula Pablo VI en el Vaticano. Presentes en el Aula Nervi, unas 5 mil personas que trabajan en distintas áreas administrativas, técnicas y operativas, junto a sus familias. Entre ellos, también sacerdotes, religiosos y religiosas, y sobre todo, laicos.
Eran numerosos los niños presentes, algunos pequeñísimos, apoyados en las vallas por los padres, con la esperanza de un saludo, una caricia y una bendición de parte del Pontífice. Esperanza hecha realidad, ya que el Santo Padre, apenas terminó de saludar a algunos prelados, descendió del escenario para acercarse a ellos y bendijo sonriente a los pequeños con sus familiares, en primer lugar, y luego, extendió su saludo a todos los presentes.
“Este nuestro primer encuentro no es ciertamente el momento de pronunciar discursos programáticos, sino más bien una ocasión para darles las gracias por el servicio que prestan, y que yo, por así decirlo, ‘heredo’ de mis Predecesores”, afirmó el Papa León iniciando su discurso.
A continuación, recordó que había llegado al Vaticano “hace sólo dos años, cuando mi querido Papa Francisco me nombró Prefecto del Dicasterio para los Obispos. Entonces dejé la Diócesis de Chiclayo, Perú, y vine a trabajar aquí. ¡Qué cambio! Y ahora bien… ¿Qué puedo decir? Sólo lo que Simón Pedro le dijo a Jesús en el lago Tiberíades: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo» (Jn 21,17).”
“Los Papas pasan, la Curia permanece” subrayó el Obispo de Roma señalando que esto “vale en cada Iglesia particular, para la Curia episcopal. Y vale también para la Curia del Obispo de Roma”.
La importancia de la memoria
“La Curia es la institución que custodia y transmite la memoria histórica de una Iglesia, del ministerio de sus obispos. Esto es muy importante. La memoria es un elemento esencial en un organismo vivo. No sólo se dirige al pasado, sino que nutre el presente y orienta el futuro. Sin memoria, el camino se pierde, pierde el sentido de la orientación”, afirmó luego el Santo Padre y explicó qué significa trabajar en la Curia:
Trabajar en la Curia romana significa contribuir a mantener viva la memoria de la Sede Apostólica, en el sentido vital que acabo de mencionar, para que el ministerio del Papa pueda desarrollarse de la mejor manera posible. Y, por analogía, esto puede decirse también de los servicios del Estado de la Ciudad del Vaticano.
Además de la memoria, el Papa destacó la dimensión misionera de la Curia y de toda institución vinculada al ministerio petrino, mencionando a este respecto la reforma llevada a cabo por el Papa Francisco a través de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y la Constitución Apostólica Praedicate Evangelium. Y lo ha hecho – señaló – siguiendo la estela de sus predecesores, especialmente de san Pablo VI y san Juan Pablo II.
La experiencia misionera en Perú
El Pontífice recordó también que la experiencia misionera forma parte de su vida, ”y no sólo como bautizado, como todos los cristianos, sino porque como religioso agustino fui misionero en Perú”. “No podré agradecer suficientemente al Señor por este don”, afirmó. “Luego, la llamada a servir a la Iglesia aquí, en la Curia Romana, fue una nueva misión, que he compartido con ustedes en estos dos últimos años. Y aun la continúo, mientras Dios quiera, en este servicio que se me ha confiado”.
La invitación a ser Iglesia misionera
Seguidamente, León XIV repitió a los presentes en el Aula Pablo VI, lo que había dicho su primer saludo, la tarde del 8 de mayo: “Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger […] con los brazos abiertos a todos, a todos los que necesitan de nuestra caridad, nuestra presencia, del diálogo y del amor. Estas palabras iban dirigidas a la Iglesia de Roma. Y ahora las repito pensando en la misión de esta Iglesia hacia todas las Iglesias y el mundo entero, para servir a la comunión, a la unidad, en la caridad y en la verdad”, dijo el Pontífice. Y añadió:
El Señor encomendó a Pedro y a sus sucesores esta tarea, y todos ustedes, de diversas maneras, colaboran en esta gran obra. Cada uno aporta su contribución realizando su trabajo cotidiano con empeño y también con fe, porque la fe y la oración son como la sal para la comida, dan sabor.
Contribuir a la unidad con nuestro comportamiento cotidiano
El Papa León XIV instó entonces a los empleados vaticanos a “cooperar en la gran causa de la unidad y del amor, intentemos hacerlo ante todo con nuestro comportamiento en las situaciones cotidianas, empezando incluso en el lugar de trabajo”.
Cada uno puede ser constructor de unidad con sus actitudes hacia sus colegas, superando los inevitables malentendidos con paciencia y humildad, poniéndose en el lugar de los demás, evitando los prejuicios, y también con una buena dosis de humor, como nos ha enseñado el Papa Francisco.
¡Gracias de nuevo de todo corazón!, repitió el Pontífice antes de concluir su discurso. Y recordando que estamos en el mes de mayo, invitó a invocar juntos a la “Virgen María, para que bendiga a la Curia Romana y a la Ciudad del Vaticano, y también a sus familias, especialmente a los niños, a los ancianos y a los enfermos y sufrientes”.