El Papa León XIV al tomar posesión como Obispo de Roma: La comunión se construye ante todo de rodillas

by Redacción
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El Papa León XIV aseguró que la comunión eclesial se construye ante todo “de rodillas” y “en oración”, tras reivindicar el ejemplo de los primeros cristianos que afrontaron el desafío del mundo pagano para anunciar el Evangelio.

“La comunión se construye ante todo de rodillas, en la oración y en un continuo compromiso de conversión”, señaló el Pontífice en la homilía que pronunció en la Basílica de San Juan de Letrán, donde este domingo tomó posesión de su cátedra como Obispo de Roma.

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Al reflexionar sobre el episodio del Libro de los Hechos de los Apóstoles que narra el conflicto surgido en la comunidad cristiana de Antioquía en torno a la cuestión de si los paganos convertidos al cristianismo debían cumplir la ley de Moisés, el Papa León XIV dejó claro que “no fue un proceso fácil” ya que requirió “mucha paciencia y escucha recíproca”.

Así, citó el llamado Concilio de Jerusalén, el primer gran concilio de la Iglesia primitiva, en el que se “entabló un diálogo” que llevó a la decisión adecuada: “Reconociendo y teniendo en cuenta el esfuerzo de los neófitos, convenía no imponerles pesos excesivos, sino limitarse a pedir lo esencial”.

En las decisiones de la vida no estamos solos

En este sentido, el Pontífice dejó claro que “en las decisiones de la vida no estamos solos”. “El Espíritu nos sostiene y nos indica el camino a seguir”, manifestó. 

Y agregó: “Somos tanto más capaces de anunciar el Evangelio cuanto más nos dejamos conquistar y transformar por Él, permitiendo a la potencia del Espíritu purificarnos en lo más íntimo, haciendo que nuestras palabras sean simples y sin doblez, nuestros deseos honestos y limpios, nuestras acciones generosas”.

Por ello constató que, en todo el proceso, como en el Concilio de Jerusalén, “la escucha más importante” es la de la voz de Dios.

Por otro lado, ante los cardenales de la Curia Romana presentes, los obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos de la diócesis de Roma, lanzó un mensaje claro que anticipa el horizonte de su pontificado.

“Expreso el deseo y el compromiso de entrar en este vasto proyecto poniéndome, en la medida de lo posible, a la escucha de todos, para aprender, comprender y decidir juntos”, aseguró tras hacer referencia a la misma frase de San Agustín que pronunció al salir al balcón de la Basílica de San Pedro tras ser elegido en el cónclave, “cristiano con ustedes y Obispo para ustedes”.

“Les pido que me ayuden a realizarlo mediante un esfuerzo común de oración y de caridad”, aseguró tras recordar las palabras de San León Magno: “Que en todas las cosas que hacemos rectamente, Cristo es quien realiza la obra de nuestro ministerio. No nos gloriamos en nosotros, que nada podemos sin Él, sino en Aquel que es nuestro poder”.

Asimismo, también citó en su homilía al Beato Juan Pablo I, que en septiembre de 1978, “con el rostro radiante y sereno que ya le había valido el apelativo de el Papa de la sonrisa”, tomó posesión de la cátedra como obispo de Roma.

Les ofrezco todo lo poco que tengo y que soy

“Yo quisiera expresarles todo mi afecto, con el deseo de compartir con ustedes, en el camino común, alegrías y dolores, fatigas y esperanzas”, expresó.

Como el Papa Juan Pablo I, “les ofrezco todo lo poco que tengo y que soy y eso, lo confío a la intercesión de los santos Pedro y Pablo y a la de tanto otros hermanos y hermanas cuya santidad ha iluminado la historia de esta Iglesia y las calles de esta ciudad”.

Además, el Papa León XIV también reivindicó el legado de la Iglesia de Roma como “heredera de una gran historia, consolidada en el testimonio de Pedro, de Pablo y de innumerables mártires”.

La Basílica de San Juan de Letrán lleva el título honorífico de Omnium urbis et orbis ecclesiarum mater et caput (“madre y cabeza de todas las iglesias de la ciudad de Roma y del mundo entero”). Tomando esto como metáfora, recordó que su antecesor el Papa Francisco invitaba a reflexionar sobre la “dimensión materna” de la Iglesia y sobre las características que le son propias.

Entre ellas, “la ternura, la disponibilidad al sacrificio y esa capacidad de escucha que permite no sólo socorrer, sino a menudo prever las necesidades y las expectativas, antes incluso de que se formulen”.

“Son rasgos que deseamos que vayan creciendo en el Pueblo de Dios en todas partes, también aquí, en nuestra gran familia diocesana: en los fieles, en los pastores y, antes que nadie, en mí mismo”, indicó. 

Por otro lado, elogió el “comprometido camino” que la Diócesis de Roma está recorriendo en estos años, estructurado sobre varios niveles de escucha “hacia el mundo que le rodea —para acoger los desafíos—, y al interno de la comunidad —para comprender las necesidades y promover sabias y proféticas iniciativas de evangelización y de caridad—“.

Si bien reconoció que es “un camino difícil”, señaló que es digno de la historia de esta Iglesia, que muchas veces ha demostrado que sabe pensar “a lo grande”, “entregándose sin reservas en proyectos valientes, y arriesgándose incluso frente a escenarios nuevos y complejos”.

En concreto, hizo referencia al gran trabajo con el que toda la diócesis de Roma por el Jubileo, en la acogida y en el cuidado de los peregrinos y en tantas otras iniciativas.

“Gracias a muchos esfuerzos, la ciudad le parece a quien viene —a veces desde muy lejos— como una gran casa abierta y acogedora, y sobre todo como un hogar de fe”, concluyó.

Durante la liturgia, tuvo lugar el rito de la obediencia, en el que el Santo Padre recibió la fidelidad de un grupo representativo del pueblo de Dios en Roma. Esta significativa expresión de comunión no fue protagonizada por cardenales o miembros de la Curia, sino por personas concretas de la diócesis: un obispo auxiliar, un canónigo, un párroco, un vicario parroquial, un diácono, religiosos y religiosas, una familia, un educador, un catequista y dos jóvenes.

Entre los participantes estuvieron el Cardenal vicario Baldassare Reina, Mons. Renato Tarantelli como obispo auxiliar, y otros miembros del clero y laicos, como el fraile Luis Martín Rodríguez, la religiosa Rebecca Nazzaro, y jóvenes como Mirko Venditti y Teresa Martellotta. Cada uno de ellos simbolizó una dimensión vital de la Iglesia romana que ahora reconoce al nuevo obispo como su pastor.

Antes de llegar a esta basílica —el primer gran edificio de culto cristiano que Roma levantó después de que el emperador Constantino permitiera la libertad religiosa en el año 313—, el Papa se reunió con el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri. Justo a los pies de la escalinata del Campidoglio, donde se encuentra el acceso principal al Palacio Senatorio, sede histórica del Ayuntamiento de Roma, el regidor le rindió homenaje como nuevo obispo de Roma.





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