El Papa nombra a Mons. Renzo Pegoraro como presidente de Pontificia Academia para la Vida

by Redacción
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El Papa León XIV ha nombrado como jefe del grupo de reflexión bioética del Vaticano a Mons. Renzo Pegoraro, el antiguo adjunto del presidente saliente, el arzobispo Vincenzo Paglia, lo que indica un deseo de continuar el rumbo establecido bajo el pontificado del Papa Francisco.

Hasta su nombramiento el martes, Mons. Pegoraro, de 65 años, había servido desde 2011 como canciller de la Pontificia Academia para la Vida, nombrado por Benedicto XVI. Continuó en el cargo durante el turbulento mandato del arzobispo Paglia como presidente, que estuvo marcado por los nombramientos de miembros pro-aborto y declaraciones problemáticas sobre el suicidio asistido y la anticoncepción.

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El arzobispo Paglia se retira tras cumplir 80 años.

El Dr. Thomas Ward, fundador de la Asociación Nacional de Familias Católicas del Reino Unido, expresó su preocupación por el nombramiento, diciendo que nunca recordaba que Mons. Pegoraro “se hubiera desasociado de alguna de las posiciones y comentarios atroces del arzobispo Paglia”.

Dijo además: “Millones de padres católicos en todo el mundo, cuyos hijos están amenazados por las mentiras de la Cultura de la Muerte, necesitan urgentemente escuchar la defensa inequívoca de la verdad católica sobre la sexualidad humana y la vida”.

Fundada por el Papa San Juan Pablo II y el profesor Jérôme Lejeune en 1994 para promover y defender la vida humana y la dignidad de la persona, la Pontificia Academia para la Vida ha buscado históricamente proporcionar diálogo interdisciplinario e investigación sobre complejos temas bioéticos como el aborto, la eutanasia, la procreación y la terapia génica. El objetivo era asegurar que estos temas se abordaran a la luz de la teología moral católica.

Como canciller, Mons. Pegoraro era el ejecutivo principal de la academia, que es un organismo autónomo dentro de la Santa Sede. Compartía la dirección, trabajaba estrechamente con el presidente y aseguraba el buen funcionamiento de sus actividades. Sirvió primero bajo el obispo español del Opus Dei Ignacio Carrasco de Paula, quien fue presidente de la academia de 2010 a 2016, y luego bajo el arzobispo Paglia.

Nativo de Padua (Italia), Renzo Pegoraro se graduó en medicina y cirugía en la universidad de la ciudad en 1985 y fue ordenado en 1989. Luego obtuvo una licenciatura en teología moral y un diploma en bioética avanzada. Enseñó bioética y ética de la enfermería, ha sido miembro de centros de filosofía y ética médica, y fue presidente de la Asociación Europea de Centros de Ética Médica de 2010 a 2013.

Desde 2016 hasta la actualidad, fue el principal colaborador del arzobispo Paglia en un momento en que la academia pontificia fue acusada de alejarse de la misión original de Juan Pablo II de defender la santidad de la vida y, en cambio, acomodar argumentos éticos heterodoxos y seculares, cambiar sus estatutos y socavar su credibilidad como institución provida.

En al menos dos ocasiones como canciller, Mons. Pegoraro sumó su voz a este aparente alejamiento de la misión de la academia al apoyar públicamente posiciones disidentes que habían ganado simpatía durante el pontificado del Papa Francisco.

En 2022, dijo al Wall Street Journal que creía que la anticoncepción podría ser permisible “en caso de conflicto entre la necesidad de evitar el embarazo por razones médicas y la preservación de la vida sexual de la pareja”.

La Iglesia siempre ha prohibido todas las formas de control artificial de la natalidad (excepto los tratamientos médicamente necesarios que no tienen como objetivo directo causar infertilidad), enseñando que la anticoncepción viola la conexión intrínseca entre los aspectos unitivo y procreativo del acto conyugal.

En un segundo incidente, también ese año, Mons. Pegoraro pareció apoyar a dos miembros de la academia que públicamente favorecieron el suicidio asistido como táctica para evitar la legalización de la eutanasia voluntaria en Italia.

“Estamos en un contexto específico, con una elección que debe hacerse entre dos opciones, ninguna de las cuales —suicidio asistido o eutanasia— representa la posición católica”, dijo Mons. Pegoraro al periódico católico francés La Croix.

Pero afirmando que creía que algún tipo de ley era una conclusión inevitable, dijo que de las dos posibilidades, “el suicidio asistido es el que más restringe los abusos porque estaría acompañado de cuatro condiciones estrictas: la persona que pide ayuda debe estar consciente y poder expresarlo libremente, tener una enfermedad irreversible, experimentar sufrimiento insoportable y depender de un tratamiento que sostenga la vida, como un respirador”.

El Cardenal Willem Eijk, también médico titulado y miembro de la academia, rechazó firmemente tal argumentación, diciendo que no había “diferencia moral significativa” entre el suicidio asistido médicamente y la eutanasia voluntaria, “ni desde el lado del paciente ni del médico”, ya que ambos tienen “la misma responsabilidad moral” al llevar a cabo la terminación de la vida.

El National Catholic Register preguntó a Mons. Pegoraro si aún mantenía tales posiciones sobre estos temas, y por qué no se pronunció durante las controversias del mandato del arzobispo Paglia, pero al momento de la publicación no ha respondido.

Cambios radicales

La Pontificia Academia para la Vida fue generalmente admirada por los grupos provida de todo el mundo por su inspiración y orientación durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI hasta que fue golpeada por múltiples escándalos, primero en 2009 durante la breve presidencia del arzobispo Rino Fisichella y lo que se conoció como el “Caso Recife”, relacionado con un controvertido caso de aborto en Brasil, pero luego con más frecuencia cuando el arzobispo Paglia y Mons. Pegoraro estaban al mando.

En noviembre de 2016 y poco después de asumir su cargo como presidente, el arzobispo Paglia cambió los estatutos de la academia, lo que resultó no sólo en el despido repentino de 172 miembros de la academia (algunos sujetos a posible renovación) y muchos con impecables credenciales provida, sino también en la eliminación del requisito de que los miembros de la academia firmaran una declaración prometiendo defender la vida en conformidad con el magisterio de la Iglesia. Los nuevos miembros también podían pertenecer a cualquier religión, siempre que promovieran y defendieran la vida “de una manera que se conforme al Magisterio de la Iglesia”.

El arzobispo Paglia dijo que las decisiones se tomaron “en el contexto de la reorganización general de la Curia Romana por parte del Santo Padre” y que tuvo que hacer ajustes logísticos en la academia para cooperar estrechamente con los organismos curiales, particularmente el entonces recién creado Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Pero en 2017 y 2022, Paglia y Pegoraro nombraron nuevos miembros para la academia, algunos de los cuales apoyaban públicamente el aborto o se declaraban ateos. Uno fue el Dr. John Nkengasong, ciudadano estadounidense nacido en Camerún, quien, al ser nombrado jefe del Plan de Emergencia del Presidente de Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR) en 2021, fue felicitado por la directora ejecutiva de Planned Parenthood por trabajar para expandir los servicios de aborto.

Otro nombramiento de Paglia y Pegoraro fue Sheila Dinotshe Tlou, exministra de salud de Botsuana, quien formó parte del comité de supervisión de un grupo que ofrecía “suministros para abortos seguros y atención postaborto”.

El Dr. Ward, exmiembro de la academia, dijo tras los nombramientos de 2022 que la dirección de la academia continuaba con la “imposición de un cambio de paradigma sobre la moralidad sexual en el Vaticano”.

Judie Brown, también exmiembro de la academia y actual presidenta de la American Life League, calificó los nombramientos de “indignantes” y que “se agravan cuando reconocemos que la Academia se estableció para luchar contra el aborto”. Los principios sostenidos por los primeros miembros de la Academia “fueron una vez la base sobre la que todos nos apoyábamos”, dijo, pero ahora “han desaparecido de la vista”.

Otros problemas también ocurrieron bajo el liderazgo del arzobispo Paglia y Mons. Pegoraro. En 2022, la academia publicó un libro titulado Theological Ethics of Life, que expertos en bioética criticaron duramente por difundir información teológica y médica “engañosa y confusa” que contradice las enseñanzas establecidas de la Iglesia sobre la anticoncepción y las tecnologías de reproducción asistida.

Ese mismo año, el arzobispo Paglia generó más controversia cuando afirmó que la ley del aborto en Italia era un “pilar de la sociedad”, lo que llevó a la academia a emitir un comunicado diciendo que sus comentarios habían sido “sacados de contexto”. El arzobispo italiano volvió a estar en el centro de la polémica cuando pronunció un discurso en 2023 en el que parecía declarar que la despenalización del suicidio asistido era “el mayor bien común” posible en las circunstancias políticas actuales de Italia. La academia tuvo que aclarar nuevamente sus comentarios, diciendo que seguía oponiéndose a la eutanasia.

Durante la crisis del COVID-19, el arzobispo Paglia fue criticado por ignorar las preocupaciones éticas sobre las vacunas y por promover celosamente, a pesar de las preocupaciones de seguridad, la inoculación de niños incluso si no presentaban síntomas, y el hecho de que las posibilidades de que los niños se enfermaran gravemente por la enfermedad eran “extremadamente bajas”.

Pragmatismo político

En general, el arzobispo Paglia fue criticado por priorizar el pragmatismo político sobre el testimonio profético, con detractores que afirman que a menudo partía de la situación política y luego buscaba adaptar el Evangelio y la tradición católica a ella, en lugar de lo contrario.

En una entrevista de 2020 con el Register, el arzobispo Paglia se defendió diciendo que su visión para la academia era abordar una “amplia gama de temas que hoy afectan la vida en su nivel más básico” y “liberar nuestras discusiones de suposiciones simplistas”.

Tras los cambios radicales en la academia, en 2017 algunos de sus exmiembros formaron la Academia Juan Pablo II para la Vida Humana y la Familia como alternativa a la academia pontificia, con el objetivo de continuar el trabajo que parecía estar abandonando.

Llamando “inspirada” la visión de San Juan Pablo II para la Pontificia Academia para la Vida, la exmiembro Christine de Marcellus Vollmer, ahora presidenta de la organización provida venezolana PROVIVE, dijo: “Rezamos para que nuestro Santo Padre encargue a Mons. Pegoraro devolver a la Pontificia Academia para la Vida su mandato original, interrumpido cuando fue cerrada y reorganizada en 2016”. También espera que Mons. Pegoraro “haya investigado más desde sus años de diferir de la profética Humanae Vitae y aparentemente aprobar el suicidio asistido”.

No está claro hasta qué punto Mons. Pegoraro continuará la línea del arzobispo Paglia, aunque parece que mantendrá muchos de los cambios que su predecesor implementó.

En una declaración del 27 de mayo, dijo que su intención era “trabajar en continuidad con los temas y la metodología de los últimos años, aprovechando al máximo las competencias específicas de nuestro numeroso y calificado grupo internacional e interreligioso de académicos”.

Agregó que le gustaría destacar en particular los temas de “bioética global”, el diálogo con varias disciplinas científicas, la inteligencia artificial y la biotecnología, y “la promoción del respeto y la dignidad de la vida humana en todas sus etapas”.

Traducido y adaptado por el equipo de ACI Prensa. Publicado originalmente en el National Catholic Register.





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