70 años del CELAM, el Papa: “Un signo de colegialidad”

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En su 70º aniversario, el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño renueva su misión pastoral con el aliento de León XIV. Los obispos abordan juntos los desafíos del continente.



Sebastián Sansón Ferrari – Ciudad del Vaticano

En un clima de gratitud, memoria viva y compromiso renovado, los obispos de América Latina y el Caribe se reúnen en la 40ª Asamblea General Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), celebrando los 70 años desde la primera Conferencia General del Episcopado, acontecida en Río de Janeiro en 1955. En este marco, el Papa León XIV dirige un telegrama al cardenal Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente del organismo, saludando con afecto a los pastores reunidos y subrayando la vigencia de esta experiencia de comunión eclesial.

El mensaje del Pontífice es una síntesis del papel que el CELAM ha desempeñado en la vida de la Iglesia en el continente: signo de colegialidad, órgano de colaboración pastoral y fermento de evangelización en contextos diversos y muchas veces dolorosos. “Me uno a la acción de gracias al Señor”, afirma el Santo Padre, “por esta feliz efeméride, que nos recuerda cómo el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño es un signo de colegialidad […] al servicio del Santo Pueblo fiel de Dios que peregrina en ese amado continente”.

El texto no elude la realidad lacerante que atraviesa a América Latina: “un gran número de hombres y mujeres sufren la tribulación y la pobreza ocasionadas por las continuas crisis a escala continental y mundial”. Frente a estos desafíos, el Sucesor de Pedro alienta a los obispos a no perder de vista la centralidad del Resucitado, quien “protege y guía a la Iglesia reavivándola en la esperanza”. Su exhortación es clara: salir al encuentro de quienes yacen en las periferias, heridas por la injusticia, para anunciarles el Evangelio con “la alegría que nace del encuentro personal con Él”.

El CELAM, desde su creación hace siete décadas, ha sido testigo y actor de procesos eclesiales cruciales: Medellín en 1968, Puebla en 1979, Santo Domingo en 1992 y Aparecida en 2007. Cada una de estas conferencias fue expresión de un discernimiento comunitario, a la luz de los signos de los tiempos. Hoy, en la era de la sinodalidad, esta trayectoria adquiere nuevos matices y desafíos.

Desde Bogotá —donde tiene su sede el CELAM—, la asamblea no sólo evocó el pasado, sino que se proyectó hacia el futuro con espíritu misionero. Se trata, como apuntó Prevost, de “buscar, en comunión afectiva y efectiva, iniciativas pastorales que lleven a soluciones según los criterios de la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio”.

Al concluir su telegrama, el Obispo de Roma confía a los obispos a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, madre de los pueblos de América. Les pide que recen por él y les imparte su bendición apostólica como “prenda de abundantes bienes celestes”.

 



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