En una mesa redonda virtual organizada por Cáritas Internationalis y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, expertos, líderes religiosos y sociales instan a liberar a los países pobres del peso de la deuda y a construir economías más humanas y sostenibles.
Vatican News
Con el telón de fondo del Jubileo y en sintonía con el llamado del Papa Francisco por una mayor justicia global, se celebró este miércoles 28 de mayo la mesa redonda virtual “Peregrinos de esperanza: una inspiración jubilar para actuar sobre deuda, clima y desarrollo”. El evento fue organizado por Caritas Internationalis y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, y reunió a economistas, representantes de la sociedad civil y funcionarios del Vaticano de diversas regiones del mundo.
El mensaje central fue claro: urge actuar frente a la crisis del endeudamiento que atrapa a numerosos países pobres, limita su desarrollo y profundiza las desigualdades entre el Norte y el Sur del planeta. “La esperanza es el sueño de quien está despierto”, citó el cardenal Jaime Spengler, presidente del CELAM, al abrir la jornada. Subrayó que la condonación de deuda no debe verse como un acto de generosidad, sino como una exigencia de justicia.
La hermana Alessandra Smerilli, secretaria del Dicasterio organizador, alertó sobre la doble carga que enfrentan muchas naciones: el peso de la deuda financiera y el llamado “deuda ecológica”, resultado del saqueo de recursos naturales y el impacto del cambio climático, del que estas regiones son víctimas, pese a haber contribuido poco a su origen.
El arzobispo Gabriele Caccia, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, advirtió que más de 50 países están al borde de una crisis de deuda. “No es solo un fracaso económico, es un fracaso moral”, dijo, recordando que cuando los gobiernos no pueden pagar a maestros o brindar salud por priorizar pagos a acreedores, se vulnera la dignidad humana.
Otros ponentes, como el economista argentino Martín Guzmán y la representante africana Lucy Esipila, ofrecieron cifras alarmantes y testimonios directos: millones de personas viven en países que gastan más en deuda que en servicios esenciales. En África, los sueños de los niños quedan truncados por un sistema que los condena antes de poder desarrollarse.
La iniciativa Relay of Hope, presentada en video durante el encuentro, simbolizó el espíritu de la jornada: pasar la luz de la esperanza de mano en mano, con gestos concretos como apoyar la campaña de Caritas para “transformar la deuda en esperanza”.
Como recordó el Papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, condonar la deuda no es una opción moral opcional, sino una responsabilidad compartida. El evento concluyó con una invitación firme: pasar de las palabras a la acción.
Una llamada urgente desde la fe y la realidad
Durante el evento, también se recordó que el próximo gran escenario de diálogo será la COP30, que se celebrará en noviembre en Belém, Brasil. Para Spengler y Smerilli, este encuentro representa una oportunidad histórica para que la Iglesia participe activamente en soluciones concretas a la crisis climática, vinculada estrechamente a la crisis del desarrollo.
Alistair Dutton, secretario general de Caritas Internationalis, subrayó que más de 3.300 millones de personas viven en países donde los pagos de deuda superan las inversiones en salud, educación o adaptación al cambio climático. “Esto es un escándalo moral”, declaró, retomando el mensaje constante de Francisco: los sistemas económicos deben estar al servicio de la persona, no al revés.
Desde una perspectiva pastoral, el mensaje también fue claro: no basta con denunciar, es tiempo de actuar. Se hizo un llamado a firmar y difundir la petición global impulsada por Caritas, como un gesto concreto para exigir a los líderes mundiales que reconsideren los mecanismos de deuda y pongan fin a un ciclo de injusticia que perpetúa la pobreza.
En palabras del Papa, el Jubileo es tiempo de gracia, perdón y liberación. Este encuentro internacional lo confirma: liberar a los pueblos del peso de la deuda es hoy un imperativo ético y un acto de esperanza.
