El actor Jaime Lorente, que interpretó a “Denver” en la serie de éxito mundial La Casa de Papel, cuenta su reciente conversión y cómo ha recuperado la fe que recibió de sus padres, vinculados al Camino Neocatecumenal.
En una reciente entrevista concedida a El Cafetal, Lorente ha explicado cómo tras un tiempo de desierto, ha recuperado la fe. A los 14 años decidió salirse de la comunidad neocatecumenal a la que pertenecían sus padres, alegando que no sentía ninguna conexión con el resto de miembros. En ese momento sentía que su libertad estaba constreñida de algún modo.
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Pasados los años entiende más la libertad “como una capacidad que como un derecho”, de tal forma que trata de ejercitarla cada día para acercarse “un poquito a hacer el bien”.
En los últimos meses, a Lorente le ha resultado “extremadamente revelador” el modo en que el amor ha sido el origen de la solución a situaciones en su familia de origen. “Ese gesto de amor ha venido de un convencimiento de que a través de la fe y de lo que nos enseñó Jesús se puede vivir mejor”, afirma.
En ese sentido, añade que “hay algo que ha trascendido de ellos hacia mí que es importante, me parece casi místico” y describe cómo ha captado que “la fe tiene la capacidad de mover, cambiar y hacer que algo sea sólido, que una familia sea sólida”.
Este ha sido el motor de su certeza de fe recuperada: “Sabes que sí. Es que para mí no hay duda. No hay ni una mínima duda”, defiende de forma contundente.
“La gente piensa que la fe es inasible. No es verdad. Es que se toca, es que se palpa. Es que te cambia el corazón, es que te lo toca. De verdad. Es que hay algo que te cambia profundamente y sabes que sí. Sabes que sí”, reflexiona en su conversación con Josué Moreno.
“Si después fuese que no, que no creo, esto que me llevo, que es precioso. Porque me hace tratarme mejor, me hace tratar mejor a mis hijos, a mi mujer, a mis padres. Es que me hace ser mejor”, argumenta.
De rodillas en medio de un desierto de sufrimiento
Jaime Lorente tiene claro cómo se ha transformado su vida de una manera clara, tras años de haber padecido mucho sufrimiento por actitudes que ha trabajado también con ayuda psicológica: “En esa etapa mía he hecho cosas con las que no me sentía nada identificado. Muchas veces me cuesta perdonarme, cuando ya lo estoy”.
Sin embargo, certifica que es verdad una frase que ha escuchado últimamente: “No conozco a nadie tocado por Dios que no pasara por un desierto”.
En un momento de lucha con sus padecimientos, narra el actor, “lo único que me quedó fue echarme de rodillas. Cambió todo”. Entonces recordó también cómo su madre le decía que “el Espíritu Santo puede lograr cosas que no te creerías”.
Ahora no deja de ver regalos de Dios por todas partes, empezando por su esposa: “Me falta vida para agradecer a mi mujer lo que ha hecho por mí, y ella no es creyente. Me van a faltar horas, días, semanas, me va a faltar todo para agradecerle. Esto tiene que ser de algún lado”.
Con sinceridad desusada entre los grandes artistas, Lorente admite que se ha manejado en su vida “con muy poca humildad”, que se creía capaz de afrontar solo todos los problemas propios y ajenos. Así, “poco a poco me fui metiendo en un laberinto donde me fui metiendo para abajo, para abajo, para abajo…”, reconoce.
Ahora consulta la Biblia todos los días y puede decir que siente cómo es capaz de descansar las dificultades del día a día en su fe. En este sentido, destaca una enseñanza de San Agustín ante los malos tiempos: “Sed vosotros mejores, vosotros sois el tiempo”
En consecuencia, añade, “yo no me voy a acercar jamás a la perfección, pero sí puedo obrar de forma perfecta. si puedo hacer acciones que sean perfectas. Mínimas. Eso me acerca un poquito”.