El Papa León XIV ensalza al Beato Stefan Wyszyński


El Papa León XIV recordó al Beato Cardenal Stefan Wyszyński, quien resistió heroicamente al comunismo en Polonia y fue además mentor de San Juan Pablo II.

Durante su saludo a los peregrinos en la Audiencia General del 28 de mayo, aniversario de la muerte del beato, el Santo Padre ensalzó su testimonio y ejemplo de vida como “pastor fiel a Cristo” a pesar de la persecución comunista.

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“Con sacrificio y diálogo trabajó por la unidad de la Iglesia y de la sociedad. Que su testimonio sea para ustedes fuente de inspiración en el cuidado por la Iglesia y por la patria”, señaló el Pontífice.

Stefan Wyszyński nació el 3 de agosto de 1901 en Zuzela nad Bugiem, una ciudad que en aquel entonces pertenecía al Imperio ruso, en un contexto de división política y social. 

De familia pobre y profundamente religiosa

La situación fragmentada de su país contrastaba con la unidad, los valores firmes y el amor por la patria que Stefan recibió en el seno de una familia pobre, pero profundamente religiosa. Su padre, en particular, fue una figura clave en su formación.

Tras perder a su madre, Julianna, cuando tenía apenas nueve años, Stefan encontró en la Virgen María el consuelo y la presencia materna que tanto anhelaba.

Fue ordenado sacerdote el 3 de agosto de 1924 y nombrado vicario en la basílica catedral. Estudió Derecho Canónico y Ciencias Socioeconómicas en la Universidad Católica de Lublin, donde obtuvo el doctorado en Derecho Canónico.

La actividad de Wyszyński en el período de entreguerras fue el periodismo. En concreto, fue editor, publicista y editor en jefe de la revista Ateneum Kapłańskie, de 1932 a 1939. 

También ejerció como profesor de Ciencias Sociales en el seminario diocesano, fue director de las Obras Misionales Diocesanas, defensor del vínculo y promotor de justicia en el tribunal episcopal, director de la sodalitio mariana y de la universidad cristiana de trabajadores, y miembro del Comité Social Primacial.

Según recuerda el Dicasterio para las Causas de los Santos, el 4 de marzo de 1946, Pío XII lo nombró obispo de Lublin. A esta diócesis, devastada por la guerra, le dio un nuevo impulso pastoral, preocupándose por todos los sectores.

El acuerdo con los comunistas para proteger a la Iglesia

Dos años después, el 16 de noviembre de 1948, fue nombrado arzobispo de dos grandes metrópolis, Gniezno y Varsovia, y como el nuevo Primado de Polonia.

Wyszyński, además de ocupar el cargo de presidente de la Conferencia Episcopal, ejerció jurisdicción sobre los territorios post-alemanes otorgados a Polonia, velando por los católicos en la Unión Soviética.

Ante las relaciones cada vez más tensas con el régimen comunista, el Primado Wyszyński decidió en abril de 1950 firmar un “acuerdo” con el gobierno comunista. 

Con este acuerdo, las autoridades reconocieron la autonomía de la Iglesia y su dependencia jerárquica del Papa. Por su parte, Wyszynski tuvo que admitir la legitimidad del régimen.

La Santa Sede vio este gesto como algo negativo, ya que consideró el documento demasiado conciliador, en un momento en el que la colaboración con el comunismo podía castigarse con la excomunión.

Sin embargo, el objetivo del Primado de Polonia fue proteger a la Iglesia de su país y, gracias a esta posición, la Iglesia en Polonia se salvó en el período estalinista más cruento. 

A César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios

A pesar del acuerdo, las autoridades quisieron  tomar el control de los nombramientos de los obispos en la Iglesia Católica.

Ante esto, Wyszyński expresó una firme oposición con las palabras: ¡Non possumus!, con las que declaraba la negativa a seguir cediendo y a impedir que  “las cosas del César” se instalaran en el altar de Dios.

Esto provocó su detención el 25 de septiembre de 1953, el mismo año en el que fue creado cardenal por el Papa Pío XII. Permaneció recluido en aislamiento durante tres años, siendo liberado el 28 de octubre de 1956. 

El cardenal retomó sus actividades pastorales, convirtiéndose en símbolo de libertad, justicia, respeto por el ser humano y unidad para todo el pueblo polaco. Además, participó activamente en el Concilio Vaticano II. Murió el 28 de mayo de 1981 en Varsovia (Polonia) tras sufrir cáncer.

Un hombre inteligente de carácter fuerte

El Dicasterio vaticano le define como un “hombre inteligente y de carácter fuerte”, que debió tomar decisiones delicadas “y emitir disposiciones de especial relevancia”. Su testimonio y su acción fueron un duro golpe para el régimen comunista, que buscaba erradicar el catolicismo del país. 

Su oposición al régimen, que le costó tres años de prisión, también suscitó hostilidad entre ciertos miembros del clero afines al comunismo. A pesar de la soledad y el abandono, reforzó su fe, mantuvo la obediencia a Cristo e intensificó la oración. 

Durante su detención animó a todos a perseverar en la fe, a no pensar en él, sino a mantenerse firmes ante el enemigo. Mostró gran amor por los pobres y los enfermos. Como obispo, visitaba hospitales y cárceles, llevando esperanza y caridad.

Fue mentor de San Juan Pablo II, quien el 22 de octubre de 1978, al final de la Misa de inicio de su pontificado, se acercó a él para besar sus manos como muestra de afecto y agradecimiento por haber guiado a la Iglesia en Polonia durante los años de persecución.

Fue beatificado el 12 de septiembre de 2021, tras la aprobación de una curación milagrosa atribuida a su intercesión de la hermana Nulla Garlińska, de la Congregación de las Hermanas Discípulas de la Cruz.





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