Al clausurar el II Encuentro Internacional sobre el Sentido promovido por Scholas Occurrentes, el Cardenal Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación subraya la atención del Pontífice, también a través de la elección de su nombre, a la “revolución tecnológica” en curso. No hay que “ignorarla ni temerla”, sino integrarla en modelos educativos que, como deseaba el Papa Francisco, sepan “unirse al unísono”.
Edoardo Giribaldi – Ciudad del Vaticano
Abordar las “novedades” y “revoluciones” de nuestro tiempo – un tiempo en el que ahora todo está “interconectado” – requiere una perspectiva más elevada. Una era en la que la tecnología se convierte en una presencia engorrosa, casi “invasiva”, exige nuevas respuestas. Y el camino, según el cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, pasa por la educación y la instrucción, por una humanidad que redescubre el valor de la “belleza” y de la “espiritualidad”. Un camino no solitario, sino compartido con maestros, profesores, guías que saben ser “amigos, compañeros, padres”: capaces de custodiar y acompañar el florecimiento de la persona.
Este es el núcleo del discurso pronunciado por el Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, al término del II Encuentro Internacional sobre Sentido, evento global promovido por Scholas Occurrentes y la CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, que concluyó este 29 de mayo, en el Aula Nueva del Sínodo.
El legado de Francisco, recogido por León XIV
En su discurso, el cardenal recordó el “precioso legado” del Papa Francisco en el campo educativo, “recogido con entusiasmo” por su sucesor, León XIV. Un legado que se convierte en profecía: con la elección de su nombre, el nuevo Pontífice quiso dirigir la atención del mundo hacia otra “revolución”, la “digital”, y hacia el horizonte de la Inteligencia Artificial.
En medio de tantas preguntas, incertidumbres y temores, una “certeza fundamental” permanece inalterada: la educación es y será la brújula. “No vivimos sólo en una época de cambios”, recordó Tolentino de Mendonça citando al Papa Francisco, “sino en un cambio de época”. “En esta nueva fase de la historia, la educación puede fomentar un uso consciente de las tecnologías, una actitud crítica, capaz de comprender y discernir oportunidades y límites”.
Las aulas, “sondas y antenas”
Un signo concreto de este compromiso es el Pacto Educativo Mundial, lanzado por el Papa Francisco el 12 de septiembre de 2019: una invitación al mundo entero a unir fuerzas para que la educación genere paz, justicia y acogida. Pero todo pacto necesita nueva vida. “Todo”, observó el cardenal, “tiene un impacto en el mundo educativo”. Incluso el tema de la salud mental, que emergió con fuerza recién en la era post pandemia, nació en las aulas, entre los jóvenes. “Necesitamos estas sondas, estas antenas, porque no podemos pensar que ciertos problemas, las grandes angustias, sean prerrogativa exclusiva de la edad adulta”.
Otro frente urgente: la educación en contextos de emergencia. “Pensemos en los pobres, los migrantes, los refugiados, los niños y niñas de las periferias del mundo”, dijo el cardenal, recordando un dato de la UNESCO: 230 millones de niños hoy no tienen acceso a la escuela.
Educar para cuidar la Creación
“Todo está conectado”, advertía la encíclica Laudato si’, que recientemente celebró su décimo aniversario, y hoy más que nunca este mensaje resuena. El hombre y el medio ambiente no son entidades distintas, sino voces de una misma sinfonía. La educación, por tanto, debe formar también a las personas para cuidar nuestra Casa Común. “No necesitamos una antropología despótica”, explicó Tolentino de Mendonça, “sino una antropología sensata, capaz de realizar el sueño de Dios: que el hombre sea el custodio de la Creación, no su amo”. En una época en la que la tecnología es omnipresente, a menudo capaz de suplantar la realidad, “debemos reflexionar sobre cómo seguir siendo humanos”.
El “ministerio” de la educación
Hablando de educación, el cardenal recordó que tanto el Papa Francisco como León XIV han sido “maestros”. “Saben el valor de una escuela, de un maestro, de este extraordinario taller de humanidad”. Y la elección del nombre por parte del nuevo Pontífice, en la lectura del cardenal, es una señal potente: un retorno a la res novae, a las “cosas nuevas” de hoy, como una Rerum Novarum ideal, la encíclica de León XIII, “del tercer milenio”. El Papa habló “con gran claridad de la revolución tecnológica en curso, que no debemos ignorar ni temer, sino que estamos llamados a acoger e integrar, con espíritu crítico y mirada humana, para resaltar sus potencialidades al servicio de una educación inclusiva”.
Para concluir, una reflexión sobre la figura del educador: no “una máquina de saber”, sino “un guía, un amigo, un compañero, un padre”. Alguien que sepa acercarse al misterio del crecimiento personal, que sepa custodiar el milagro cotidiano de la autoconstrucción. Porque, como recordaba León XIV, la educación es un auténtico «ministerio».