En la 40ª Asamblea Ordinaria del CELAM, los obispos dirigen una emotiva carta al Papa León XIV. En ella, destacan la continuidad del mensaje de esperanza, el compromiso con la justicia social y ambiental, y la voluntad de fortalecer la misión de la Iglesia en la región.
Sor Elaine Castro Matheuz – Ciudad del Vaticano
Durante la 40ª Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), celebrada del 26 al 30 de mayo en Río de Janeiro, los obispos enviaron una carta al Papa León XIV que refleja su profunda unidad, gratitud y compromiso con la misión evangelizadora en América Latina y el Caribe. La carta, publicada por ADN CELAM, ha sido una expresión de unidad y diálogo fortalecidos en la guía del Santo Padre en estos tiempos.
La elección como signo de esperanza y continuidad
En ella, los obispos expresan su alegría por la elección del Papa León XIV, reconociéndola como “obra providente de Dios, que mira con amor a nuestras iglesias”. Resaltan que, tras el fecundo pontificado del Papa Francisco, su elección representa un signo de esperanza, destacando la continuidad de un camino evangelizador que mira con confianza al futuro. “Su elección es signo de esperanza”, afirman, y aseguran renovar su “comunión plena y filial” con el pontífice.
Compromiso con la misión en medio de la realidad social
La carta denuncia las heridas profundas de la región: violencia, pobreza, conflictos armados, narcotráfico, migración forzada y polarización política. Los obispos subrayan que “nuestra región necesita su voz profética para alentar la justicia y la paz”. Además, expresaron su compromiso con la ecología integral, renovando su entrega al cuidado de la “casa común” en el décimo aniversario de Laudato Si’, y haciendo un llamado a promover modelos de desarrollo respetuosos de la dignidad humana y la creación.
La sinodalidad y la misión juvenil como un gran horizonte
Los obispos agradecen “el dinamismo sinodal” del proceso que movilizó a las iglesias latinoamericanas y caribeñas. Resaltan que desean seguir fortaleciendo sus conferencias episcopales para una mayor comunión, participación y corresponsabilidad. También expresan su deseo de que la iglesia sea más misionera, especialmente hacia los jóvenes, que a menudo se sienten alejados de las comunidades eclesiales.
La carta concluye con una invitación al Papa a visitar las tierras latinoamericanas y caribeñas, pueblos que “anhelan su presencia y bendición apostólica”. Los obispos encomendados a Nuestra Señora de Guadalupe, expresan su disposición a colaborar y a seguir orando por su ministerio. Es una llamada a la esperanza y al compromiso con una pastoral que sea signo de amor y justicia.