El paso de los ciclistas el domingo 1 de junio por el territorio del Vaticano, a lo largo de la “vía mariana”, es la ocasión para recordar algunas reflexiones de los Papas sobre este deporte, también apreciado por los Pontífices. En 1946, Pío XII recibió a los participantes de la célebre carrera por etapas “Rosa” y, en 1974, Pablo VI dio la salida al Giro. El Papa León saludará a los atletas a su paso.
Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano
Los ciclistas que participan este año en el Giro de Italia, prestigiosa e histórica competición deportiva organizada por primera vez en 1909, pedalearán el domingo 1 de junio dentro del Estado de la Ciudad del Vaticano. El recorrido atraviesa los verdes y característicos perfiles de los Jardines Vaticanos, donde se encuentran numerosas imágenes de la Virgen María provenientes de diversos países. Será una pequeña vuelta al mundo bajo la mirada de María, una “etapa” que anticipa el Jubileo de la Esperanza, previsto para el 14 y 15 de junio. El Papa León XIV saludará a los ciclistas en su paso por el Estado Vaticano, también en recuerdo del Papa Francisco, quien había acogido la propuesta presentada por el cardenal José Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, en colaboración con el Gobernatorado y Athletica Vaticana.
Ciclismo, la virtud de la valentía y el altruismo
El verdadero sentido del paso del Giro de Italia por el Vaticano puede captarse en las palabras que el Papa Francisco dirigió el 9 de marzo de 2019 a los participantes del Congreso anual de la Unión Ciclista Europea. “La práctica del deporte –dijo Francisco en aquella ocasión– enseña a no desanimarse y a comenzar de nuevo con determinación después de una derrota o una lesión”.
El ciclismo, en particular, es uno de los deportes que más resalta ciertas virtudes como la resistencia a la fatiga –en las largas y difíciles subidas–, el coraje –al intentar una escapada o enfrentar un sprint–, la integridad al respetar las reglas, el altruismo y el sentido de equipo.
En el ciclismo en ruta, por ejemplo, todo el equipo –gregarios, velocistas, escaladores– trabaja unido y a menudo debe sacrificarse por el líder. Y, cuando un compañero pasa por dificultades, son sus compañeros de equipo quienes lo sostienen y acompañan. Así, también en la vida: es necesario cultivar un espíritu de altruismo, generosidad y comunidad para ayudar a quienes se han quedado atrás a alcanzar sus objetivos.
Pedalear en el Vaticano
Una escuadra, como dijo el Papa León XIV al recibir al equipo de fútbol Napoli el pasado 27 de mayo, “trabaja unida” y los talentos individuales “se ponen al servicio del conjunto”. Los ciclistas que el domingo 1 de junio pedaleen en el Vaticano formarán parte de un solo equipo, una heterogénea comunidad internacional que representa a la gran familia humana.
El recorrido dentro de la Ciudad del Vaticano, el Estado más pequeño del mundo, tiene unos 3,5 kilómetros y serpentea entre tesoros de historia y fe. Los ciclistas entrarán por Via Paolo VI, a través del ingreso del Petriano. Pasarán junto a la Basílica de San Pedro, subirán hacia los Jardines Vaticanos, cruzando frente a la iglesia de Santo Stefano degli Abissini, la estación ferroviaria, la zona del Palacio del Gobernatorado. Continuarán hacia el monasterio Mater Ecclesiae, la Gruta de la Virgen de Lourdes, la Torre de San Giovanni y el helipuerto. Luego bordearán las murallas –por el llamado “camino mariano”– hasta el Jardín Cuadrado y los Museos Vaticanos.
En la avenida dedicada al deporte, la nomenclatura recuerda las competencias promovidas por el Papa Pío X a principios del siglo XX. Cada metro está lleno de historia, símbolos y espiritualidad. Los atletas recorrerán Via delle Fondamenta –junto a la Capilla Sixtina y el ábside de la basílica– hasta llegar a la explanada de Santa Marta, saliendo del Vaticano por la Puerta en el callejón del Perugino.
No una carrera, sino un homenaje al Papa
Durante su paso por el Vaticano, los ciclistas no competirán. Pedalearán en modalidad “no competitiva”: será una auténtica pasarela en honor al Papa en el Año Santo. Avanzarán a baja velocidad, siguiendo el coche guía. La salida oficial de la última etapa del Giro tendrá lugar después de salir del Vaticano. El proyecto de este paso nació en 2021, con motivo de la entrega a Athletica Vaticana del certificado que la reconoce como miembro oficial de la Unión Ciclista Internacional, gestionado por el Dicasterio para la Cultura y la Educación, Athletica Vaticana, el Gobernatorado y el Dicasterio para la Comunicación.
Pío XII y el Giro de 1946
La historia reciente del Papado se ha entrelazado varias veces con el mundo del ciclismo. El 26 de junio de 1946, el Papa Pío XII recibió a los participantes del XXIX Giro de Italia, antes de la etapa Roma-Perugia. El Papa Pacelli apareció en el balcón del Patio de San Dámaso para saludar a los ciclistas. Apenas su figura se mostró “en el marco de la gran ventana –se leía en L’Osservatore Romano del día siguiente–, una ovación vibrante y gritos de ‘¡viva el Papa!’ se alzaron desde la multitud, mientras los autos y motos del Giro celebraban con el rugido de motores y sirenas su entusiasmo”.
“Vuestro ardor juvenil y entusiasmo deportivo –dijo Pío XII– les hace especialmente queridos a nuestro corazón. Vayan, bajo el sol radiante de Italia, su patria de espléndidas bellezas, y de la cual quieren ser campeones dignos e intrépidos. Vayan, valientes corredores de la carrera terrena y de la carrera eterna. Les acompaña nuestros mejores deseos y nuestras oraciones”. Al final de la audiencia, ciclistas y caravana salieron en auto y bicicleta por el Arco de las Campanas.
El Papa Pacelli y Gino Bartali
También, las victorias deportivas están entrelazadas con grandes virtudes y cualidades morales. El 7 de septiembre de 1947, de nuevo el Papa Pacelli, recibiendo en audiencia a delegados de la Acción Católica, recordó en particular las hazañas deportivas de un ciclista:
“La dura carrera de la que habla San Pablo está en curso; es hora de esfuerzo intenso. Incluso unos segundos pueden decidir la victoria. Miren a su Gino Bartali, miembro de la Acción Católica; ha ganado varias veces la ansiada ‘maillot’. Corran también ustedes esta carrera ideal para alcanzar una palma más noble: Sic turrite ut comprehendatis (1 Cor. 9, 24).”
Se cumplen 25 años de la muerte de Gino Bartali, declarado “Justo entre las Naciones”. Durante los dramáticos años de la Segunda Guerra Mundial, el campeón toscano transportó documentos falsos para salvar a cientos de judíos de la ferocidad nazi-fascista. El 10 de agosto de 1948, tras ganar el Tour de Francia, Bartali fue recibido por Pío XII y le regaló el maillot amarillo. L’Osservatore Romano señaló que el Papa pasó bastante tiempo con el ciclista y “se mostró perfectamente informado sobre la excepcional victoria deportiva y renovó su interés, muy especial, por las diversas actividades deportivas, de las que nunca podrán disociarse particulares cualidades y virtudes morales”.
El Giro de 1972
El 20 de mayo de 1972 fue el entonces patriarca de Venecia, Albino Luciani, quien dio simbólicamente la salida a la edición número 55 del Giro de Italia, que partió al día siguiente precisamente desde el corazón de la ciudad veneciana.
“Nada de lo que es humano – había dicho en esa ocasión el patriarca de Venecia, que en 1978 subiría al trono de Pedro con el nombre de Juan Pablo I – es ajeno a la Iglesia. Ahora bien, si todo el deporte es humano, para nosotros los italianos el Giro de Italia es sumamente humano. No es solo una competición deportiva, es un movimiento de masas, una fiesta gozosa del pueblo en lo que se refiere al presente; es leyenda y epopeya en lo que concierne al pasado”.
“Los ojos – agregó – ven a los campeones de hoy, pero el corazón, especialmente el nuestro, el de los viejos, detrás de ellos ve a los campeones de ayer: Girardengo, Binda, Coppi, Bartali. Y con los campeones encuentra las emociones de ayer, los entusiasmos por las audaces ascensiones, por las caminatas de los solitarios de los Dolomitas. Por eso estoy aquí, por amor al Giro. Pero también por amor a Venecia”.
Pablo VI y el Giro de 1974
El 16 de mayo de 1974, el Papa Pablo VI recibió, en el Patio de San Dámaso, a los participantes de la 57.ª edición del Giro de Italia. En esa ocasión, el Pontífice dio la salida a la carrera ciclista. Los corredores salieron por el Arco de las Campanas después de recorrer la Via delle Fondamenta. Las palabras del Papa Montini comenzaron con una observación de carácter histórico.
“Por primera vez en la historia, el ‘Giro’ parte desde la Ciudad del Vaticano. Expresamos nuestra complacencia a ustedes y a los organizadores de esta popular competición por haber querido así subrayar su voluntad de dar un significado al Año Santo que se está celebrando en las Iglesias locales y que, a partir de la próxima Navidad, tendrá aquí en San Pedro, como en las demás Basílicas romanas, el punto irradiador de convocatoria para toda la gran familia de los pueblos.
Nos alegramos además de ver que sigue siendo válida y vital una fórmula que tiene un valor no solo espectacular, sino educativo: de competencia generosa, fuerte, sencilla, respetuosa de los valores de la persona, así como de las virtudes que exige y propone. Y como tal, la presentamos al respeto y a la emulación, especialmente de los jóvenes, que deben encontrar en ustedes, queridos atletas, no un ideal abstracto, sino una ejemplificación concreta de sobriedad, sacrificio, autocontrol, compañerismo y fraternidad, que los anime a seguir caminos rectos en el difícil trayecto de la vida.”
El Giro del 2000 y Juan Pablo II
La edición del Giro de Italia del 2000 se desarrolló coincidiendo con el Gran Jubileo. El Papa Juan Pablo II recibió en audiencia a los atletas en la víspera del inicio de la popular carrera ciclista.
“Cada actividad deportiva, tanto a nivel amateur como competitivo, requiere cualidades humanas fundamentales, tales como el rigor en la preparación, la constancia en el entrenamiento, la conciencia de los límites de las capacidades personales, la lealtad en la competencia, la aceptación de reglas precisas, el respeto al adversario, el sentido de solidaridad y de altruismo. Sin estas cualidades, el deporte se reduciría a un simple esfuerzo y a una discutible manifestación de potencia física sin alma.”
“Queridos amigos, les deseo a todos ustedes, que están a punto de comenzar el Giro de Italia, que vivan este importante evento deportivo animados por una auténtica “deportividad”, es decir, por una gran pasión competitiva, pero también por un fuerte espíritu de solidaridad y de compartir. Que la celeste protección de María, a quien se dedica especialmente el mes de mayo, los guíe y asista, y a quien ustedes invocan como su patrona especial bajo el bello título de Madonna del Ghisallo”.
Bajo la mirada de María
Junto al Santuario de la Beata Virgen María del Ghisallo, en la provincia de Como, se encuentra “el monumento al ciclista”, bendecido por Pablo VI el 4 de julio de 1973.
En 1945, el párroco don Ermelindo Viganò vio pasar frente al santuario el Giro de Lombardía, que en los dos años anteriores había sido interrumpido debido a la guerra. Este paso ciclista fue la inspiración para una idea que nació en el corazón del presbítero lombardo: transformar ese lugar en un verdadero “santuario de los ciclistas”. Esa idea se convirtió en realidad.
En 1949, con bula papal de Pío XII, la Madonna del Ghisallo fue proclamada Patrona de los ciclistas, fortaleciendo el vínculo entre el monte y los ciclistas de todo el mundo.
Hoy, la mirada de María acoge las miradas y los esfuerzos de muchos corredores, tal como ocurrirá el domingo primero de junio en el Vaticano.