Esta tarde, al concluir el rezo del Rosario en los Jardines Vaticanos, el Papa León XIV se dirigió a los fieles desde la Gruta de Lourdes afirmando que esta oración no sólo tiene una dimensión mariana, sino también un “corazón cristológico”.
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“Han rezado juntos el Santo Rosario: una oración que, como subrayó San Juan Pablo II, tiene un carácter mariano y un corazón cristológico, y que ‘condensa en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico’”, afirmó el Pontífice este 31 de mayo al concluir el mes dedicado a la Virgen María.

El discurso del Santo Padre se realizó tras la tradicional procesión mariana desde la iglesia de Santo Stefano degli Abissini hasta la Gruta de la Virgen de Lourdes. El encuentro de oración estuvo presidido por el Cardenal Mauro Gambetti, Vicario General de Su Santidad para el Estado de la Ciudad del Vaticano y Arcipreste de la Basílica de San Pedro.

Al término del encuentro, el Papa León XIV dirigió unas palabras que invitaron a meditar sobre la importancia del camino de fe vivido junto a María.
“Es un gesto de fe con el que, de forma sencilla y devota, nos reunimos bajo el manto materno de María”, expresó León XIV al abrir su discurso, destacando también que esta vigilia recuerda aspectos clave del Jubileo en curso, como “la alabanza, el camino, la esperanza y, sobre todo, la fe meditada y manifestada en comunidad”.
Al referirse a la meditación de los Misterios gozosos durante la procesión, el Pontífice indicó que los fieles “han entrado y se han detenido, como en peregrinación, en muchos lugares de la vida de Jesús: en la casa de Nazaret contemplando la Anunciación, en la de Zacarías contemplando la Visitación […] en el Templo de Jerusalén contemplando la Presentación y luego el hallazgo de Jesús”.

Asimismo, subrayó cómo el Rosario, repetido con fe, hace resonar la Palabra de Dios en el corazón de los fieles: “Les han acompañado, en el ‘Dios te salve, María’ repetido con fe, las palabras del Ángel a la Madre de Dios: ‘Alégrate, llena de gracia: el Señor está contigo’, y las de Isabel: ‘¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!’”.
El Pontífice de nacionalidad estadounidense y peruana animó a todos a vivir la fe como un camino tras los pasos de Jesús y de la mano de María: “Miremos nuestra existencia como un camino tras las huellas de Jesús, para recorrerlo —como lo hemos hecho esta noche— junto a María”.

En ese sentido, invitó a una vida de alabanza cotidiana e invitó a pedirle al Señor “saber alabarlo cada día ‘con la vida y con la lengua, con el corazón y con los labios, con la voz y con la conducta’”.
Antes de impartir la bendición apostólica, León XIV agradeció especialmente a las Hermanas Benedictinas del Monasterio Mater Ecclesiae por “su oración oculta y constante”, que —dijo—“«sostiene a nuestra comunidad y nuestro trabajo”.

Concluyó su alocución pidiendo que la alegría de este momento mariano perdure y crezca: “Que la alegría de este momento permanezca y crezca en nosotros: en nuestra vida personal y familiar, en cada ambiente, especialmente en la vida de esta familia que aquí en el Vaticano sirve a la Iglesia universal”.