Como cada año, miles de fieles de distintos puntos de Santiago del Estero se congregaron en la ciudad de Mailín, departamento de Avellaneda, para celebrar la fiesta grande del Señor de los Milagros de Mailín, este año con la particularidad de que se trata de la primera vez que se realiza desde que fue nombrada Arquidiócesis Primada de la Argentina por el Papa Francisco.
Con el lema Con el Señor de Mailín, Peregrinos de Esperanza, la ceremonia central tuvo lugar el domingo 1 de junio y estuvo presidida por el Arzobispo de Santiago del Estero y Primado de la Argentina, Cardenal Vicente Bokalic Iglic, quien dio a su homilía una fuerte impronta social, llamando a un mayor compromiso por la fraternidad.
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Dios se hizo presente para elegir al Papa
En primer lugar, habiendo participado del cónclave que eligió a León XIV, el purpurado agradeció a los fieles por sus oraciones que “nos ayudaron a elegir al nuevo Papa”, afirmó.
“Estas cosas son de Dios, quien se hizo presente para elegir rápidamente al Papa que necesitábamos en este tiempo del mundo”, aseguró.
En cuanto a León XIV, consideró que seguirá con la línea del Papa Francisco para construir una Iglesia “sinodal, evangelizadora, misionera, que salga al encuentro de los pobres, que se implique en el trabajo por la justicia, por la paz”.
El encuentro con el Señor llena nuestra alma de consuelo
El cardenal se refirió luego a la imagen que convoca a tantos fieles y que es símbolo de la fe popular: “Bendito sea el Señor que nos permitió llegar a este lugar sagrado, donde nos dejó la imagen de Mailín”, expresó con gratitud, asegurando que “el encuentro con el Señor llena nuestra alma de consuelo, de comprensión, bondad, aliento para nuestra vida”.
En ese sentido, consideró que las amarguras y desesperanzas “se transforman en aires nuevos cuando nos encontramos como pueblo”, especialmente en este lugar donde “volvemos a descubrir que Jesús nos acompaña”.
“A veces estamos tentados de buscar atajos para esquivar los desafíos de nuestras vidas y esto a la larga nos dejan vacíos y van destruyendo nuestra dignidad”, alertó el Cardenal Bokalic. Por eso, llamó a mirar y dejarse mirar por el Crucificado y así hacer renacer “algo nuevo en el corazón”.
El que bendice destierra de su corazón la indiferencia
Poniendo su mirada sobre la sociedad actual, observó que está “golpeada por la pobreza, el desánimo, violencia de todo tipo”. El egoísmo, advirtió, “no nos permite encontrarnos con el hermano y hacernos cargo”.
Y reflexionando sobre el Evangelio de la fiesta de la Ascensión del Señor, destacó que Jesús “volvió a la Casa del Padre bendiciendo a los suyos”.
“Bendecir es un gesto de amor, bendecir es desear el bien a las personas, por su salud, por su bienestar. El que bendice destierra de su corazón sentimientos como la indiferencia”, señaló.
“No podemos bendecir y al mismo tiempo vivir condenando, rechazando, odiando a los demás. No podemos bendecir con estos sentimientos”, añadió, advirtiendo en la sociedad “expresiones de agresividad, desprecio a los demás, especialmente al piensa y siente distinto”, lo que genera desunión y división.
Puntualmente, se refirió a las conductas que no permiten el encuentro con “los niños olvidados”, con “tantos mayores que son silenciados en su justa protesta” y con “los enfermos que son despreciados y tratados como carga”. Asimismo, advirtió sobre el peligro de dejar que al corazón ingrese el sentimiento de xenofobia.
Por eso, el arzobispo llamó al compromiso de “trabajar por una sociedad más justa, más humana, más integradora”, y a honrar al Señor de Mailín “siendo misericordiosos con el hermano caído al costado del camino”.
La historia del Señor de los Milagros de Mailín
En 1780, el anciano Juan Serrano observó, al pie de un árbol de algarrobo, una potente luz. Al acercarse al lugar, descubrió que allí había una cruz de madera con una imagen de Cristo pintada, que tenía una calavera bajo sus pies.
Allí se construyó luego un templete dedicado a este Cristo, que con el tiempo pasó a llamarse popularmente el Señor de los Milagros de Mailín.
La iglesia mayor comenzó a construirse en 1870, por iniciativa del General Antonio Taboada, y la edificación del templo actual, donde se conserva la imagen original del Cristo, comenzó en 1904.
Con el tiempo, Mailín se convirtió en un destino de peregrinación, no sólo para los santiagueños sino también para los argentinos en general. Su fiesta central se celebra el Día de la Ascensión del Señor, con una procesión que es expresión religiosa pero también cultural de Santiago del Estero.