Mientras la Asean intenta de nuevo la vía de la mediación para poner fin al conflicto, la junta militar anuncia la prórroga del alto el fuego hasta el 30 de junio. Mientras tanto, el mundo católico birmano lanza un sentido llamamiento por la paz.
Paolo Affatato – Ciudad del Vaticano
La Asean (Association of Southeast Asian Nations) de la que forma parte Myanmar, ya había propuesto hace cuatro años un plan de cinco puntos para una tregua y una progresiva pacificación del país, desgarrado por la guerra civil tras el golpe militar de febrero de 2021. Sin embargo, la organización se había topado con un factor estructural, el compromiso político común de no injerencia en los asuntos internos de los distintos Estados miembros, uno de los principios de la asociación, que, iniciada sobre la base del comercio, se asemeja al modelo de integración inicial de la Unión Europea.
Gestiones diplomáticas
Al agravarse el conflicto en Myanmar, se incrementó la presión internacional para que la Asean intente desempeñar un papel activo en la resolución del conflicto. En 2023, la presidencia de la Asean recayó en Indonesia, que había ofrecido su compromiso diplomático, y en 2024 fue el turno de Laos, pero no hubo avances concretos sobre el terreno. Se dio un paso adelante cuando se persuadió al gobierno militar de Myanmar para que permitiera la ayuda humanitaria a las víctimas del conflicto, pero los observadores consideran que esto es muy insuficiente. Ahora, en el plano diplomático, hay una nueva iniciativa en el seno de la Asean: Malasia, que ostenta actualmente la presidencia rotatoria, ha pedido que se prorrogue el alto el fuego posterior al terremoto de Myanmar, intensificando el llamamiento en favor de un proceso de paz. En un comunicado emitido en la cumbre del 27 de mayo, la Asean, declarándose dispuesta a «ayudar a Myanmar a encontrar una solución pacífica y duradera» y reiterando su voluntad de aplicar el plan de cinco puntos, instó a las partes beligerantes a «cesar inmediatamente los actos de violencia contra la población civil».
El alto el fuego
El 31 de mayo, día en que expiraba el alto el fuego proclamado tras el terremoto, la junta militar prorrogó la tregua hasta el 30 de junio para, según un comunicado oficial, «facilitar las actividades de rehabilitación y reconstrucción en las zonas afectadas por el terremoto». Según el comunicado, el alto el fuego también permitiría al país celebrar «elecciones generales libres, justas y democráticas, multipartidistas», un hecho que la oposición y los observadores cuestionan, ya que el país, tras cuatro años de conflicto, está dividido entre zonas controladas por el ejército y zonas controladas por la resistencia.
La posición de la ONU
Mientras tanto, un nuevo informe del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos señala la creciente crisis de derechos humanos en Myanmar, alimentada por la violencia militar, la impunidad sistémica y el colapso económico, que «deja a los civiles atrapados en el fuego cruzado de un conflicto cada vez más brutal». Publicado antes de la próxima sesión del Consejo de Derechos Humanos (prevista para principios de julio), el informe destaca el empeoramiento de la situación, descrita como «cada vez más catastrófica, marcada por atrocidades implacables que han afectado a todos y cada uno de los aspectos de la vida». El documento informa que las operaciones militares han registrado un número récord de asesinatos de civiles en 2024, mientras que la crisis económica ha tenido un gran impacto en las ya desastrosas condiciones humanitarias. Se calcula que la economía de Myanmar ha perdido unos 94.000 millones de dólares desde el golpe y se prevé que el producto interno bruto no volverá a los niveles de crecimiento anteriores hasta 2028, si la recuperación empezara hoy. El informe pide «una respuesta polifacética a la crisis», que incluya «ayuda humanitaria urgente, ayuda transfronteriza para las poblaciones desplazadas y un mayor compromiso político» por parte de la comunidad internacional. También pide que se pongan en marcha mecanismos de justicia internacional, como la remisión a la Corte Penal Internacional.
El mundo católico birmano
En este contexto, las voces de los católicos birmanos se alzan y repiten un sentido llamamiento en favor de la paz. Stephen Chit Thein, sacerdote birmano y director de las Obras Misionales Pontificias en Myanmar, declara a la Agencia Fides: «Seguimos teniendo esperanza también gracias a las palabras y a los llamamientos que nos llegan de la Santa Sede, que nos muestra una profunda cercanía». Los fieles recuerdan y agradecen al Papa Francisco “que tantas veces ha mencionado Myanmar y siempre lo ha llevado en su corazón”. Y señalan: “El Papa León XIV también recordó a la comunidad internacional el sufrimiento de Myanmar y lanzó un llamamiento por la paz. Esperamos que pueda seguir hablando de nosotros y hablando de paz, para que la comunidad internacional no nos olvide”.