En la catequesis de la audiencia general, León XIV reflexiona sobre la parábola de los obreros de la viña y dirigiéndose especialmente a los jóvenes, los insta a no posponer y a seguir al Señor que los llama a trabajar en su viña, porque allí se encuentra la respuesta al sentido de la vida.
Vatican News
En la audiencia general del primer miércoles de junio, el Papa León XIV continúa el ciclo de catequesis titulado “Jesucristo nuestra esperanza”, dedicado a la vida de Jesús y sus parábolas. En esta ocasión, el Pontífice se detiene en la parábola de los obreros de la viña, “un relato que alimenta nuestra esperanza”, asegura.
Dirigiéndose a unos 35 mil fieles, romanos y peregrinos llegados a la plaza de San Pedro, a quienes saludó inicialmente en su recorrido en papamóvil, el Santo Padre nota que, en efecto, a veces, “tenemos la impresión de que no encontramos sentido a nuestra vida” y como los obreros que esperan en la plaza del mercado a que alguien los contrate para trabajar, “nos sentimos inútiles, inadecuados”. “El tiempo pasa, la vida transcurre y no nos sentimos reconocidos ni apreciados. Quizás no hemos llegado a tiempo, otros se han presentado antes que nosotros, o las preocupaciones nos han retenido en otro lugar”.
Nuestra vida vale
León XIV observa entonces que la metáfora de la plaza del mercado “es muy adecuada también para nuestros tiempos” y añade:
El mercado es el lugar de los negocios, donde, lamentablemente, también se compran y se venden el afecto y la dignidad, tratando de ganar algo. Y cuando no nos sentimos apreciados, reconocidos, corremos el riesgo de vendernos al mejor postor. El Señor, en cambio, nos recuerda que nuestra vida vale, y su deseo es ayudarnos a descubrirlo.
Una parábola que da esperanza
En la parábola de hoy el dueño de la viña sale “sale personalmente a buscar a sus obreros” porque “quiere establecer con ellos una relación personal”. “Es una parábola que da esperanza – asegura el Papa – porque nos dice que este amo sale varias veces a buscar a quienes esperan dar sentido a sus vidas”. “Los jornaleros que se habían quedado en la plaza del mercado probablemente habían perdido toda esperanza, pero alguien siguió creyendo en ellos”, añade el Papa León y subraya:
Incluso cuando nos parece que podemos hacer poco en la vida, siempre vale la pena. Siempre existe la posibilidad de encontrar un sentido, porque Dios ama nuestra vida.
Dios conoce la dignidad de cada hombre
“Para el dueño de la viña, es decir, para Dios, es justo que cada uno tenga lo necesario para vivir. Él ha llamado personalmente a los trabajadores, conoce su dignidad y, en función de ella, quiere pagarles. Y da a todos un denario”, precisa el Papa.
Dios quiere dar a todos su Reino, es decir, la vida plena, eterna y feliz. Y así hace Jesús con nosotros: no establece clasificaciones, sino se dona enteramente a quien le abre su corazón.
La respuesta de San Agustín
De hecho, el cristiano de hoy podría caer en la tentación de pensar: ‘¿Por qué empezar a trabajar enseguida? Si la remuneración es la misma, ¿por qué trabajar más?’”, observa el Papa y para responder a estas dudas, se remite a san Agustín, que respondía diciendo: ‘¿Por qué tardas en seguir a quien te llama, cuando estás seguro de la recompensa, pero incierto del día? Cuida de no privarte, por tu dilación, de lo que Él te dará según su promesa’.
La invitación a los jóvenes: “no esperen”
A la luz de esta parábola, el Santo Padre se dirige en particular a los jóvenes:
Quisiera decir, especialmente a los jóvenes, que no esperen, sino que respondan con entusiasmo al Señor que nos llama a trabajar en su viña. ¡No lo pospongas, arremángate, porque el Señor es generoso y no te decepcionará! Trabajando en su viña, encontrarás una respuesta a esa pregunta profunda que llevas dentro: ¿qué sentido tiene mi vida?
Antes de despedirse, León XIV insta a todos los fieles a no desanimarse, porque, “incluso en los momentos oscuros de la vida, cuando el tiempo pasa sin darnos las respuestas que buscamos”, podemos estar seguros de que el Señor vendrá pronto.