“El diálogo interreligioso es un antídoto contra la manipulación de las tradiciones religiosas con fines ideológicos o políticos”, afirma con contundencia Ambrogio Bongiovanni, director del Centro de Estudios Interreligiosos de la Pontificia Universidad Gregoriana.
“En el corazón del diálogo debe estar Dios, no como algo que poseemos”, añade. Con esta perspectiva, el centro académico ha acogido este miércoles una conferencia internacional que reúne a representantes de cinco grandes religiones: budismo, cristianismo, hinduismo, jainismo y sijismo para “renovar y reavivar la esperanza”, según el título del congreso, en coherencia también con el tema del Jubileo de este Año Santo.
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“¿Quién hubiera imaginado en el pasado que, ante un tema cristiano como el jubileo, otras tradiciones religiosas también pudieran estar implicadas? Reflexionar sobre la esperanza de una manera más universal se convierte en un tema realmente universal, en el que se involucran también la reflexión y el aporte de otras religiones”, asegura Bongiovanni.
El evento académico, promovido por el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso y el Centro Gregoriano de Estudios Interreligiosos vinculado con la universidad, es un nuevo hito en la colaboración interreligiosa, fruto del camino iniciado hace sesenta años con el documento Nostra Aetate, cuyo aniversario se conmemora este 2025.
Esta declaración del Concilio Vaticano II, que reflexiona sobre las relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas, trazó una senda porque no “sólo propuso una nueva reflexión teológica sobre otras religiones, sino que también impulsó la colaboración”. “Estos 60 años han estado marcados por muchos encuentros como este, con los judíos y musulmanes, pero también con religiones en países donde los cristianos son minoría”, indica el experto.
La cita en la Universidad Pontificia se enmarca en un contexto global marcado por la polarización, los conflictos y la pérdida de referencias trascendentes.
La secularización, factor que contribuye a la desesperanza y la desilusión
Mons. Santiago Michael, del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, explica que la crisis actual “se debe a una percepción de declive o pérdida de fe entre los creyentes, a un debilitamiento de los valores éticos y morales en la sociedad, y al aumento de la discriminación y la injusticia impulsadas por el creciente individualismo, egoísmo y consumismo entre las personas”.
“La secularización es también otro factor importante que contribuye a un sentimiento de desesperanza y desilusión general”, agrega.
Frente a este panorama, las religiones no deben replegarse, sino asumir su responsabilidad como “fuentes de esperanza, como dijo el Papa Francisco”, señala.
“Con sus tesoros de sabiduría, nos ofrecen orientaciones para superar esta crisis y convertirnos en hombres y mujeres de esperanza. Por ello, es necesario que cada creyente siga fielmente las enseñanzas de su respectiva religión e inspire también a otros a hacer lo mismo”, detalla el prelado, que también vincula la falta de esperanza con la consecuencia práctica de que haya pocos avances en el terreno para la construcción de la paz en un mundo marcado por los conflictos.
“A nivel del diálogo interreligioso y la construcción de la paz, hay una especie de crisis, ya que quienes están comprometidos con estas nobles tareas parecen sentir que sus esfuerzos por tender puentes y construir la paz no están dando los resultados deseados”, incide.
Por ello, Mons. Michael llama a todos los creyentes —ya sean cristianos, musulmanes, hindúes, budistas, jainistas, sijs o pertenecientes a cualquier otra religión— no caer “en el pesimismo, la resignación o el derrotismo”.
“Tenemos que despertar con la convicción de que Dios no nos abandonará y que, a pesar de las dificultades, hay mucha bondad presente en el mundo”, manifiesta.
“La esperanza del mundo, como él dijo, reside en la fraternidad. La fraternidad, por tanto, es la clave de la esperanza para un mundo fraterno”, remacha.
Este sentido de pertenencia común, que puede nacer del encuentro entre cristianos y seguidores de las religiones ‘dhármicas’, es, según el prelado, uno de los frutos más urgentes del diálogo interreligioso.
“El encuentro entre personas de diversas tradiciones religiosas puede ayudar a fomentar este sentido de fraternidad entre los pueblos, para que se extienda entre ellos, lo cual es una de las mayores necesidades de nuestro tiempo”, sostuvo.
El diálogo interreligioso no es “una concesión al relativismo”
El profesor Bongiovanni remarca que el diálogo interreligioso no debe verse “como una concesión al relativismo”, sino como un camino serio, exigente y profundamente humano “hacia una esperanza que trasciende credos y culturas”.
En este sentido, insiste en que en un sociedad marcada por la secularización, el diálogo entre religiones no debe renunciar a su dimensión trascendente:
“Aunque hay quien intenta secularizar el diálogo interreligioso, sacándolo de su esfera espiritual para dejarlo en la cultural, el corazón de Nostra Aetate es un llamamiento al sentido del trascendente. Hoy más que nunca, las religiones se encuentran sobre la base de una búsqueda común de sentido”, remarca.
La conferencia académica, que será el preámbulo de otra cita en octubre también impulsada por el Vaticano que incluirá representantes de estas y otras religiones, abordó el aporte de las religiones a la paz en un mundo cada vez más marcado por la violencia y el lenguaje bélico: “Las religiones tienen mucho que decir sobre la paz. Aunque la palabra paz suene provocadora en el actual contexto político, donde todo parece centrarse en el rearme, las religiones deben asumir también un papel de denuncia”.
En el acto, enmarcado en el espíritu del documento conciliar Nostra Aetate, del que este año se celebra el 60.º aniversario, que marcó un hito en el compromiso de la Iglesia Católica con el diálogo interreligioso, han participado la Unión Hindú Italiana, la Unión Budista Italiana, el Institute of Jainology (Londres) y la Sikhi Sewa Society.