Tras los intensos bombardeos en el Líbano, en medio de la guerra con Israel, las religiosas del país se esfuerzan para brindar ayuda material y acompañamiento espiritual a los más vulnerables de las comunidades cristianas.
La Hna. Gerard Merhej, directora de la escuela de las Hermanas Antonianas de Debel, en la frontera con Israel, explicó a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés) que antes de la guerra en la zona había muchas familias “con un buen nivel educativo”, pero la mayoría decidió marcharse a Beirut, donde hay más oportunidades de trabajo.
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Desde el inicio del conflicto, continúa la religiosa, el número de niños en las escuela que dirige se redujo a la mitad, pasando de 400 a 200 alumnos. Los desplazamientos de personas en el Líbano también se ven influenciados por la difícil situación económica del país. Los cultivos de la zona “están destruidos”, asegura la Hna. Merhej, por lo que las personas que se han quedado no cuentan con ningún tipo de ingreso.
Los habitantes locales “están tratando de retomar algún tipo de cultivo de la tierra como fuente alternativa de ingresos”, explica.
Otra religiosa del sur, la Hna. Maya El Beaino, de la congregación de las Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, comentó sobre su decisión de quedarse en la localidad de Ain Ebel a pesar de la guerra. La misión de su comunidad religiosa es “ir a las periferias y acompañar a quienes necesitan ayuda”, señaló.
Junto a sus hermanas, la religiosa atiende también un colegio al que asisten niños de 32 pueblos de los alrededores. “La escuela se pasó a la enseñanza en línea durante la guerra y cuando había un bombardeo aéreo cerca de la casa de alguno de los alumnos, todos podían oírlo”, dijo la Hna. Maya.
Desde hace aproximadamente seis meses entró en vigor el alto el fuego, que ha permitido a las religiosas y a la comunidad cristiana retomar poco a poco sus labores cotidianas y colaborar en la reconstrucción de sus localidades.
Los alumnos “tenían la sensación de estar en el mismo barco, pese a estar físicamente separados”, indicó la religiosa. “En octubre de 2024, la población local sólo dispuso de 40 minutos para buscar refugio antes de que comenzaran los ataques aéreos”, recordó.
“En un momento dado, sólo quedaban ancianos en el pueblo que preferían morir en sus casas antes que irse a otro lugar”, agregó la Hna. Maya, recordando el momento más difícil de la guerra en Ain Ebel.
Ambas religiosas expresaron su gratitud para con los cristianos del mundo que mantienen en sus oraciones al Líbano y agradecieron especialmente a ACN, por la asistencia que les ha brindado desde el estallido del conflicto.