O’Malley: Las víctimas me ayudaron a entender cuán horrible es el abuso


El cardenal Sean O’Malley, obispo emérito de Boston, destaca que escuchar a las víctimas ha sido clave en la reforma de la Iglesia frente a los abusos. Pide a los obispos “reunirse con víctimas para entender la seriedad de este problema” y les recuerda que no están solos, pues la Comisión les aconseja y acompaña ante denuncias en sus diócesis.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

El cardenal O’Malley, obispo emérito de Boston y uno de los fundadores de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores —creada por el Papa Francisco en marzo de 2014—, ha sido una figura clave en el esfuerzo de la Iglesia Católica por enfrentar la crisis de los abusos sexuales. Ha impulsado una agenda que busca dar voz a las víctimas y transformar la cultura eclesial desde dentro: “Es imposible evangelizar si no nos enfrentamos a esta realidad con seriedad” asegura.  Este jueves 5 de junio los miembros de esta Comisión fueron recibidos en audiencia por el Papa León XIV.

La experiencia personal que marcó su compromiso

A lo largo de su trayectoria pastoral, siendo obispo en cuatro diócesis durante más de 40 años, O’Malley subraya la importancia de la experiencia personal en su toma de conciencia: “En tres de las diócesis en las que he servido hubo una crisis enorme de abuso sexual por parte de clérigos. Lo que me ayudó, cuando llegué a la primera diócesis – donde existía este dolor de este crimen – fue reunirme con las víctimas y vislumbrar su dolor para entender cuán horrible es el abuso sexual”.

Uno de los elementos distintivos de la Comisión ha sido integrar directamente a personas afectadas por este problema: “Siempre hemos tenido víctimas y padres de víctimas como miembros de la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores y esto nos ha dado una nota de realismo, hemos aprendido muchísimo en nuestras conversaciones con las víctimas”, asegura el cardenal estadounidense.

Formación del clero en protección infantil

“El Santo Padre, el Papa Francisco, nos dio como primera responsabilidad aconsejarle a él en temas de abusos, pero también de tratar de ser la voz de las víctimas en la Iglesia y de educar al liderazgo de la Iglesia sobre este tema”, señala O’Malley. Por ello, una de las prioridades de la Comisión ha sido, desde sus inicios, la formación: “En nuestros programas de educación, siempre intentamos transmitir la voz de la víctima y animar a los obispos y líderes en la Iglesia a tener reuniones con víctimas para que empiecen a entender la seriedad de este problema”.

Visitas Ad Limina: ahora también un espacio para abordar la protección de menores

También echa la mirada atrás, y recuerda con claridad los errores del pasado: “En el pasado, hubo mucha negligencia en tratar con este problema o de ocultarlo, el obispo estaba muy aislado y tenía que tomar decisiones solo, como la de transferir un sacerdote de una parroquia a otra cuando era un abusador, porque no se fijaban en cuánta destrucción había causado a la víctima y a sus familiares”.  Frente a esto, la Comisión ha abierto un frente de acción: incluir la protección de menores en las visitas Ad Limina al Pontífice que hacen los Obispos de las Conferencias Episcopales de todo el mundo, cada cinco años: “Hemos logrado incluir la cuestión de la protección de menores en las visitas Ad Limina, de modo que cuando vienen los obispos, después se reúnen con nosotros y tenemos la oportunidad de aprender lo que está sucediendo en sus países y aconsejarles como Comisión Pontificia para la Protección de Menores”.



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