El secretario general del Sínodo de los Obispos, en una intervención en la Academia Alfonsiana, destacó el aporte que una Iglesia capaz de “caminar juntos” puede ofrecer a una sociedad que enfrenta múltiples desafíos. En particular, resaltó cómo una Iglesia sinodal puede ofrecer “una actitud de escucha humilde y paciente” en el ámbito económico y del desarrollo.
Isabella H. de Carvalho – Ciudad del Vaticano
“La Iglesia llamada a acercarse a los problemas humanos y sociales”, como el progreso tecnológico, el desarrollo económico y los conflictos en el mundo, “es una Iglesia sinodal, es decir, la Iglesia del santo Pueblo de Dios” convocada a “caminar juntos”. Así lo expresó el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, durante su lección magistral este viernes 6 de junio en el Pontificio Instituto Superior de Teología Moral (Academia Alfonsiana).
El purpurado intervino en la inauguración de un programa de formación e investigación plurianual en el campo económico, inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia, presentado bajo el lema: “por una conciencia moral sinodal y emprendedora”.
La misión de una Iglesia sinodal hoy
Para el cardenal Grech, la Iglesia sinodal tiene un papel singular en el “contexto social contemporáneo”, marcado por “grandes desafíos”, como un progreso tecnológico que no siempre conlleva un verdadero desarrollo humano, y un mundo dividido por conflictos.
Frente a “una humanidad herida”, la comunidad de creyentes y toda la familia humana se ven interpeladas a asumir un rol, señala Grech.
Recuerda además las palabras del Papa León XIV tras su elección, que subrayan la importancia de la doctrina social para responder a las urgencias sociales actuales.
Según el secretario general del Sínodo, una Iglesia que responde a estas situaciones es una Iglesia sinodal que sabe “leer su propia experiencia e identificar los pasos para vivir la comunión, fomentar la participación y promover la misión que Jesús le confió”, citando también al Papa Francisco.
Grech destaca que el Documento Final de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, publicado en octubre de 2024, fue aprobado por el Papa Francisco y entregado a los fieles como parte del “Magisterio ordinario del Sucesor de Pedro”.
La sinodalidad como estilo de vida
“La sinodalidad se convierte entonces en un estilo para toda la Iglesia”, continúa el cardenal, “que se expresa en su modo de vivir y actuar, como Pueblo que camina junto, convocado por el Señor Resucitado en la fuerza del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio a toda la familia humana”.
El purpurado también recordó dos importantes celebraciones que pueden ayudar en este camino: el Jubileo de la Esperanza, que concreta la misión y testimonio de todos los fieles, y el 60º aniversario de la Constitución Pastoral Gaudium et spes, que reafirma la importancia de una “Iglesia que camina en la historia”, especialmente con los que sufren.
El aporte sinodal al desarrollo económico
Gaudium et spes también propone una orientación para el desarrollo económico que debe estar “centrado en la persona humana” y no “controlado por unos pocos poderosos”.
“La sinodalidad de la Iglesia ofrece al mundo, especialmente al ámbito económico y financiero, su contribución para abrirse no en términos de explotación o instrumentalización de contextos locales por parte del poder económico, sino para la valorización y promoción de todos”, insiste el cardenal.
“La Iglesia sinodal se ofrece, en particular, como diaconía para promover una vida social, económica y política justa, solidaria y pacífica”, añade.
La sinodalidad, explica Grech, invita a todos a reconocerse como “hermanos, interdependientes, necesitados de escucha y acogida mutua”, y subraya que cada persona tiene “un aporte singular que ofrecer”, en contraposición al individualismo.
Para el cardenal, “la profecía de la sinodalidad” cumple una doble función: ayudar al desarrollo integral de “toda la persona” y de “todas las personas”, fomentando actitudes como la escucha y la paciencia a nivel individual, y la reconciliación, conversión y comunión a nivel colectivo y global.
Una actitud de escucha humilde y paciente
“La Iglesia sinodal, siguiendo a su Señor, muestra a la sociedad, y en particular al mundo económico, una actitud de escucha humilde y paciente”, concluye el cardenal.
Esta actitud permite una mayor conciencia de sí mismo y de la realidad social, promoviendo un desarrollo orientado a la humanización, en lugar de regirse solo por lógicas empresariales o de lucro.
De este modo, la Iglesia ofrece a la sociedad y a sus sistemas políticos y económicos una invitación profética a la reconciliación, conversión y comunión.