El Arzobispo de Toledo destaca las virtudes del P. Mendizábal en su centenario 


El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Francisco Cerro, destacó las virtudes del P. Luis María Mendizábal, en una Misa celebrada con motivo del centenario del nacimiento del jesuita fundador de la Fraternidad Reparadora en el Corazón de Cristo Sacerdote.

Mons. Cerro enunció tres características del P. Mendizábal, quien impartió ejercicios espirituales en numerosas ocasiones a varias generaciones de seminaristas de Toledo, entre ellos a varios que luego fueron ordenados obispos. 

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Mons. José Ignacio Munilla, junto al P. Mendizábal. Crédito: Santuario Diocesano de los Sagrados Corazones (Toledo, España).

En primer lugar, recordó que este presbítero lucía de forma habitual “una profunda sonrisa” que brotaba “de su unión con un Cristo de corazón abierto”, lo que se traducía en una espiritualidad cristocéntrica que complementaba con una visión profunda del Espíritu Santo: “Él hablaba mucho de que el Espíritu Santo tiene como misión formar en nosotros el mismo Corazón de Cristo”, incidió el Primado de España.

El prelado subrayó en segundo término el amor y pasión del sacerdote jesuita por la Iglesia: “Nunca lo oí hablar mal de la Iglesia ni del Papa ni de los obispos”. En este ámbito, destacó que el P. Mendizábal “era un hombre enamorado del sacerdocio”. 

El P. Luis María Mendizábal, SI, durante una Eucaristía en 2006. Crédito: Santuario Diocesano de los Sagrados Corazones (Toledo, España).

En tercer lugar, Mons. Cerro iluminó sobre la cercanía y la humanidad que siempre dispensó el P. Mendizábal a cuantos se cruzaban con él, sin caer en la mundanidad y sobre la base de su profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús. 

Con la celebración de esta Eucaristía, Mons. Cerro inauguró un programa de jornadas de agradecimiento por la vida del P. Mendizábal, que se celebrará en diferentes ubicaciones de la Archidiócesis de Toledo hasta el próximo domingo 8 de junio.

65 años de sacerdote y 77 en la Compañía de Jesús

Nacido en la localidad vasca de Vergara el 4 de junio de 1925, el P. Mendizábal ingresó a los 15 años en la Compañía de Jesús, cuyas etapas de noviciado y juniorado pasó en Loyola, cuna de San Ignacio. 

Entre 1944 y 1953 realizó diversos estudios de Ciencias, Filosofía, Magisterio y Teología en Burgos, Navarra, Barcelona y Austria. Realizó su tercera probación en Valencia (1955-1956) y se incorporó a la Universidad Gregoriana de Roma como profesor de Ascética y Mística. 

El P. Luis María Mendizábal, SI, durante su noviciado. Crédito: Santuario Diocesano de los Sagrados Corazones (Toledo, España).

De 1966 a 1999, repartió sus esfuerzos pastorales como instructor de la tercera probación jesuítica y presidente del Secretariado Nacional del Apostolado de la Oración, obra a la que estuvo vinculado desde entonces. 

Entre 1970 y 1994 fue destinado a Madrid y, de ahí, a Toledo, donde permaneció hasta 2011, durante casi dos décadas. Entonces recaló en la Residencia Colegio San Ignacio – Enfermería de Alcalá de Henares, donde se cuida a los jesuitas mayores, que también apoyan la pastoral colegial.

El P. Mendizábal falleció el 18 de enero de 2018 a los 92 años, tras 77 años en la Compañía de Jesús y 65 como sacerdote.

Testimonios sobre su vida

En el sitio web dedicado a su memoria se pueden encontrar testimonios de obispos, familias, religiosas y sacerdotes que dan cuenta de la profunda huella que dejó el P. Mendizábal a lo largo de su vida. 

Algunos recuerdan “su disponibilidad, su puntualidad, su sonrisa, su amabilidad, su memoria (más la memoria humana del corazón, que la memoria de simples hechos o datos), su capacidad para comprender las miserias humanas, y un largo etcétera”.

Otros destacan que era “realmente un padre, con todos los matices que la palabra encierra, cercano, amigo. Se preocupaba de veras por nuestras cosas, se alegraba con nuestras alegrías y padecía con nuestras tristezas. Nos sorprendía mucho que, tratando con tantas almas, se acordara de nuestras pequeñas cosas cuando íbamos a visitarle”.

El P. Luis María Mendizábal,SI, junto a San Juan Pablo II. Crédito: Santuario Diocesano de los Sagrados Corazones (Toledo, España).

De rodillas ante un obispo amigo

Cuando falleció el P. Mendizábal, al funeral celebrado en el Santuario de los Sagrados Corazones de Toledo acudieron cinco obispos, más de 100 sacerdotes y otras tantas religiosas, además de numerosas familias, provenientes de diferentes puntos de España. 

Mons. Ángel Fernández Collado, Obispo Emérito de Albacete, antes Auxiliar de Toledo, refirió durante la homilía una simpática anécdota que refleja muy bien los rasgos de la personalidad expuestos por Mons. Cerro en su centenario. 

En una ocasión en que el obispo supo que había coincidido de forma casual con el P. Mendizábal en la localidad toledana de Oropesa, se dispuso a visitarle: “Expresé mi deseo de poder verle un momento y de recibir su bendición”. 

Cuando fue posible, se acercó al convento de las Hermanas de la Fraternidad Reparadora: “Al vernos, nos dimos un abrazo y nos expresamos todo nuestro cariño y gozo por este encuentro no preparado. Conversamos unos instantes. Al despedirme, como en otras ocasiones, me incliné un poco delante de él y le dije: Padre, bendígame. Inesperadamente él se echó al suelo, se puso de rodillas y me dijo: Ángel tú eres ahora obispo, bendíceme tú a mí. Lleno de emoción interior lo bendije, le di un abrazo y regresé conmocionado”.





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