MSF: Darfur y el grito de dolor de las vidas marcadas por la violencia

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La población de la región de Sudán está devastada por las secuelas de la guerra civil que asola el país, donde se niega el acceso a los servicios sanitarios básicos y las ya ruinosas estructuras han sido destruidas. La alarma de Médicos Sin Fronteras: la insuficiente respuesta internacional está llevando al límite la capacidad de supervivencia de cientos de miles de personas.

Valerio Palombaro – Ciudad del Vaticano

La vida de los sudaneses en el infierno de Darfur está devastada por la violencia, la inseguridad y el hambre. Se les niega incluso el acceso a los servicios sanitarios básicos porque la guerra ha arruinado las ya precarias y ruinosas estructuras. El grito de dolor de los habitantes de Darfur, en el suroeste de Sudán, desgarrado por 26 meses de guerra civil entre el ejército regular y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), resuena en el informe «Voces del sur de Darfur» de Médicos Sin Fronteras (MSF). La violencia desenfrenada -que se extendió rápidamente desde la capital Jartum en 2023 a estas tierras históricamente marcadas por la inestabilidad- ha provocado el colapso del sistema sanitario, y una respuesta internacional inadecuada ha llevado al límite la capacidad de supervivencia de cientos de miles de personas.

Inseguridad persistente

Aunque los combates sobre el terreno han cesado por el momento, al menos en Darfur del Sur, la inseguridad persiste: el informe de Msf señala que los habitantes de varias localidades siguen siendo víctimas de graves violencias a lo largo de las carreteras, en los campos, en los mercados e incluso dentro de sus casas. Para agravar la situación, también hay una violencia sexual rampante: sólo entre enero de 2024 y marzo de 2025, MSF prestó asistencia a 659 supervivientes de agresiones sexuales. Varias personas relatan a los equipos de MSF el fuerte miedo y preocupación incluso en los niños, describiendo sus sentimientos de impotencia y humillación ante la evidencia de que no pueden hacer nada. “Nuestras granjas están completamente destruidas, no nos queda nada. Mi marido fue asesinado hace cuatro meses. Ahora no nos queda nada”, cuenta una desplazada de 21 años al personal de Msf en Beleil. “Llevo tres días sin comer nada. No sé qué me puede pasar si vuelvo a casa. Tengo miedo, porque la gente que mató a mi marido también podría matarme a mí”.


Darfur, haciendo cola para conseguir comida   (AFP or licensors)

Emergencia por hambre y hospitales colapsados

La violencia de los enfrentamientos ha erosionado por completo el sistema sanitario. El acceso a una atención sanitaria adecuada es prácticamente imposible debido a una serie de factores: las instalaciones sanitarias han sido destruidas, dañadas o abandonadas; el personal sanitario ha huido o ya no percibe salario alguno; los suministros médicos faltan o están interrumpidos; por último, la población local no puede permitirse los medios de transporte para llegar a las pocas instalaciones que aún funcionan. El clima de gran inseguridad se traduce directamente en hambre, ya que la amenaza de la violencia ha interrumpido el acceso a los campamentos y a las fuentes de ingresos. Entre enero de 2024 y marzo de 2025, los programas de Msf en Darfur del Sur asistieron a más de 10.000 niños menores de cinco años con desnutrición aguda y proporcionaron atención nutricional a miles de mujeres y niñas embarazadas o lactantes. La crisis nutricional se agravará aún más con la inminente llegada de la estación de lluvias y el periodo de carestía. Con el coste desorbitado de los alimentos, muchas familias sólo pueden comer una vez al día. «Sólo dependo de lo que puedo conseguir al día», dijo a los equipos de MSF una mujer de 24 años del campo de desplazados internos de Al-Salam. “Si puedo encontrar algo, comemos. Si no encuentro nada, no comemos. Mi vida transcurre así ahora”.

  Los desplazados en Darfur

Los desplazados en Darfur   (AFP or licensors)

Al lado de las comunidades locales

Las comunidades locales están trabajando juntas para hacer frente a los efectos de la violencia. Los vecinos se apoyan mutuamente compartiendo alimentos. Grupos de jóvenes retiran escombros y artefactos sin detonar de campos y calles, compran medicinas para los desplazados de sus barrios. Los profesores trabajan gratis en edificios saqueados. Msf ha apoyado iniciativas comunitarias locales para gestionar cocinas comunitarias, proporcionar comidas a los escolares y apoyar clínicas de salud gestionadas por voluntarios. Se han rehabilitado algunas instalaciones sanitarias y sistemas de abastecimiento de agua. Además, Msf puso en marcha un programa para distribuir alimentos a 6.000 familias en varias localidades del sur de Darfur. Estos programas demuestran que es posible apoyar las iniciativas locales. «Las organizaciones locales de Darfur tienen el conocimiento del territorio y de la comunidad y las capacidades para prestar servicios esenciales», señala Ozan Agbas, responsable de emergencias de MSF en Sudán, y hace un llamamiento: «Proporcionar a las organizaciones locales recursos, financiación y darles más poder de decisión puede suponer una gran diferencia a la hora de salvar vidas».

 



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