El arzobispo de Belgrado y vicepresidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, enviado especial de León XIV a las celebraciones del 950 aniversario de la diócesis polaca de Płock, presidió la misa solemne. En su homilía recordó la herencia espiritual de santa Faustina Lowalska, que tuvo la visión de Jesús Misericordioso.
Ilona Krawczyk-Krajczyńska – Płock (Polonia)
La celebración central del jubileo de la diócesis de Płock tuvo lugar el sábado 7 de junio, víspera de Pentecostés, en el Orlen Arena, lugar en el que Juan Pablo II rezó hace 34 años, durante la peregrinación a su patria en 1991. Al evento asistieron obispos, clérigos, personas consagradas, representantes de las autoridades y miles de fieles. La liturgia, presidida por el legado pontificio, el cardenal Ladislav Német, arzobispo de Belgrado y vicepresidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, fue un momento excepcional de gratitud por casi un milenio de presencia de la Iglesia de Płock en las tierras de Mazovia.
Seguir la herencia espiritual de Santa Faustina
En su homilía, el cardenal Német recordó la herencia espiritual de Płock, lugar en el que, el 22 de febrero de 1931, Santa Faustina Kowalska vio a Jesús Misericordioso y sintió la llamada de pintar el cuadro con su imagen, venerado hoy en todo el mundo. El enviado del Papa subrayó que esta revelación era «no solo un signo profético, sino también un mandato misionero», una llamada que aún exige una respuesta. «Entonces, si la ciudad de Płock es la ciudad en la que santa Faustina se preparó para recibir el mensaje de la Misericordia —se preguntó el cardenal—, ¿podemos hoy no emprender esta misión?». No podemos «guardarnos para nosotros los dones de Dios que hemos recibido, y sobre todo el don de la fe», explicó. El Espíritu Santo «nos llama a compartir este don. Somos misioneros de la misericordia en un mundo herido por la guerra y la división».
Cristo es la fuente de la esperanza que no defrauda
Recordando la presencia de San Juan Pablo II en Płock hace 34 años, el cardenal subrayó la continuidad de la misión de la misericordia, de la que Polonia y la diócesis de Płock son testigos y custodios especiales. En el Año Jubilar que está viviendo la Iglesia de Płock, bajo el lema «Peregrinos de la esperanza: en camino hacia la Fuente», Német invitó a los fieles a renovar el carisma del Hijo de Dios y a transmitir la fe a las generaciones futuras. El legado pontificio también habló de la necesidad de una «gran esperanza» arraigada no en las cosas pasajeras, sino en Dios, que «tiene un rostro humano y nos ha amado hasta el final». «Él es la fuente de la esperanza que no defrauda», subrayó.
Sinodalidad y corresponsabilidad en la Iglesia
El arzobispo de Belgrado se refirió a la sinodalidad y lanzó un llamamiento para asumir la responsabilidad de la comunidad. «Co-creen la Iglesia y siéntanse responsables de ella —fue su invitación—. Vivan la fe con orgullo, pero con humildad. Dejen que el Espíritu Santo actúe en sus corazones». La celebración del 950 aniversario no es solo un recuerdo solemne de la historia, sino también una llamada espiritual a la responsabilidad por el futuro de la Iglesia. La Eucaristía concluyó con la bendición solemne impartida por el cardenal Német en nombre del Papa. Para los fieles fue un momento de profunda emoción, oración y gratitud, así como el comienzo de una nueva etapa en el camino de la fe: como discípulos, testigos y, como recordó el legado pontificio, «misioneros de la misericordia».