Nuncios apostólicos, hombres de paz entre las heridas del mundo

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El Arzobispo Luciano Russo, Secretario de la Sección para el Personal Diplomático de la Secretaría de Estado, habla sobre el papel de los representantes papales

Vatican News

En un escenario mundial marcado por «profundas tensiones, heridas abiertas y una creciente necesidad de reconciliación», el nuncio apostólico está llamado a ser «un hombre en paz y un hombre de paz». Así lo afirmó monseñor Luciano Russo, secretario de la Sección para el Personal Diplomático de la Secretaría de Estado, en una entrevista concedida a los medios de comunicación vaticanos con ocasión del Jubileo y del encuentro de los representantes pontificios, recibidos en audiencia por el Papa León XIV esta mañana, 10 de junio.

Monseñor Luciano Russo, Secretario para las Representaciones Pontificias, con León XIV

Monseñor Luciano Russo, Secretario para las Representaciones Pontificias, con León XIV

Excelencia, ¿cuál cree que es la tarea específica de los representantes pontificios hoy en esta «delicada curva de la historia», como la definió recientemente el Papa León XIV, marcada por tensiones, conflictos y cambios globales?

El papel del representante papal sólo puede vivirse a la luz del Evangelio. En un escenario mundial marcado por profundas tensiones, heridas abiertas y una creciente necesidad de reconciliación, el nuncio apostólico está llamado a ser, como recordaba san Juan Pablo II, «un hombre en paz y un hombre de paz», contribuyendo al ministerio de comunión que brota de Cristo mismo. Estas palabras resuenan con fuerza incluso hoy.

El Santo Padre León XIV, en su primera bendición Urbi et Orbi, habló de la paz. Es «una paz que desarma y desarma, humilde y perseverante, que viene de Dios». Esta es la paz que el nuncio apostólico está llamado a anunciar y a perseguir, incluso en contextos marcados por el conflicto. Los representantes pontificios debemos hacernos «instrumentos» de esta paz.

El Jubileo ofrece a los miembros del cuerpo diplomático de la Santa Sede la oportunidad de encontrarse y compartir en Roma. ¿Qué deseos acompañan este momento de mutua confrontación y puesta al día?

El Jubileo es un tiempo de gracia. Será también un tiempo de encuentro, de escucha recíproca, de fraternidad renovada.Volver a Roma en esta ocasión significa redescubrir las raíces del servicio: la profunda comunión que nos une al Sucesor de Pedro.

Esta es mi esperanza: que el Jubileo nos ayude a redescubrir y preservar la dimensión pastoral de nuestro servicio, que con demasiada frecuencia corre el riesgo de quedar eclipsada. Esta es una oportunidad para reunirnos, como hermanos, y compartir experiencias, trabajos y oraciones.

¿Puede ofrecernos un cuadro actualizado de la composición actual y de la distribución geográfica del servicio diplomático de la Santa Sede?¿Cuáles son las cifras y cuáles son los retos más relevantes hoy en día?

Actualmente, el cuerpo diplomático de la Santa Sede cuenta con 99 nuncios apostólicos que prestan servicio en las diversas representaciones pontificias en todo el mundo, incluidos los observadores permanentes ante las Naciones Unidas en Nueva York y Ginebra. A ellos hay que añadir el presidente de la Pontificia Academia Eclesiástica y tres nuncios que, por motivos de salud, han suspendido temporalmente sus funciones.En total, por tanto, son 103 los nuncios apostólicos, además de los superiores de la Secretaría de Estado que, de modo diverso, participan en la misma misión.

Junto a ellos, 5 representantes pontificios sin carácter episcopal, en organismos internacionales en Roma, Estrasburgo, París, Viena y Washington, así como 3 encargados de negocios con carácter permanente, en Taiwán, Hong Kong y Myanmar respectivamente, prestan un valioso servicio. También cabe mencionar que actualmente hay siete sedes vacantes: Irak, Albania, Argelia, España, Sri Lanka, Uganda y Portugal.A ellas hay que añadir la misión permanente ante la Organización Mundial del Turismo.En otros países, como Nicaragua, Sudán y Haití, las condiciones locales no permiten por el momento el nombramiento de un representante papal.

A esta realidad, ya grande y articulada, hay que añadir los numerosos consejeros, secretarios y personal de la nunciatura, que con dedicación diaria colaboran en el buen funcionamiento de las representaciones pontificias.

Pero más allá de los números, lo que quiero subrayar es la dedicación diaria de todos, nuncios y colaboradores que, con discreción y fidelidad, se convierten en la voz del Sucesor de Pedro, mediadores del diálogo. Las cifras que hoy ofrecemos cuentan la historia de una estructura, pero detrás de cada número hay una historia de servicio, de oración y de disponibilidad total. 

Y por ello no podemos sino dar gracias a Dios.

Junto a los nuncios apostólicos, desempeñan también un papel crucial los colaboradores con función diplomática, como los consejeros y secretarios de la nunciatura. ¿Cómo se organiza su servicio y qué contribución específica aportan a la labor de la Santa Sede en los distintos contextos locales?

En estos dos años y medio en los que he tenido el honor de servir como secretario del personal diplomático, he podido comprobar de primera mano el precioso valor de los colaboradores de las nunciaturas. Sin ellos, el trabajo cotidiano de las representaciones pontificias no sería posible.El nuncio apostólico no trabaja solo: forma parte de una pequeña comunidad que a menudo vive y trabaja en contextos delicados, donde se requiere una profunda voluntad de servicio.

Estos colaboradores realizan un trabajo silencioso pero decisivo, compartiendo, cada uno según su función, con el nuncio apostólico la responsabilidad de representar al Santo Padre.

Pero más allá de los números, lo que quiero subrayar es la dedicación diaria de todos, nuncios y colaboradores que, con discreción y fidelidad, se convierten en la voz del Sucesor de Pedro, mediadores del diálogo. Las cifras que hoy ofrecemos cuentan la historia de una estructura, pero detrás de cada número hay una historia de servicio, de oración y de disponibilidad total.Y por ello no podemos sino dar gracias a Dios.

Quisiera subrayar que no se trata sólo de funcionarios competentes, sino de sacerdotes que han optado por poner su vocación al servicio de este ámbito del ministerio de la Iglesia.

A ellos va mi gratitud.Mi deseo -y mi compromiso- es que cada uno de ellos se sienta acompañado, valorado y apoyado.

 



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